Internacional

Macron someterá a referéndum las medidas que no apruebe en un año

  • Un tercio menos de parlametarios y rebajará 20.000 millones en impuestos
  • Considera que su elección y la de su partido indican una nueva dirección
El presidente francés, Emmanuel Macron. Foto: Reuters

Marcos Suárez Sipmann

La Cámara Baja francesa dio luz verde al inicio de la legislatura. Un quinquenio que tanto el presidente, Emmanuel Macron, como su primer ministro, Édouard Philippe, esbozaron en sucesivos discursos. Macron dispone de una cómoda mayoría para modernizar el Estado. Considera que su elección y la de su partido, La République en Marche, indican que el país reclama "una vía nueva".

Pero no será sencillo para quien se ha definido en más de una ocasión como "ni de izquierda ni derecha". Máxime si se considera su voluntad de llevar a efecto las reformas institucionales en el plazo de un año. Es por ello que someterá sus medidas a referéndum si no superan el trámite parlamentario. Entre las críticas destacan las que recuerdan al presidente que fue ministro de Economía en el anterior Gobierno y, por tanto, "corresponsable" de la situación con la que se encuentra. Comunistas y miembros de la Francia Insumisa descalificaron la "monarquía presidencialista" y su líder, Jean-Luc Mélenchon, llegó a denunciar "un golpe de Estado social".

En su discurso ante ambas cámaras en la sesión extraordinaria en Versalles, Macron expuso su plan de reforma radical de las instituciones y reforzó un mensaje con fuerte acento europeísta.

Macron quiere menos burocracia. En este sentido expresó su voluntad de reducir en un tercio el número de diputados y senadores. Hay 577 diputados y 348 senadores. Lo mismo sucederá con el Consejo Económico y Medioambiental, compuesto por 233 representantes de la patronal, los sindicatos y las asociaciones. Los parlamentarios no podrán aspirar a más de tres mandatos idénticos sucesivos.

El tradicional esquema bipartidista se ha roto. Sin embargo, el vigente sistema electoral a dos vueltas sigue castigando a los partidos más pequeños. En su discurso, Macron apostó por introducir "una dosis de proporcionalidad" en la votación "para que se incorporen todas las sensibilidades". Aún no ha detallado su propuesta con cifras. Es muy importante que el Ejecutivo, con independencia de su actual mayoría, no dé la impresión de usarla como un cheque en blanco para gobernar a su antojo.

Otra de las medidas señaladas pasa por suprimir la Corte de Justicia de la República, el órgano habilitado para juzgar a los miembros del Gobierno por el ejercicio de sus funciones. Los ciudadanos no comprenden por qué sólo los ministros tienen un tribunal especial.

Más participación ciudadana

Con el fin de robustecer la influencia de la sociedad se estudia dar espacio y ampliar el "derecho de petición" y la posibilidad de que las propuestas ciudadanas sean presentadas a las cámaras. Macron se compromete a rendir cuentas con un discurso anual.

Respecto a la ley sobre la moralización de la vida pública, Macron afirmó que es fundamental para restablecer la confianza de los franceses en las instituciones. Luchará contra la corrupción aunque también dirigió a la prensa este mensaje: "Quiero que se ponga fin a la caza al hombre". Un difícil equilibrio.

Édouard Philippe, por su parte, dio un discurso sin sorpresas en el que detalló algunas de las medidas económicas y sociales previstas. Aspira a cumplir este año el objetivo de disminuir el déficit presupuestario por debajo del 3 por ciento anual que reclama la Unión Europea. Al mismo tiempo, quiere terminar con la "adicción" a la austeridad, de tal forma que no sea un fin en sí mismo. Philippe prometió una contención de la deuda explicando que, mientras Alemania gasta 98 de cada 100 euros recaudados vía impuestos, en Francia se gastan 125 euros por cada 117.

El premier anunció un plan de inversiones de 50.000 millones de euros en cinco años, enfocado al impulso de las nuevas tecnologías, la sanidad, el transporte y la modernización del Estado.

Presión fiscal

El impuesto sobre bienes inmuebles será eliminado para el 80 por ciento de los hogares antes de 2022. El de Sociedades se reducirá hasta un 25 por cien en ese año. En términos generales, el Ejecutivo quiere "bajar la presión fiscal por debajo de un punto del PIB en cinco años", lo que implicará una rebaja de impuestos de 20.000 millones. Con ello se pretende fomentar la inversión y crear empleos.

Para implementar esto último, con la reforma laboral se vislumbran las mayores dificultades. El desempleo en Francia se mantiene en un 10 por cien; el doble que en Alemania. Los amplios derechos de los trabajadores en comparación con otros países industrializados son considerados un obstáculo para el crecimiento económico. Macron quiere cambiar las reglas y dar a los empresarios un incentivo para facilitar las contrataciones y los despidos. En suma, un sistema más flexible. Los convenios colectivos deberán ser acordados a nivel de empresa y no para todo el ramo industrial. En principio, no se quiere tocar la semana laboral de 35 horas que según empresarios y políticos conservadores también debe ser abolida.

Philippe reconoció, además, en su mensaje que "Francia se ha mostrado incapaz de cumplir con sus obligaciones jurídicas y morales con los refugiados" y prometió nuevas medidas, como una reforma del sistema de asilo y la lucha contra la inmigración irregular.