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De Iowa a New Hampshire: la clave de las primarias de EEUU está en los impuestos
La semana pasada se libró la primera batalla electoral de una guerra donde los pupilos republicanos luchan por hacerse con el respaldo del partido y el electorado en su búsqueda por reconquistar la Casa Blanca.
Desde Des Moines, la capital de Iowa, los ciudadanos congregados en los enrevesados caucus no dieron tregua a ninguno de los participantes: Mitt Romney y Rick Santorum, a ocho votos de diferencia y liderando el recién estrenado ranking de victorias en las urnas; Ron Paul, en tercera posición, seguido de Newt Gringrich, que parece haber perdido carisma. Un vapuleado Rick Perry, a la cola de la lista mientras que el fiasco de la única fémina en las papeletas, Michele Bachmann, obligó a la candidata a abandonar definitivamente las barricadas y retirar sus tropas.
De nuevo, el camaleónico Romney volvió a recuperar el podio después de meses relegado al papel de segundón frente a otros candidatos que quemaron demasiado pronto sus 15 minutos de gloria. Recordemos, entre otros, a Herman Cain, cuyos affairs extramaritales obnubilaron su propuesta de imponer una tarifa plana fiscal en Estados Unidos, o la propia Bachmann, cuya candidatura fue perdiendo fuelle desde su apertura estelar a comienzos del pasado verano. Sin embargo, Romney, el exgobernador de Massachusetts y cofundador del fondo de capital privado Bain Capital, vio enturbiada su victoria en Iowa por un competidor inesperado: Rick Santorum.
Este candidato, que sólo quedó a ocho votos y cuenta con una recaudación de 1,2 millones de dólares para conseguir su objetivo electoral frente a los 32,2 millones de dólares que amasa ya la campaña de Romney, congenió con los vecinos de Iowa más conservadores. Al fin y al cabo, su idea de familia tradicional y su conservadurismo de libre mercado se convirtieron en la fórmula perfecta.
Romney vs Santorum
¿Qué pasará mañana? En New Hampshire, los delfines republicanos volverán a verse las caras mañana. Será el escenario perfecto de la filosofía republicana: una política fiscal mínima. Sin impuestos estatales y con las tasas impositivas más bajas del país, dicho estado disfruta del umbral de pobreza más bajo de EEUU y un paro del 5,2 por ciento. Quizá por ello, tras su buen hacer en Iowa, Santorum se coloque en tercer lugar por detrás de Ron Paul y Romney en los últimos sondeos, cuando nadie le incluía en el top 3 de posibles vencedores.
El que fuera congresista por el estado de Pensilvania entre 1991 y 1995 ha sabido amasar una propuesta populista en lo que a impuestos se refiere. Con una familia de siete hijos, (uno de ellos fallecido) y una esposa, el candidato ha prometido triplicar las rebajas fiscales para aquellos que cuenten con una carga familiar similar a la suya. Además, promete no someter a cargas fiscales a aquellas compañías patrias que produzcan productos americanos y creen empleos en el país.
"Creo en la reducción de impuestos. Creo que en el equilibrio presupuestario... pero también creo que los republicanos tienen que tener en cuenta a los ciudadanos que sufren en nuestra sociedad debido a dicho equilibrio presupuestario", explicó tras su victoria moral en Iowa. Santorum pretende reformar el código tributario de EEUU y crear dos tipos de impuestos sobre la renta - del 10 por ciento y del 28 por ciento - mientras que apuesta por triplicar la actual exención fiscal por cada hijo y eliminar la penalización impositiva por matrimonio, el impuesto de muchas parejas cuando ingresan dos salarios.
"Su apuesta es muy importante", afirma en un informe Howard Gleckman, analista el Centro de Política Fiscal no partidista. "La mayoría de los otros candidatos republicanos han reducido las exenciones fiscales o las mantienen sin cambios pero, en el aspecto fiscal, Santorum está siendo realmente generoso", añadió.
Menos tributos, más riqueza
Santorum también cree que la eliminación de los impuestos a los fabricantes estadounidenses debería estimular dramáticamente el crecimiento económico y la creación de "millones" de puestos de trabajo. También apuesta por la expansión de la investigación y el aumento del crédito fiscal al desarrollo desde el 14 al 20 por ciento, así como permitir a todas las empresas deducir plenamente sus inversiones en nuevos equipos.
Sin embargo, con la deuda nacional por encima de los 15,2 billones de dólares, es decir, el 100,3 por ciento del Producto Interior Bruto de EEUU, algunos consideran estas propuestas como un verdadero riesgo para el conservadurismo presupuestario tan necesitado en Washington DC.
Romney no ofrece ningún beneficio fiscal específico para los fabricantes o las familias en su plan. El exgobernador de Massachussets no ha prometido recortes fiscales sobre los ingresos. De hecho, según su plan, los individuos y las pequeñas empresas seguirían sujetos a una tasa máxima del 35 por ciento. Al adoptar esta posición, Romney probablemente intenta posicionarse del lado de los republicanos moderados, muy preocupados por el déficit.