La carretera más macabra del mundo está en el Extremo Oriente ruso y la llaman Ruta de los Huesos
- La Autovía de Kolimá la contruyeron presos políticos y comunes desde 1932
- Los huesos de los reclusos que iban muriendo están sepultados bajo el asfalto
- La construcción de esta vía costó la vida a entre 250.000 y 1 millón de personas
Luis M. García
Se llama oficialmente Autopista Federal para Automóviles Kolimá o Autopista de Kolimá, aunque es más conocida como Carretera de los Huesos o Ruta de los Huesos. Poco importa el nombre, porque es la única carretera en la inmensa región en la que se encuentra, así que, aunque cambie de nombre, todo el mundo sabe de cuál se trata. Esta vía que en ocasiones ni lo parece se encuentra en la región del Extremo Oriente de Rusia y acumula todo tipo de historias macabras, algunas tachadas de leyendas y otras reales como la vida misma.
La P-405 de Rusia, que es el nombre técnico de esta carretera en la parte más extrema de Rusia, tiene una longitud total de 2.032 kilómetros. Atraviesa 1.197 kilómetros en la República de Sajá (Yakutia) y otros 835 por la óblast de Magadán. Es decir, cruza todo el Extremo Oriente ruso, conectando Seimchán y Yakutsk, aunque tiene ramificaciones que llegan hasta otras poblaciones.
La carretera atraviesa ríos, como el Lena en Yakutsk, y poco importa que el puente que había se desmoronara hace años, ya que el río Lena se congela por completo durante casi todo el año y los vehículos cruzan por encima del hielo sin problemas. En verano hay ahora un ferry a tal efecto que apenas funciona solo un mes por las bajas temperaturas.
Y es que esta zona de Rusia es especialmente fría en invierno, aunque también lo es en otoño y primavera, y dos pequeñas poblaciones de la ruta, Tomtor y Oimiakón, se disputan el 'honor' de autoproclamarse como el lugar habitado más frío de la Tierra sin contar la Antártida. La temperatura media máxima en Oimiakón en enero es de -42 grados y la media mínima es de -50 grados. Según los moradores de la zona, se han llegado a registrar los –71,2 grados centígrados.
La carretera de Kolimá está y ha estado siempre en un estado lamentable debido a las condiciones meteorológicas y circular por ella en coche es un ejercicio de alto riesgo por los numerosos puentes derruidos y tramos de carretera destrozados por las helagas y las riadas. De hecho, el transporte de mercancias hasta Magadán siempre se ha realizado por mar y el de viajeros por avión, con lo cual el uso de la carretera en principio es residual, lo cual no impide encontrarse en ella a extensos convoyes de camiones con mercancias.
Huesos y más huesos
La Carretera de los Huesos comenzó a construirse en 1932, durante la era estalinista de la Unión Soviética y por entonces empezó a acumular su leyenda negra. El primer tramo fue construido por presos del campo de trabajo de Sevvostlag y continuado por presos del Gulag hasta 1953.
Son multitud las fuentes que apuntan que la carretera está repleta de huesos de los trabajadores que iban muriendo, que están sepultados bajo el asfalto, ya que las inclemencias meteorológicas y la falta de un lugar específico hacían imposible cavar tumbas donde enterrarlos. Los cuerpos simplemente eran abandonados en la cuneta o se construía por encima de ellos para quitarse su presencia de encima.
Hay quienes apuntan a que incluso se usaron esos huesos humanos específicamente como materiales de construcción y también como herramientas, dado que a esos presos fallecidos no iba a reclamarles nadie.
Lo que es un hecho constatado es que las obras recibieron a más de dos millones de presos políticos y comunes entre los años 1932 y 1956, que fueron alojados en 160 campos de trabajo y exterminio. Ellos fueron los auténticos artífices de la construcción de esta autovía extrema y cuantificar el altísimo número de muertos es una misión imposible. La cifra de fallecidos en la construcción de esta carretera y en los campos de trabajo de la zona se estima, según las fuentes, entre 250.000 y 1 millón de personas.
De la tortura a la aventura
En las últimas décadas, la Ruta de los Huesos se ha convertido en una carretera para motoristas amantes de la aventura, que comenzaron a llegar tras la disolución de la URSS. Hace justo 30 años, en verano de 1995, la transitó de oeste a este el equipo motociclista británico Mondo Enduro.
También lo hizo el viajero noruego Helge Pedersen comenzando en Magadán y en años posteriores le llegó el turno a Simon Milward, en 2001, y a Ewan McGregor y Charley Boorman en su vuelta al mundo en moto de 2004.
Hay quienes han recorrido la Carretera de los Huesos también en bicicleta, como Alastair Humphreys y Rob Lilwall en 2004, e incluso a pie, como hizo Rosie Swale-Pope en 2005, año en que igualmente la transitó en moto en solitario Adrian Scott. Eso sí, quienes se atrevan a recorrer la ruta, han de tener en cuenta que la carretera no tiene mantenimiento alguno y recorrerla puede ser peligroso.
Al margen de navegadores
En diciembre de 2020, dos personas decidieron utilizar la ruta para ahorrar tiempo en su viaje entre Yakutsk y Magadán. Para ello siguieron las indicaciones de Google Maps, que a diferencia de otros navegadores más utilizados en Rusia, como Yandex Maps o Navigator, se basaba en una cartografía completamente obsoleta.
Por esa razón, ambos quedaron atrapados en mitad de la nada dentro de su coche a temperaturas de unos 50 grados bajo cero. Los rescatadores se encontraron a uno fallecido y al otro muy grave.
Este incidente provocó que Google modificara sus indicaciones en el caso de carreteras extremas de Rusia, evitando para siempre volver a recomendar esta ruta.
El cómic de la Carretera de los Huesos
La Autopista de Kolimá tiene también desde el año 2021 su propio cómic, titulado precisamente La Carretera de los Huesos. Es la primera obra publicada en castellano del guionista Rich Douek y del dibujante Alex Cormack.
En el cómic se cuenta la historia de Román Morozov, un preso político de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas condenado a trabajos forzado por el mero hecho de contar un chiste. Román intenta fugarse junto con dos compañeros en un lugar donde el frío también mata y se desata una trama que no está exenta de violencia.
Se trata de un relato sobre la lucha por la supervivencia que provoca incluso la angustia del lector, pero al tiempo engancha. Eso sí, es de una extrema crudeza, como la propia Carretera de los Huesos.