Global
Cuatro atentados causan 16 muertos en Kerbala
La primera bomba despedazó a la multitud de guardias y civiles reunidos ante una oficina que emitía carnets de identidad y pasaportes, y otras tres explosiones se produjeron poco después, cuando los servicios de emergencia habían llegado al lugar, informó la policía.
Los guardias, aterrorizados, dispararon al aire para alejar a los transeúntes después de que las bombas destrozaran los edificios cercanos e incendiaran numerosos vehículos.
"Estaba dentro de mi casa cuando oí una gran explosión. Cuando salí vi muchas personas heridas y algunos cadáveres en el suelo", dijo el vecino Mohammed Na'eim.
Un oficial de la policía de Kerbala dijo que 16 personas habían resultado muertas y 34 más heridas, mientras que un responsable del departamento sanitario de la ciudad dijo que los hospitales habían recibido hasta ese momento 10 cadáveres y 110 heridos.
La violencia se ha reducido en Irak desde los niveles máximos de enfrentamiento civil en 2006-2007, pero aún sigue habiendo ataques y atentados diarios cometidos por insurgentes vinculados con Al Qaeda y milicias chiíes, mientras las tropas estadounidenses preparan su retirada a finales de año.
Kerbala, una ciudad sagrada para los chiíes situada a 80 km al suroeste de Bagdad, ha sido escenario de numerosos atentados por parte de extremistas suníes contra peregrinos chiíes que acuden a sus lugares sagrados. El jueves, un suicida se inmoló ante unos peregrinos que se dirigían a la ciudad, matando a cuatro personas e hiriendo a otras 17.
OBJETIVO: EL GOBIERNO
Este año, los insurgentes han atacado sobre todo edificios públicos y a las fuerzas de seguridad, en un intento de desestabilizar el frágil gobierno formado por partidos suníes, chiíes y kurdos. Normalmente se produce una primera explosión, y se detonan más bombas cuando llegan los servicios de emergencia.
Responsables estadounidenses e iraquíes sostienen que las fuerzas de seguridad iraquíes son capaces de luchar contra la persistente insurgencia, pero muchos iraquíes creen que una cierta presencia militar estadounidense supondría una garantía de estabilidad mientras el país emprende la reconstrucción.
Más de ocho años después de la invasión de Estados Unidos que derrocó a Sadam Husein, los soldados estadounidenses que aún quedan en el país tienen previsto retirarse a finales de año, cuando finaliza un acuerdo bilateral de seguridad entre ambos países. A finales de mes, el número de soldados estadounidenses será de unos 30.000, la mayoría de los cuales se dedica a tareas de asesoramiento y asistencia a las fuerzas iraquíes desde que a finales del año pasado dejaron las misiones de combate.
El Gobierno del primer ministro, Nuri al Maliki, está negociando con las autoridades estadounidenses para la permanencia de algunos soldados para tareas de formación, pero son conversaciones aún en una fase preliminar.