Pymes y Emprendedores
"En la crisis actual ha faltado guardar respeto a ciertos principios éticos"
El IESE cumple 50 años, y aunque cualquier motivo es bueno para hacer balance, este aniversario sirve para reflexionar sobre lo conseguido y lo que aún queda por hacer. Juan José Toribio es el encargado de guiarnos por la historia de esta escuela de negocios.
Cincuenta años y aquí siguen. La sociedad ha cambiado, las empresas también... ¿qué balance hace usted de lo aportado por esta escuela?
Empezamos con una sociedad muy distinta a ésta y con un país también muy diferente. Pero creo que nacimos con unas características y unos principios que nos adelantaban al futuro.
¿Cuáles son estos principios?
La misión era y es la formación de empresarios y directivos, siempre desde el punto de vista de la alta dirección. También es cierto que nacimos con un enfoque claramente internacional, algo que en aquella época chocó un poco, con una relación directa con Harvard. Y otra característica muy importante es que siempre hemos prestado mucha atención a los aspectos humanos y éticos en la dirección, concibiendo la empresa como una prestación de servicios. Hemos vivido tantas crisis económicas y sociales en estos años, que hemos podido reflexionar sobre ello.
Las dificultades iniciales también tenían su parte positiva: que en España apenas tenían competencia. Pero eso ha cambiado. ¿Cómo se hace para mantenerse?
Bueno, es obvio que la formación de posgrado ha progresado mucho. Hace 50 años, la formación acababa en la licenciatura y como mucho en un doctorado. En Europa el posgrado no era tan conocido y en Estados Unidos muy pocas universidades lo ofrecían.
En los ranking internacionales tenemos la suerte de que aparezcan siempre varias escuelas españolas entre los primeros puestos. Pero tal vez lo más difícil sea permanecer arriba, ¿se cumple en este sector? ¿Por qué cree que el IESE sigue estando donde está?
Queda mal que yo lo diga, pero es cierto que los rankings indican que somos buenos. Creo sinceramente que el mérito consiste en que fuimos de los primeros que implantamos este tipo de filosofía de educación y la idea de que para incorporarse a nuestra escuela no hacía falta tener una formación específica, puesto que la Universidad lo que hace es preparar la cabeza.
Además, hemos ido adaptándonos a los constantes cambios de la sociedad manteniendo todos nuestros principios como base. Y hemos impulsado escuelas de negocios en otros países; no sólo en Sudamérica, sino en África e incluso en Estados Unidos.
Estudiar un posgrado no es precisamente barato. No hace falta más que echar un vistazo a los programas de cualquier escuela. Con la que está cayendo, ¿no cree que afectará al número de alumnos, más allá de los propios cambios demográficos de Occidente?
La experiencia nos dice que quizá ocurra precisamente lo contrario. Depende del tipo de programa. En los programas de grado -MBA o doctorados- quizá pase que haya personas que crean que con la que está cayendo es éste el momento de aprovechar y añadir este tipo de formación a su carrera. Creo que nadie ha dejado de incorporarse al IESE por falta de recursos, tenemos un programa de becas y de financiación que lo asegura.
Además, ofrecemos otro tipo de formación a tiempo parcial para directivos que estén en activo y formación in-company para empresas, que quizá crean que también es éste un buen momento para hacerlo. Por la crisis no se queda nadie fuera, está claro.
Hace unos días el profesor José Ramón Pin nos contaba que le preocupaba que algunos de los directivos con comportamientos poco éticos de los que se habla en la prensa seguramente habría estudiado en escuelas de negocios. Se preguntaba qué es lo que se ha hecho mal. ¿Usted está de acuerdo con él?
¿Cómo no estar de acuerdo con todo lo que dice el profesor Pin? (risas). Hace poco he leído que la culpa de la crisis económica actual es de las escuelas de negocios. Pero creo que esta visión es muy exagerada. ¡Le aseguro que no enseñamos a celebrar con mariscadas la ruina de las empresas!
Otro asunto es si algunas de las cosas que han ocurrido se podían haber evitado con ciertos principios éticos. La transparencia era algo a lo que no se le daba tanta importancia. En la crisis actual hay que reclamar una mayor comprensión de los productos financieros y de los riesgos que conllevan.