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Al Sisi busca legitimar el régimen militar egipcio en Europa desde España

    Al Sisi, junto al rey Felipe VI. <i>Imagen: EFE</i>


    El viaje del ex mariscal Abdel Fattah Al Sisi a España se ha enmarcado en una campaña de El Cairo para visualizar el apoyo de la comunidad internacional. Con la grave crisis del Mediterráneo es el momento propicio para presentarse como el garante de la estabilidad ante una angustiada Unión Europea. La rehabilitación de Al Sisi marca el regreso a la doctrina que iguala dictadura con estabilidad. El presidente egipcio pretende ser considerado como un ancla en una región donde Irak, Siria, Yemen y Libia se desintegran.

    La agenda de Al Sisi ha sido intensa. Desayuno con empresarios españoles y egipcios. Recepción en La Moncloa por Mariano Rajoy. Almuerzo con los Reyes. Entrevista con el presidente del Congreso de los Diputados. Entre la firma de los varios acuerdos de cooperación, destaca el del proyecto de alta velocidad, el llamado 'AVE del Nilo', sin duda muy importante y provechoso para España. El memorando de entendimiento para estudiar la creación del corredor ferroviario se considera un primer paso hacia una amplia cooperación tecnológica.

    La firma del convenio de cooperación en materia de seguridad permite seguir combatiendo el terrorismo, el tráfico de drogas, el blanqueo de dinero, los delitos económicos y la ciberdelincuencia. Además de la fundamental lucha contra el tráfico de seres humanos y la inmigración irregular. Ambos estados, que en la actualidad cuentan con acuerdos bilaterales, disponen así a partir de ahora de una herramienta común. Habrá intercambios regulares de información y colaboración reforzada mediante la creación de una Comisión Mixta - así como en asistencia técnica y científica - en la actividad operativa de las investigaciones policiales.

    España y Egipto han venido manteniendo ininterrumpidamente relaciones cordiales. Es bueno que ello continúe así. Cosa muy distinta es no obstante que Madrid, como acaba de hacer, llegue a declarar su respaldo a la candidatura de Egipto al Consejo de Seguridad.

    El régimen de El Cairo recibió hace un mes el espaldarazo de la Casa Blanca, que levantó el bloqueo impuesto a una parte de su ayuda militar tras el golpe. Tolerar - hasta aceptar - el Gobierno de Al Sisi responde a un acto de realpolitik por parte de Washington que ha reanudado asimismo la venta de armas congelada en 2013 como represalia por el golpe. Se mantienen los 1.300 millones de dólares anuales en ayuda militar, sin que Egipto deba ya corresponder siquiera con una apariencia de respeto por los derechos fundamentales y las instituciones democráticas.

    Si bien la aceptación exterior del ex mariscal no ha dejado de aumentar, España y la UE deben condicionar su apoyo al dictador a la liberalización del país árabe. Es prioritario restablecer el imperio de la ley. Amnistía Internacional pidió a las autoridades españolas abordar con el presidente egipcio las preocupaciones existentes en materia de derechos humanos subrayando la restricción de la libertad de expresión y la represión de opositores.

    Una cómoda aceptación internacional del ex mariscal no ha dejado de crecer en los últimos meses, pese a su represión brutal de la disidencia y a los excesos de sus tribunales, que acaban de sentenciar a 20 años de prisión al derrocado expresidente islamista Mohamed Mursi, en uno de los varios procesos en los que afronta la pena de muerte. La UE no puede considerar el régimen egipcio como un mal necesario en una región convulsa. Esa política es cínica y arriesgada. Egipto es un aliado contra el fundamentalismo islámico. Sin embargo, la represión de Al Sisi solo lleva a más terrorismo. El número de atentados en lo que va de año ya ha superado el de 2014.

    Persigue especialmente a la criminalizada cofradía de los Hermanos Musulmanes. Ahora golpea también a las jóvenes organizaciones liberales, los revolucionarios, los salafistas y a todas las fuerzas vivas del país. El retroceso en Egipto, que tuvo una revolución admirable, es brutal. El fallo de la justicia que liberaba el año pasado al ex dictador Hosni Mubarak constata que la cúpula ha vuelto a ser lo que, en realidad, nunca dejó de ser. El perdón a Mubarak, a sus hijos y demás cómplices dede 32 años de tiranía, es la devolución de favores del ex subordinado ahora presidente.

    Las cárceles están desbordadas: activistas políticos, disidentes o simples periodistas. Hay condenas a muerte a destajo. Desde la revolución las fuerzas armadas impusieron formas de gatopardismo para no perder poder. Primero lo hicieron con sus aliados, luego aprovechando los errores de unos novatos Hermanos Musulmanes en el gobierno. Ahora vuelven a ocupar el gobierno disfrazados de demócratas. Al Sisi es más listo que Mubarak. Pero su juego es peligroso. En un país de 90 millones de habitantes, muy pobre con una enorme población joven anhelante de mejoras vuelven la falta de libertad y la represión.