Las elecciones alemanas están más cerca y la popularidad de Angela Merkel sigue batiendo récords. El 46 por ciento de los ciudadanos del país cree que la líder europea es quien mejor puede ganarle la batalla a la crisis del euro y el candidato del principal partido de la oposición, el socialdemócrata Peer Steinbrück, no llega al 30 por ciento en los sondeos de intención de voto. Seis de cada diez alemanes no confían en Merkel tras la crisis en ChipreUna de las pocas esperanzas que albergaban los opositores hasta hace poco, era que los actuales socios de la Canciller, los liberales del FDP (Partido Democrático Liberal, por sus siglas germanas), se hundieran por debajo del 5% en las próximas elecciones, dejando a Merkel sin aliados. Sin embargo, incluso esta tendencia se ha invertido recientemente y todo hace pensar en una leve recuperación del socio menor de la coalición gubernamental, suficiente para igualar, al menos, a la coalición de izquierdas formada por los Verdes y el SPD (Partido Socialdemócrata). La semana pasada, sin embargo, la socialdemocracia alemana se decidió en un congreso extraordinario a quemar el último cartucho para recuperar posibilidades en la carrera electoral. En un intento de situar de nuevo el marcador a cero, el presidente del partido, Sigmar Gabriel, aseguró que "la campaña electoral de verdad comienza ahora" y Steinbrück reconoció que hasta el momento no se han opuesto lo suficiente a las políticas de Merkel. El candidato socialdemócrata destacó las propuestas sociales de su programa, como la concreción del salario mínimo, un impuesto a las grandes fortunas y una pensión mínima solidaria de 850 euros al mes. Hasta ahora le ha costado a la izquierda alemana marcar un perfil diferenciado de las políticas del gobierno, especialmente en el ámbito europeo, sin oponerse a ninguno de los rescates que se han votado en el Parlamento y salvando a la canciller de los euroescépticos que se contaban entre sus propias filas. Es por eso que Steinbrück pone ahora el acento en las políticas internas, alertando de que muchos ciudadanos no se están beneficiando de la buena coyuntura económica de la República Federal Alemana. Con este panorama, sin embargo, no había hasta ahora demasiados motivos de preocupación para los demócratacristianos de Angela Merkel. Pero un nuevo actor aparecido recientemente en la política alemana puede pasar de ser una anécdota a una molesta incomodidad para las aspiraciones de la canciller. Se trata de la materialización en forma de partido político de una corriente hasta ahora interna en los partidos de centroderecha, muy crítico con las políticas europeas de Merkel. La nueva propuesta, llamada Alternativa para Alemania proclama un objetivo muy claro, la desmantelación de forma ordenada de la zona euro. La nueva formación asegura que puede seguir habiendo una Unión Europea sin tener que compartir necesariamente una moneda única. Sus creadores, un catedrático de economía junto a antiguos miembros de la CDU y el FDP, reivindican la necesidad de corregir lo que consideran el "error" de la implantación del euro. En realidad, era previsible, hasta cierto punto, que esto ocurriera. A pesar de que los analistas no dan a la nueva formación, por ahora, opciones para superar la barrera del 5% para entrar en el Parlamento, hay que reconocer que representan, al menos en parte, ideas relativamente extendidas entre la ciudadanía alemana. En concreto, según el periódico liberal conservador FAZ, el número de personas que ponen en duda que dentro de diez años el euro siga existiendo ha aumentado del 37% al 42%, aunque sólo el 30% de los alemanes preferiría contar hoy en día con el marco alemán en lugar del euro. Igualmente, la acumulación de rescates a otros países, junto con el sentimiento de rechazo que Alemania despierta en algunos de estos países, hace que haya quienes se replanteen el negocio de la moneda única.