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Recta final para las elecciones en Francia: Ségolène Royal se agarra a Zapatero... a falta de Blair



    José Luis Rodríguez Zapatero y Ségolène Royal se echaron flores mutuamente en un mitin celebrado anoche en Toulouse, en el que el presidente del Gobierno brindó un apoyo entusiasta a la candidata socialista a la presidencia francesa, aunque a lo largo de la campaña la referencia internacional de todos los aspirantes ha sido sobre todo un blairismo a la carta.

    Vitoreado por el público en una ciudad de importante presencia española, el secretario general del PSOE aseguró que Royal "ofrece un modelo de éxito a los franceses" y encarna "un proyecto de democratización y modernización", así como "las promesas de éxito de la socialdemocracia".

    Los asesores de Zapatero tal vez olvidaron decirle que la socialdemocracia no es algo a lo que se adhieren todos los socialistas franceses, o quizá el líder español se mostró políticamente incorrecto de forma deliberada.

    "Ségolène representa otra forma de ser y de gobernar. Ségolène es cambio, Ségolène es futuro", dijo también el presidente, cuyo discurso en español, muy aplaudido, fue traducido simultáneamente mediante rótulos. "Siempre, siempre estaré de vuestro lado".

    Nada de economía

    Royal le devolvió los elogios, y lo que dijo fue tan elocuente como lo que omitió.

    La socialista francesa alabó la decisión de Zapatero de retirar las tropas españolas de Irak, sus acciones en favor de la descentralización, su "lucha contra el machismo" y "una ley ejemplar contra la violencia de género", así como "la valiente reforma del matrimonio de los homosexuales".

    Entre los logros del actual Gobierno español también se refirió a la ecología, la lucha contra el terrorismo, "buscando la paz sin bajar la guardia" y la "justa regulación de la inmigración". ¿Y la economía? Sólo mereció una breve mención a "la reconciliación del progreso social y la eficacia económica".

    Socialismo de poca afinidad

    Y es que en ese último terreno no son tantas las afinidades entre el PSOE y el PS francés.

    Mientras el socialismo español se ha modernizado y asume abiertamente la economía de mercado, el francés sigue recelando del capitalismo y se aferra a viejas recetas como el intervencionismo del Estado, las nacionalizaciones y el aumento del gasto público, sin inquietarse demasiado por el abultado engorde del déficit y la deuda pública.

    Además, el modelo español atrae poco a los franceses en general. El crecimiento de nuestro país, muy superior al francés, suscita más envidia que admiración y se relativiza a menudo, atribuyéndolo al pasajero boom de la construcción y a las ayudas europeas.

    Una economía en entredicho

    La precariedad del empleo en España y la menor protección social tampoco son cosas que los socialistas franceses anhelen. Y en el terreno social, Royal, gran defensora de la familia, se ha mostrado más tímida que Zapatero, y sólo en fechas recientes ha aceptado defender, por ejemplo, la adopción por parte de parejas homosexuales.

    La referencia internacional en estas elecciones es en realidad Tony Blair , el primer ministro británico, al que todos los candidatos han citado como ejemplo en numerosas ocasiones durante la campaña.

    Royal quiere inspirarse "de lo que hizo durante su primer mandato para combatir el desempleo juvenil" y ha aplaudido sus inversiones en servicios públicos y el acompañamiento de los jóvenes diplomados".

    Pero... ¿y Blair?

    Sarkozy, por su parte, viajó a Londres para entrevistarse con Blair en una de sus primeras salidas al extranjero tras ser proclamado candidato de la UMP, y alabó sus logros en materia de empleo y de modernización del país. Tan entusiasmado estaba que cometió un curioso lapsus: "Los socialistas europeos deberían enorgullecerse de lo que ha hecho uno de los nuestros, ejem, de los suyos", dijo.

    Pero se trata sobre todo de un "blairismo a la carta".

    Ni Royal ni los demás socialistas franceses comparten su política en materia de delincuencia juvenil o de inmigración, por no hablar de la participación en la guerra de Irak, y en lo económico, desearían obtener sus mismos resultados sin emplear sus medios: la flexibilidad, la liberalización, la apertura a la globalización, la prioridad al crecimiento se consideran propias de un liberalismo desmelenado.

    Para los socialistas franceses, Blair hace una política de derechas, lo que explica que Royal no le haya invitado a sus mítines.

    "Lejos de ser alentador, el atractivo tardío que ejerce Tony Blair sobre nuestros candidatos parece mas bien revelador de la esquizofrenia del pensamiento económico francés: querría aprovecharse del dinamismo del mercado sin asumir su dureza", escribía recientemente un comentarista del diario Les Echos.