Sobornos y recortes tiñen ya el panorama político a un año de las generales en Italia
- Berlusconi, Luigi Lusi y Umberto Bossi, 'pillados' con la financiación pública
No es Grecia, pero falta poco. La última vuelta de las elecciones municipales fue un terremoto para los partidos italianos: como en el país heleno, las tradicionales formaciones políticas han perdido miles de votos, acorraladas entre la abstención y los crecientes movimientos de protesta.
De hecho, la sorpresa de las elecciones, en las que participaron 9 millones de transalpinos y más de 700 ayuntamientos, fue el cómico Beppe Grillo: su movimiento, nacido en Internet como red de ciudadanos en contra de la política tradicional, ha llegado hasta el 10% a nivel nacional, consiguiendo pasar a la segunda vuelta electoral en varias ciudades. Un desbarajuste que da la alarma en Roma a solo un año de las elecciones generales de 2013.
Los vencedores y vencidos
Aunque es pronto para decir que Italia acabará siendo "ingobernable" como Grecia, a la espera de la segunda vuelta electoral (que se celebrará a finales de mayo), ya ha quedado claro quiénes son los vencidos y vencedores de las urnas.
Mientras el cómico con imagen de Pepito Grillo (papel que él mismo reivindica) gana, el perdedor definitivo de estas elecciones es Silvio Berlusconi. Aunque él haya intentado disimular (yéndose de viaje a Rusia para celebrar con su amigo Putin), su partido, el Pueblo de la Libertad (Pdl), ha desaparecido casi del mapa italiano.
Derrotada en su bastión de Palermo, la formación berlusconiana no ha podido afirmarse en ninguna ciudad. Según las estimaciones del diario Il Sole 24 Ore, en el conjunto del país el Pdl ha perdido más del 15%. Y, si la otra formación conservadora, el tercer polo católico alternativo a Berlusconi, no supo aprovechar la caída del Cavaliere, le ha ido mejor a los progresistas del Partido Demócrata (PD), que han contenido las perdidas, dejándose atrás sólo un 5%.
La coalición de centroizquierda ha ganado en varias ciudades solo gracias al apoyo determinante de la izquierda más radical que se opone al Ejecutivo de Monti.
Atracón de fondos públicos
Sin embargo, no es sólo el apoyo al Gobierno tecnócrata lo que le pasa factura a los tradicionales partidos políticos. La desconfianza de los italianos hacia las formaciones representadas en el Parlamento ha ido creciendo en los últimos meses, según surgían los escándalos de corrupción y noticias sobre el derrame de fondos públicos. Si los problemas de Silvio Berlusconi y de su correligionarios son muy notorios, más desapercibido a nivel internacional ha pasado el hecho de que un diputado progresista -y antiguo tesorero de un movimiento confluido en el Partido Demócrata-, Luigi Lusi, haya robado 13 millones de los fondos públicos destinados a su partido.
El mismo problema lo acaba de tener también la Liga Norte, movimiento autonomista y antieuropeísta, que está llevando adelante una dura oposición a la austeridad de Monti: unas investigaciones han descubierto que el partido malgastaba dinero público para los vicios de los colaboradores y de los hijos del líder, Umberto Bossi. El colmo para un movimiento, a menudo criticado por sus posiciones xenófobas, ha sido el hecho de que el hijo menor de Bossi, joven diputado autonómico famoso por su escasa predisposición a los estudios, se haya sacado, pagando, una licenciatura falsa en Albania.
Así no es difícil imaginar cómo la financiación pública de los partidos haya acabado en el punto de mira, y eso que los italianos ya se habían pronunciado en contra de esa derogación en 1993 con un referéndum. Sin embargo, los partidos decidieron entonces ignorar el voto popular y bajo la tapadera de los reembolsos electorales, se han tragado en los últimos 20 años alrededor de 2.500 millones de euros.
Entre Atenas y Tangentopoli
El panorama transalpino empieza a recordar el de hace 20 años, cuando una concatenación de escándalos acabó con los partidos que habían protagonizado la escena política desde la posguerra. Entonces se habló de fin de la Primera República, pero la Segunda, empezada tras la victoria de Berlusconi en 1994, ya está a punto de derrumbarse. Mientras los progresistas del Partido Demócrata son los favoritos para las elecciones de 2013, en el ala derecha del Parlamento resulta haber un enorme vacío. Berlusconi ha anunciado su intención de acabar con el Pdl y fundar otra formación política: sin embargo, más que el inspirador de un nuevo partido conservador, el Cavaliere es un obstáculo para la reunión de las varias corrientes católicas.
De todas maneras, mientras los mercados se vuelven en contra de los tecnócratas y la prima de riesgo de la deuda vuelve a subir, nadie en Roma sabe los que va a pasar dentro de un año.
Solo una cosa es cierta: entre el riesgo griego y la historia de los sobornos que se repite como una enfermedad cíclica, el nacimiento de la Tercera República promete ser un baño de sangre para los partidos transalpinos.