Indices Mundiales

La trascendencia de la subida del precio del petróleo



    Las bolsas tendrán dos meses para valorar el riesgo de una reducción brutal del crecimiento mundial.

    Desde hace varias semanas, Bolságora no duda en dar todos los parámetros del mercado en tiempo real para ayudar al inversor a mantener el rumbo ante la gran confusión del mercado. Hoy vamos a hablar además de análisis fundamental porque, por primera vez este año, los mercados financieros se enfrentan al riesgo de una ruptura en el funcionamiento de la economía mundial. Nos parece esencial entender el riesgo aunque nada esté asegurado de antemano.

    El petróleo es el mayor factor de inestabilidad. Hasta ahora, la subida del precio del barril tenía la contrapartida del vigor de la economía mundial. El crecimiento respaldaba los resultados de las empresas, a pesar de la subida de los tipos de interés y de la presión sobre los costes de producción. Pero la crisis de Oriente Medio cambia las claves e introduce el riesgo geopolítico de una interrupción del suministro. Pasaríamos de una crisis de la demanda a una crisis de la oferta en la que una situación de subida de precios podría disminuir brutalmente el crecimiento en vez de reflejar el vigor de la producción mundial.

    Insistimos: se trata de una situación nueva para los mercados financieros que hasta ahora se movían entre la perspectiva de una desaceleración más o menos bajo control de la economía mundial o la continuidad de un crecimiento sostenido. Ahora los riesgos tienen un solo sentido: menos crecimiento y más inflación. Estamos en la antesala de una verdadera situación bajista para las bolsas. Todo dependerá de 3 factores:

    - La duración de la crisis geopolítica. El precio del petróleo supera los 75 dólares desde hace unos diez días. Si no volvemos en torno a 70 dólares antes de finales de agosto, es probable que la inflación mundial aumente en medio punto antes de fin de año. Ésta es la razón del nerviosismo del mercado. Pero cuidado porque puede pecar de exceso de pesimismo después de haber sido demasiado optimista durante la euforia de la recuperación bursátil. Después de todo la historia enseña que la reacción del mercado a una crisis política es a menudo excesiva y de corta duración.

    - La reacción de los bancos centrales. Si sube aún más la inflación, la Fed y el BCE pueden seguir subiendo los tipos de interés. Pero aumentar los tipos en un contexto de crisis de la oferta es un error. Se penaliza a las empresas cuando lo que necesitan es ayuda. En el peor de los casos, se produce un efecto perverso: la subida de los tipos favorece una reacción inflacionista de las empresas para luchar contra el deterioro de los márgenes de explotación. ¿Pero sabrán mantener la cabeza fría los bancos centrales? El peligro procede de la retórica desplegada por Bernanke y Trichet desde hace varios meses: de tanto querer luchar con firmeza contra la inflación, dudarán en bajar la guardia justo cuando se precisa más la amenaza inflacionista. Si en agosto todo parece indicar una subida de tipos, septiembre sería aún más crucial.

    - La confianza de los consumidores. En Europa, en Estados Unidos o en Japón, la moral de las familias y la fuerza del gasto privado han jugado un papel clave para amortizar el impacto de la subida del precio del petróleo, sobre todo en Estados Unidos. Pero el capital de confianza acumulado desde 2003 se erosiona y no es nada evidente que resista ante un nuevo rebrote de la inflación. Sin un apoyo del consumidor americano, el crecimiento mundial puede perder al menos un punto si se toma en cuenta los efectos indirectos mediante la caída de las expectativas de las empresas. Tendremos que esperar hasta septiembre para tener indicaciones fiables pero cuidado con los resultados.