Pymes y Emprendedores
Con la crisis tatuada en la piel
"Claro que se nota la crisis, hay estudios de tatuaje que han tenido que cerrar. Sobre todo, los que están en calles ocultas, que no se ven tan fácilmente". Son las palabras de Ovi, propietario de Chemical Tattoo, un estudio de tatuaje y piercing de Madrid. "Nuestra facturación crece cada año, de media, un 30%, pero el pasado junio bajó un 30%. El tatuaje no es un bien necesario, sino un artículo de lujo".
Por siluetear tres pequeñas estrellas en la piel se cobran más de 100 euros, y un solo lunar cuesta 60 euros. Es el precio que hay que pagar por los equipos y por la escrupulosa higiene, que evita infecciones cuando se inyecta tinta bajo la piel.
La moda de los tatus
La moda de los tatus, impulsada por figuras tan populares como David Beckham, Angelina Jolie y Amy Winehouse, ha ampliado la clientela de este negocio, pero no ha sido suficiente para mantenerlo en auge. El tatuaje mueve en España al año entre 45 y 54 millones; hay unos 300 estudios que facturan entre 150.000 y 180.000 euros cada uno, según fuentes del sector.
Gonzo es el dueño del estudio Por Amor Al Arte Tatoo, en Toledo. Es tatuador desde hace 10 años y anillador desde hace cuatro. Se muestra tajante: "El mercado está roto. En lo que va de año, varias personas que conozco han tenido que cerrar sus negocios. Yo también he notado el bajón. Desde 2000 hasta ahora, la facturación ha ido cayendo un 20 o un 30% cada verano.
"En junio de 2004 facturé 10.000 euros y el pasado junio no llegué a los 2.000. Entre 2000 y 2004, la gente derrochaba dinero, pero los tiempos han cambiado. Tengo compañeros en Villagarcía de Arosa, Barcelona, Melilla, Murcia... Y todos me cuentan lo mismo, que los tatuajes y piercings han pegado un frenazo. El de Murcia me comentaba ayer que si hace un tatuaje al día se da por satisfecho", asegura.
¿Qué ha pasado?
La crisis económica, que obliga a los españoles a recortar sus gastos, ha tenido mucho que ver. Pero también ha ayudado la multiplicación de los talleres. Gonzo lo explica: "Cuando el tatuaje llegó a España había sólo tres tiendas: en Sevilla, en Madrid y en Salou. Y, claro, ponían los precios que querían. Ahora ya no es así".
En España hay cerca de 300 talleres dedicados al tatuaje y el piercing, según varios tatuadores consultados, sin contar con los que operan ilegalmente. Éstos, que no son pocos, están amargando la vida al resto. Según señala, indignado, Ovi, "en los estudios de la calle Montera (cerca de la madrileña Puerta del Sol) las agujas se limpian con un esterilizante y se reutilizan (cuando deberían ser desechables). Un amigo que trabajó en uno de ellos me contó que podían hacer 140 pendientes en un día, una barbaridad". Si tomasen las medidas higiénicas imprescindibles, alcanzar esa cifra sería imposible, dice.
Los precios en los talleres piratas son considerablemente más bajos: "Un pendiente en el labio cuesta, allí, 20 euros, con la pieza incluida; aquí son 40 euros, porque la pieza está compuesta en un 99,9% de titanio. Sus pendientes, importados de China, incluyen productos tóxicos como aluminio, níquel o vanadio". Si hay algo que saca de quicio a los tatuadores consultados para elaborar este reportaje es que sus competidores se lucren poniendo en juego la salud de los clientes.
Chapuzas que no tienen solución
Icíar Orozco, propietaria del estudio Tarántula Tattoo, en Málaga, explica: "Muchos de ellos no tienen local, tatúan en pisos, de modo que ya no tienen los mismos gastos que nosotros. Y la higiene de sus servicios es nula. Muchos clientes vienen a hacerse arreglos, porque les hacen auténticas chapuzas". Chapuzas que no siempre tienen solución: "Hace días vino un chaval con un dragón negro en el muslo. Pero la tinta era de mala calidad y se había ido cayendo a pedazos".
No sólo importa que las agujas sean de un solo uso y que el local esté esterilizado. La tinta también es importante. En este sentido, el Ministerio de Sanidad ha elaborado una lista de los estudios que cuentan con tintas de calidad, que puede consultarse en www.msc.es.
Regulación
En lo que concierne al mundo del tatuaje, Sanidad puede dar la voz de alarma ante un peligro, como ha hecho recientemente acerca de los de henna negra (que provocan manchas, picor y ampollas). El Ministerio también puede retirar del mercado productos nocivos, como ya ha ocurrido con varias tintas. Sin embargo, son las comunidades autónomas las que ponen las reglas.
A Madrid, la autonomía más fuerte en esta actividad, la norma llegó en 2005. Así se acabó con la legalidad de los puestos ambulantes, se obligó a que las agujas fueran de un solo uso y a que las máquinas estuviesen esterilizadas. Sin embargo, siguen existiendo tatuadores sin un local fijo y agujas que, tras una desinfección, sirven para el cliente siguiente.
Los profesionales consultados (de Andalucía, Madrid y Castilla-La Mancha) coinciden en la petición para sus respectivas administraciones autonómicas: inspecciones más exigentes, ya que, por el momento, no han impedido que los piratas sigan trabajando. El peligro aumenta ahora que se están poniendo de moda las escarificaciones, que consisten en hacer una herida con el bisturí para que, una vez curada, se consiga una cicatriz con la forma deseada. ¿Qué puede pasar si el control sobre estas actividades no es exhaustivo?
'Mamis' a la moda
La moda ayuda, pero no es suficiente para salvar al tatuaje de la crisis, esa parece ser la conclusión. Y eso que, ahora, las niñas bien y las cuarentonas también se tatúan. "Hay muchas mamis de 40 años que se animan, ya no sólo va tatuado el chico con pintas. Vienen desde banqueros hasta fotógrafos. Y los que lo llevaban tapado, ahora lo enseñan", dice Gonzo. Uno de los motivos más replicados: la cruz con alas que David Beckham luce en su nuca.
Según Juan Luis Martínez, experto en marketing de moda de IE Business School: "Es más que una tendencia; trascenderá la moda y tendrá su segmento de mercado que le será fiel y que no responderá a patrones de comportamiento concretos: ya no son moteros, ni marines. Los personajes famosos que muestran sus tatuajes han conseguido que la gente deje de ver esa estética como marginal". Cómo borrarlos es otra historia.