Internacional
Schulz acepta pactar con Merkel, pero impone que decidan las bases
- El socialista admite haber sido llamado por "nuestros amigos europeos"
- El apoyo al SPD cae a mínimos ante la posibilidad de una nueva gran coalición
Marcos Suárez Sipmann
La incertidumbre, la inestabilidad y el vértigo no gustan en la política alemana. Todavía está muy presente el recuerdo de los vaivenes y zozobras que sacudieron la República de Weimar llevándola a su trágico fin en 1933.
La compleja situación actual viene dada entre otras razones por lo que el periódico Die Frankfurter Allgemeine llamó 'Die Notbremse der Liberalen' (el freno de emergencia de los liberales). Pero hubo mucho más que el cálculo del joven y ambicioso presidente de los liberales, Christian Lindner, a quién conservadores y verdes culpan de un modo u otro de la ruptura.
Son muchos los que intentan erosionar y minar la hegemonía de Angela Merkel desde todos los frentes, hasta en su propia formación. Los socialdemócratas de la SPD consideran que su perfil se ha desdibujado, porque han apoyado demasiadas veces las políticas de Merkel en la Gran Coalición. Hay una gran división entre Los Verdes y los liberales del FDP. Sobre todo son espinosas y controvertidas las cuestiones relativas a la migración y reunificación familiar. Los liberales saben que de momento la política federal de Merkel se aproxima más a la línea de los verdes que la entienden como un derecho irrenunciable del ser humano. Otros temas polémicos son la protección del clima, la producción eléctrica sobre la base del carbón y su reducción. Y relativos a los subsidios y la solidaridad con los Länder del este. En todo ello existen también desavenencias entre Merkel y su socio socialcristiano bávaro, la CSU. Mientras tanto, todos contemplan con preocupación el continuado ascenso de la populista y xenófoba Alternativa por Alemania, AfD.
Miedo del SPD a los sondeos
En este momento todas las posibilidades siguen abiertas. Una, si bien la menor de todas tras el fracaso y espectáculo ofrecido, es volver a intentar la coalición entre conservadores, liberales y verdes. Por eso los pequeños partidos, liberales y verdes han seguido monopolizando la agenda. Otra, el escenario de un Gobierno en minoría era algo que no gustaba a Merkel. No garantiza la estabilidad. Sea con Los Verdes o el FDP puede caer en cualquier momento. En un plano general, se rechaza en Alemania la idea de ingobernabilidad. Es muy poco probable que haya Gobierno en minoría.
Quedan entonces otras dos opciones. La celebración de nuevas elecciones era el escenario más plausible. Era la solución que favorecía una mayoría de encuestados y ya se barajaba como fecha más probable el 22 de abril de 2018. Sin embargo, muchos en el SPD temen esa alternativa. Por no hablar de los mismos diputados, quienes podrían perder su escaño. Los sondeos de opinión predicen que el SPD podría tener incluso peores resultados que en septiembre.
Así pues, lo que está volviendo a discutirse es la eventual vuelta a la Gran Coalición. El Gobierno formado por conservadores y socialdemócratas ha guiado el país de forma positiva, a grandes rasgos, pese a las crisis económicas. El peor efecto ha sido el auge del populismo que ha logrado entrar en el Bundestag y convertirse en tercera fuerza. Ambos socios, CDU y SPD, se han desgastado y han perdido terreno. Pero el deterioro de la socialdemocracia ha sido mucho mayor. Sus años como socios menores de Merkel se han traducido en una sangría de votos y pérdida de perfil político. Su problema es que se encuentra arrinconada entre la Izquierda, neocomunista, y el centro, donde reina la CDU de la canciller.
Su líder, Martin Schulz, descartaba categóricamente volver al Gobierno. Consideraba que la formación necesita renovarse, una nueva oportunidad. Actuar desde la oposición. Lo hizo ya en la misma noche de la debacle electoral en septiembre, en la que con apenas un 20% el SPD cosechó el peor resultado de su historia. Es comprensible que Schulz estableciera una splendid isolation, una especie de purificación interna pasando a la oposición. Mas no todos los socialdemócratas comulgaban con esta decisión. Cada vez más políticos del SPD empezaron a mostrar su descontento con la línea dura de su presidente. Sigmar Gabriel, ministro de Exteriores en funciones, preferiría la reedición de una nueva gran coalición.
Presiones por todos lados
Por tanto y bajo una enorme presión, también de su partido, Schulz finalmente se ha mostrado dispuesto a dialogar, aunque "sin automatismos en ninguna dirección". Admite que ha recibido llamadas de "nuestros amigos europeos" pidiéndole que reconsidere su oposición a reeditar la Gran Coalición, pero impone que se consulte esta cuestión a las bases del SPD. El expresidente del Parlamento Europeo lo anunció después de confirmarse un encuentro entre el SPD y el bloque conservador de Merkel, que se verán a petición del jefe del Estado.
No obstante, este extremo también podría afectar al SPD. Desde que anunciara una posible gran coalición, el partido ha caído por debajo del porcentaje obtenido en las elecciones de septiembre pasado, el más bajo desde la Segunda Guerra Mundial.
Según un sondeo publicado este lunes por el instituto Forsa, el SPD ha caído hasta el 19% en intención de votos, por debajo del 20,5% que obtuvo en los comicios del 24 de septiembre.