El desconfinamiento no reactiva EEUU: los estados que ya han levantado sus restricciones siguen al ralentí

El mayor deseo de Donald Trump es que la actividad económica vuelva a EEUU cuanto antes, y el mandatario está presionando a los gobernadores de los estados para que levanten los confinamientos cuanto antes. Pero un análisis de los estados que ya han empezado a reabrir la economía muestra que declarar que la crisis ya ha pasado no será suficiente para recuperar la actividad mientras el miedo al virus siga activo.

Un estudio de los economistas Raj Chetty, John N. Friedman, Nathaniel Hendren y Michael Stepner, comparando los datos de cuatro estados que ya han empezado a levantar sus restricciones -Alaska, Oklahoma, Georgia y Carolina del Sur- demuestra que el gasto del consumidor se ha recuperado tímidamente, pero aún está por debajo de los datos de enero en todos ellos.

Los datos son peores aún si se mira al número de pequeños comercios abiertos, que sigue clavado en datos de marzo o incluso cae ligeramente. Lo mismo ocurre con las horas trabajadas y el número de empleos: la recuperación es mínima y no recupera, ni de lejos, la pérdida a lo largo de la pandemia.

El problema es que la gran caída de la actividad se dio a mediados de marzo, antes de que muchos estados declararan el confinamiento, por el pánico a contagiarse. Y como no fue la orden gubernamental la que cerró muchos comercios y llevó a mucha gente a casa sino su voluntad propia, una contraorden no es suficiente para arreglarlo.

Con el país clavado por encima de los 2.000 muertos diarios y los casos creciendo fuera de Nueva York, que ya ha doblado su curva, el riesgo al que se enfrenta Trump es que los ciudadanos ignoren su orden de reabrir porque la amenaza sigue latente y la crisis se extienda aún más, todo lo contrario de lo que busca. Este viernes, el Centro de Control de Enfermedades publicó su plan de reapertura en tres fases según se fueran alcanzando ciertos hitos en el freno del virus, y que Trump rechazó para apostar por la reactivación inmediata. Es posible que muchos ciudadanos acaben prestando más atención a las directrices que la Casa Blanca rechazó que a las que sí emita.