Los nuevos virus cuestan a Europa 1.500 millones al año
Nuevo año, nuevos problemas. Retos recientes que necesitan solución y algunos pasados que buscan su fin. Cada vez que llega un nuevo enero hay que levantar la cabeza y observar qué está por venir para poder hacerle frente y no darse de bruces con el problema.
La compañía Marsh & McLennan ha publicado la octava edición del informe Riesgos Globales 2013 en el que pone de manifiesto los retos a los que debe enfrentarse la sociedad. Algunos de ellos son más que probables y se manifestarán a lo largo de los próximos 10 años. ¿Un ejemplo? Las graves diferencias de renta, los desequilibrios fiscales crónicos o la crisis de abastecimiento de agua. Pero esto es sólo la superficie, ya que el informe destaca tres problemas que, según los expertos consultados, son los que más preocupan a nivel mundial.
La salud en riesgo
Los grandes avances en la medicina hacen pensar que un virus cualquiera ya no puede hacer daño. Se toma una pastilla y listo. El problema es que hoy en día cualquier persona ante un simple resfriado, decide medicarse y esto puede acarrear que los virus evolucionen y logren superar la barrera de los fármacos y se hagan inmunes a ellos. Además, es más sencillo extender una pandemia ya que el mundo está hiperconectado.
La cifra que cuesta la Resistencia a los Antibióticos de las Bacterias (ARB) a las arcas mundiales es enorme. En concreto, el coste europeo asciende a 1.500 millones de euros al año y 600 millones de días de productividad perdidos, y el americano se sitúa entre los 15.000 y 25.000 millones de euros al año. Es por ello que el informe recomienda que exista más colaboración internacional y nuevos modelos de financiación. Un ejemplo es la Innovative Medicines Initiative, una iniciativa de 1.500 millones de la Comisión Europea que se está encargando de buscar e incentivar la creación de nuevos medicamentos que permitan a la sociedad estar a salvo de posibles enfermedades.
Economía y medio ambiente
Por un lado, el informe señala los fallos del sistema financiero como uno de los riesgos a tener en cuenta. Por el otro, aparece el dilema medioambiental. Se espera que dentro de 10 años, debido a la mala adaptación del cambio climático, se produzca una gran emisión de gases de efecto invernadero que puedan dañar el ecosistema de la Tierra.
Sin duda ambas están unidas, ya que lo que le ocurre a una le afecta a la otra. Un ejemplo: el coste económico del huracán Sandy se llevó más de 52.000 millones de Nueva York y Nueva Jersey.
Por contra, debido a la crisis, la economía no puede ayudar a los problemas a los que se enfrenta el cambio climático, lo que según políticas gubernamentales podría aumentar la temperatura media en más de 3,5º Celsius. Además se espera que en años venideros se aumenten los ciclones, inundaciones de ciudades costeras o la sequía. Ante esto, John Drzik, director ejecutivo de Oliver Wyman Group, señala: "Si no asignamos los recursos necesarios para mitigar el creciente riesgo de fenómenos meteorológicos extremos, la prosperidad a nivel mundial de las futuras generaciones podría verse amenazada".
Incendios digitales
En 1938 Orson Welles provocó un ataque de pánico al señalar en la radio que los EEUU iban a ser invadidos por extraterrestres. Es difícil que vuelva a ocurrir algo así, ya que la gente está más informada, pero hoy en día puede pasar algo mucho más grave.
La influencia de las redes sociales tiene un poder asombroso. Hace unos años, United Airlines rompió la guitarra de un cantante. Al ver que la compañía no hacía nada por reparársela, lanzó un single en YouTube que rompió moldes. El vídeo provocó que las acciones de la empresa cayesen un 10%.
Si algo así puede conseguir este efecto, se puede llegar a comprender los riesgos de la Red. Rumores o informaciones falsas a través de cuentas falsas de algunas empresas pueden crear una reacción en cadena que tire abajo una compañía entera. Se piensa que para mitigar el efecto se podrían incluir reestricciones en Internet, pero esto acabaría por acarrear consecuencias indeseables. Algunas páginas como Twitter han dado una pequeña solución ya que, a través de una marca blanca asociada a la cuenta, señalan si la fuente es la empresa o es falsa.