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Gadafi ataca una ciudad y los rebeldes estudian pedir ayuda



    TRÍPOLI (Reuters) - Fuerzas leales a Muamar Gadafi atacaron el miércoles una importante ciudad del este de Libia, lo que conllevó que los rebeles advirtieran que podrían buscar ayuda militar exterior para "dar la puntilla" al régimen.

    Tropas gubernamentales brevemente capturaron Marsa El Brega, una terminal exportadora de petróleo, antes de que los rebeldes recuperaran el control de la ciudad, situada a 800 km al este de Trípoli y que tomaron hace cerca de una semana, según los responsables de los rebeldes.

    El asalto parece ser la operación militar más significativa por parte de Gadafi desde que hace dos semanas comenzara una insurrección que desató una confrontación que Washington cree que podría desembocar en una larga guerra civil a menos que el veterano mandatario dimita.

    Los rebeldes dijeron que probablemente van a pedir ayuda exterior, un tema delicado para los países occidentales, que son incómodamente conscientes de que Irak sufrió años de derramamiento de sangre y violencia por parte de Al Qaeda tras la invasión encabezada por EEUU en 2003 para derrocar a Sadam Husein.

    No hubo confirmación independiente de las noticias sobre los combates en Marsa El Brega, que se dijo que estaba en manos rebeldes por primera vez el 24 de febrero mientras las protestas contra Gadafi se extendían rápidamente hacia el este del cuarto país más extenso de África.

    "Probablemente vamos a pedir ayuda exterior, probablemente ataques aéreos en localizaciones estratégicas que den la puntilla (a Gadafi)", dijo a Reuters Mustafa Gheriani, portavoz de la Coalición 17 de Febrero.

    "Trataron de tomar Brega esta mañana, pero fracasaron. Está de nuevo en manos de los revolucionarios. Está tratando de crear todo tipo de guerra psicológica para mantener a estas ciudades al límite", dijo.

    Existe el temor de que el levantamiento, el más sangriento de los ocurridos recientemente contra veteranos gobernantes de Oriente Próximo, pueda causar una crisis humanitaria, especialmente en la frontera con Túnez, adonde llegan miles de trabajadores extranjeros que intentan huir.

    Gadafi continuó desafiante y su hijo, Saif al Islam, advirtió a Occidente que no lleve a cabo ninguna acción militar para derrocar a su padre, al tiempo que aseguró que el líder no se irá al exilio ni renunciará.

    En Libia, líderes tribales, altos cargos, oficiales del ejército y unidades militares han desertado, se han puesto del lado de la causa rebelde y dicen que cada vez están más organizados. Trípoli es una fortaleza para Gadafi en el país productor de petróleo.

    "Vamos a mantener la presión sobre Gadafi hasta que dimita y permita al pueblo de Libia expresarse libremente y determinar su propio futuro", dijo Susan Rice, embajadora de EEUU ante las Naciones Unidas, al programa de televisión "Good Morning America".

    El capitán Faris Zwei, uno de los militares en el este que se ha unido a la oposición, dijo que más de 10.000 voluntarios se habían alistado en Ajdabiya, situada a una corta distancia de Marsa El Brega.

    "Vamos a reorganizar el Ejército, que fue prácticamente destruido por Gadafi y sus secuaces antes de marcharse (de esa localidad)", dijo. "Estamos reformando tanto como podemos, el Ejército con la juventud que participó en la revolución".

    Dos buques de asalto anfibios, el USS Kearsarge, que puede transportar a 2.000 marines y el USS Ponce, entraron en el canal de Suez con rumbo al Mediterráneo. El destructor USS Barry navegó el lunes por el canal dentro de los esfuerzos para incrementar la presión diplomática y militar para que Gadafi dimita.

    Los dos barcos entraron al canal por la boca sur, dijo un responsable, y se prevé que lo hayan atravesado a las 3:30 de la tarde (13:30 GMT) ó 4:00 hora local.

    LA LIGA ÁRABE, DISPUESTA A RECHAZAR LA INTERVENCIÓN EXTERIOR

    Los ministros de Exteriores de la Liga Árabe se reunirán el miércoles en El Cairo para discutir un borrador de resolución que rechaza la intervención militar exterior en Libia, dijo el vicesecretario general de la Liga.

    El reposicionamiento de los barcos y aviones de EEUU más cerca de Libia está ampliamente considerados como una muestra simbólica de fuerza, ya que ni Estados Unidos ni sus aliados de la OTAN han mostrado ningún interés por una intervención militar directa en los disturbios que han visto cómo Gadafi perdía control de gran parte del país.

    "Estamos estudiando muchas opciones y contingencias. No se han adoptado decisiones sobre otras acciones", dijo el secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, indicando que Naciones Unidas no ha autorizado el uso de la fuerza en Libia.

    Italia dijo que enviará una misión humanitaria a la vecina Túnez para proporcionar alimentos y ayuda médica a las cerca de 10.000 personas que han huido de la violencia en Libia a través de su frontera oriental.

    La Casa Blanca dijo que sus buques estaban siendo redesplegados en preparación para posibles esfuerzos humanitarios, pero enfatizó que no está "retirando opciones de la mesa".

    El ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Alain Juppé, se mostró más cauteloso y dijo no habrá una intervención militar exterior en Libia sin un claro mandato de la ONU.

    El primer ministro británico, David Cameron, dijo que era inaceptable que "el coronel Gadafi esté asesinando a su propio pueblo usando aviones y helicópteros".

    El general James Mattis, que dirige el Mando Central estadounidense, declaró en una audiencia en el Senado que imponer una zona de exclusión aérea sería una operación "desafiante" que implicaría un especie de ataque.

    AFRICANOS Y ASIÁTICOS, DESESPERADOS POR SALIR

    Guardias fronterizos tunecinos dispararon al aire el martes para tratar de controlar a una multitud de personas que trataba de cruzar la frontera.

    Unas 70.000 personas han pasado por el cruce fronterizo de Ras Jdir en las últimas dos semanas y se espera que los cientos de miles de empleados extranjeros que trabajan en Libia sigan sus pasos.

    En Ras Jdir, en la frontera tunecina, miles de inmigrantes bangladesíes, desesperados por abandonar Libia, se apretaban contra las vallas del puesto fronterizo, enfurecidos porque su gobierno no envía ayuda.

    Grupos de trabajadores inmigrantes de África occidental gritaban pidiendo ayuda y sostenían banderas de Ghana y Nigeria.