Los gitanos sufren más discriminación en Europa por la crisis
El peso de la recesión económica está exacerbando las tensiones y resentimientos hacia las minorías e inmigrantes en toda Europa, e incluso en África.
En Italia, un aumento en la inmigración ilegal llevó a la aprobación de una ley que permite que los ciudadanos patrullen las calles. Unos 100 gitanos dejaron Irlanda del Norte, después de que sus casas fueran atacadas en junio. Y en Argel, los obreros inmigrantes chinos y argelinos se enfrentaron con cuchillos y palos el 3 de agosto.
Pero en Hungría, tanto la crisis como la violencia son particularmente drásticas. El país fue el primer país de la Unión Europea en acudir al FMI en busca de ayuda el año pasado, y padece una profunda recesión y un desempleo cada vez mayor.
La desaceleración económica ha perjudicado especialmente a los gitanos, que constituyen del 6 al 7 por ciento de la población y a quienes les resulta difícil encontrar trabajo aún en tiempos de prosperidad.
La crisis ha agudizado las tensiones sociales y, según su presidente, los recientes ataques brutales contra los gitanos han llevado a Hungría al borde de un conflicto abierto.
"Sabemos que la situación es tensa y está a punto de explotar", dijo el mandatario Laszlo Solyom en una rueda de prensa hace una semana, instando a los húngaros a sentir compasión por los gitanos: más de media docena, niños incluidos, han muerto en recientes ataques violentos.
La hija de Balogh, Ketrin, todavía está hospitalizada con heridas de gravedad después del ataque del 3 de agosto en el pueblo de Kisleta, en el este de Hungría.
Por toda Europa del este, la población gitana es significativa y cada vez mayor. El resentimiento público es feroz.
"Hace mucho que los gitanos generan este tipo de reacciones, principalmente por medio de su propia conducta, robos, asesinatos y todo eso", dijo a Reuters Anna Molnar, de 21 años, graduada de la universidad en Budapest.
"Sé también de ejemplos opuestos, algunos gitanos trabajan y no causan problemas. Pero es un círculo vicioso. Incluso ellos tienen problemas para conseguir trabajo por el modo en que el resto se comporta", agregó.
El Gobierno de Hungría prevé que la economía se contraiga un 6,7 por ciento este año y que permanecerá en recesión el año próximo. Decenas de miles de puestos de trabajo se han perdido con la crisis económica, y los gitanos no son bienvenidos en muchos niveles laborales.
Menos de un cuarto de los gitanos trabaja legalmente en Hungría, según el último sondeo nacional. En Eslovaquia, el Gobierno coloca esa cifra por debajo del 10 por ciento.
"Los empresarios cierran las puertas. Tienen el derecho a elegir (...) y no aceptan gitanos", dijo Istvan Szirmai, funcionario del Ministerio de Trabajo de Hungría.
La falta de trabajo o el acceso a una educación adecuada en las últimas décadas hace que una creciente proporción de los gitanos ahora conformen lo que los investigadores denominan una nueva subclase, en la que el desempleo y la pobreza son extremos y hereditarios.
"Entre un seis y un ocho por ciento de la sociedad necesita apoyo constante", dijo Janos Ladanyi, un experto en la comunidad gitana de la Universidad de Economía de Budapest. "Incluso su subsistencia tercermundista cuesta tanto que socava las condiciones del crecimiento económico sostenido", agregó.
AVANCE DE LA EXTREMA DERECHA
Los partidos políticos que se aprovechan del problema han avanzado electoralmente de Hungría a Bulgaria. En Hungría, el partido Jobbik quiere suspender la asistencia social a los desempleados crónicos, muchos de los cuales son gitanos, y tomar medidas enérgicas contra los delitos menores a los que denominan "crímenes gitanos".
Las encuestas sugieren que Jobbik ganaría un máximo de 50 de las 386 bancas parlamentarias en las elecciones previstas para abril o mayo del 2010.
El extremismo está agravando las tensiones: cada asesinato de gitanos enciende los motivos racistas. Nada ha sido probado, pero el único nexo entre las muertes es el origen gitano de las víctimas.
En febrero, unos atacantes en el pueblo de Tatarszentgyorgy, en el centro de Hungría, prendieron fuego una casa y mataron a tiros a un niño de cinco años cuando huía de su hogar, así como a su padre, que salió corriendo tras de él.
La policía hasta ahora no ha podido atrapar a ningún atacante, dando lugar a que los grupos civiles advirtieran que los gitanos podrían unirse en un movimiento radical propio.
"Hay una nueva generación de gitanos que está creciendo", dijo Aladar Horvath, presidente de la Fundación de Derechos Civiles de los Gitanos en Budapest. "Es cuestión de tiempo antes de que comiencen un movimiento radical gitano. No ha ocurrido todavía, pero será algo natural", agregó.
RESQUICIO DE ESPERANZA
En otro pueblo, Bodvalenke, en las montañas del este húngaro, el Gobierno está ayudando a mantener un esquema de decorado de casas para atraer turistas, generar puestos de trabajo y aliviar las condiciones de subsistencia para los gitanos que componen gran parte de la población.
El artista gitano Janos Horvath recientemente comenzó a pintar cuentos folklóricos sobre los muros de las casas. Los niños del lugar lo ayudan a rellenar sus contornos con pinturas azul y naranja resistentes a la lluvia, mientras los hombres preparan la próxima casa para decorarla.
Con el tiempo, las imágenes cubrirán decenas de casas, y el trabajo les depara un dinero equivalente al salario mínimo.
"La mayoría (de la población húngara) ha gozado de beneficios en los últimos 20 años", dijo Eszter Pasztor, una activista que inició el proyecto. "Nosotros necesitamos integrarlos. Sus impuestos pagarán por mi jubilación, también", sostuvo.
En Bodvalenke, la aguda pobreza de los gitanos oculta los cinco años que Hungría ha pertenecido a la Unión Europea.
Ibolya Mata, una madre de 13 hijos, se las arregla sin agua corriente ni electricidad en un edificio de paredes peladas y piso de tierra que se empapa cada vez que llueve. Un pantano podrido comienza a unos pasos de la puerta de entrada. Las ratas abundan.
"Esta no es forma de vivir. Cinco de mis hijos se han mudado, tres están muertos, y todavía tengo siete bocas que alimentar, tres veces al día, con 113.000 florines (590 dólares) de ayuda al mes", dijo, con niños desnudos corriendo a su alrededor.
"Podríamos abrir un restaurante para turistas", dijo Zsuzsa Ganyi, que tiene reputación de buena cocinera. Su casa está limpia, y tiene puertas y ventanas. Tiene muebles, pero no trabajo.
El Gobierno, tratando de lograr que los desempleados crónicos busquen trabajo, recientemente comenzó a poner como condición para la ayuda del estado la participación de proyectos públicos y de capacitación cada tantos meses. Pero los empresarios se mantuvieron alejados de lugares como Bodvalenke.