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La violencia en Pakistán obliga a los candidatos a recluirse



    PESHAWAR, Pakistán (Reuters) - Mian Hussain lucha por su vida política desde una sede desértica, en la que dos teléfonos permanecen silenciosos detrás de él mientras en el pasillo se escuchan los ecos de los pasos de un chico que trajo el té.

    Hussain, uno de los políticos antitalibanes más conocidos de Pakistán, no ha ido a un solo acto público desde que comenzó la campaña para las elecciones del 11 de mayo. Este apasionado orador que solía entusiasmar a grandes audiencias ahora tiene que hacer discursos cortos por teléfono a pequeños grupos de simpatizantes que se reúnen en secreto.

    Para el portavoz del Partido Nacional Awami (PNA), salir es simplemente demasiado peligroso.

    Desde abril, los talibanes paquistaníes han asesinado a más de 70 personas en atentados contra los tres principales partidos, impidiendo a muchos de los políticos más conocidos hacer campaña abiertamente.

    Hussain teme que los talibanes quieran manipular los comicios en favor de partidos que adoptarían una línea más suave con su determinación de imponer una versión radical del islam en el país.

    Cree que por eso están atacando a la coalición en el poder que apoyó operaciones militares contra ellos - el PNA, el Partido del Pueblo de Pakistán (PPP) y el Movimiento Muttahida Quami (MMQ), cuyas sedes han sido atacadas repetidamente.

    El PNA ha sido también una de sus víctimas preferidas por su acérrima oposición a los talibanes. Como partido nacionalista, compite con los integristas por el apoyo de la minoría pastún en la zona de la frontera entre Afganistán y Pakistán.

    El PPP y el MMQ se consideran partidos liberales, opuestos tradicionalmente a la influencia de las fuerzas religiosas más conservadoras y al integrismo islámico.

    Los talibanes han dicho que atacan a los partidos "laicos" y que las elecciones solo serán para "favorecer los intereses de los infieles y de los enemigos del islam".

    Sin embargo, se han librado en su mayoría los partidos religiosos de derechas, o al de la antigua estrella del cricket Imran Jan, que pide derribar a los aviones no tripulados de Estados Unidos, así como retirar al Ejército paquistaní de las zonas pastunes en la frontera afgana, llenas de insurgentes.

    El lunes, un atentado contra un mitin organizado por el partido religioso Ulema-e-Islam (JUI) mató a 26 personas. Los talibanes se atribuyeron la autoría, pero dijeron que no fue por el partido sino por el candidato que apoyaban, al que acusaron de entregar combatientes árabes a agentes estadounidenses.

    Los talibanes no han atacado al principal partido de la oposición, encabezado por el ex primer ministro Nawaz Sharif, que ha cortejado a grupos acusados de apoyar los ataques.

    "Es una manipulación pre-electoral", dijo Hussain amargamente. Hace tres años, los talibanes mataron a su único hijo justo antes de su boda. Al día siguiente, atacaron su casa, matando a siete personas.

    "Tendrán que elegir a terroristas o elegir a aquellos que se oponen a los terroristas", agregó, mientras la atenta cara de su hijo muerto le mira desde unos carteles electorales en una mesa próxima.

    ¿SEGURIDAD O ECONOMÍA?

    Muchos votantes no creen que las elecciones sean solo sobre los talibanes. La inseguridad les preocupa, pero también una economía que no remonta, una corrupción endémica y los habituales cortes de luz, que han costado millones de empleos en los cinco años del gobierno actual. Muchos dicen que es ese legado, y no la amenaza talibán, lo que les lleva a votar a partidos distintos.

    El partido que dirige el dos veces primer ministro Sharif está considerado el favorito para los comicios del sábado. Se considera favorable a los empresarios y ha prometido arreglar los graves problemas económicos del país. Además, niega ser blando con los talibanes o el integrismo, pero sostiene que hace falta un nuevo enfoque, incluyendo una reforma de los tribunales antiterroristas.

    El PPP y sus socios de coalición son el primer gobierno civil que completa un mandato de cinco años en n país cuya historia se ha visto plagada de golpes de Estado militares. A pesar de la escasez energética, de la baja recaudación fiscal y de la corrupción, culpan a los talibanes de los problemas.

    "El terrorismo es el mayor problema, ha consumido tantos de nuestros recursos", dijo Zahir Shah, ex ministro de Sanidad y candidato del PPP en la capital provincial de Peshawar, en el noroeste del país. "Hemos hecho reformas y haremos más".

    Shah dijo que la amenaza talibán supone que solo pueda hacer pequeñas reuniones en recintos fortificados. Además, se mostró convencido de lograr el apoyo de los electores porque dijo que han ayudado a los pobres a conseguir tratamiento médico gratuito.

    La opinión de ellos podría ser distinta. Un centro de diálisis al que acudió Reuters cerca de Peshawar proporciona un tratamiento de calidad gratuito, pero en el Hospital público de Jyber, las paredes mugrientas se están viniendo abajo, un gato sarnoso merodeaba por el pabellón de traumatología y uno de los médicos advirtió de que se están quedando sin equipamiento básico intravenoso.

    Aquí se trajeron a los heridos por uno de los numerosos atentados que se han producido recientemente en Peshawar.

    "Nadie está seguro. Hay derramamiento de sangre por todas partes. El Gobierno debería hacer algo", declaró Fazle Hayat, dándose unos toques ligeros en un ojo herido en un atentado. Hayat dijo no haber decidido si votará.

    A poca distancia en coche se pueden ver los restos de otro atentado en una vitrina en Bilour House. Son los zapatos y las gafas que llevaba Bashir Bilour, un partidario incondicional del PNA, cuando una bomba talibán lo mató en diciembre.

    Otro talibán atacó a su hermano y a su hijo en abril. Ambos sobrevivieron, pero murieron 18 personas. Algunos de los otros partidos ni siquiera ofrecieron sus condolencias, dijo airadamente Bilour, porque temían ofender a los talibanes.

    "Los talibanes nos atacan porque quieren un gobierno blando con el terrorismo", manifestó. Pero los partidos temerosos de ofenderlos deberían tener cuidado, advirtió.

    "Hoy nos atacan a nosotros, pero mañana lo harán con ellos".

    /Por Katharine Houreld/