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Por encima del millón de euros, inversión segura
Los expertos del mercado internacional calculan que las transacciones de arte moderno y contemporáneo tuvieron en el ámbito privado un volumen de negocio de 18.500 millones de euros en 2006 y 19.500 millones de euros en el siguiente. Si bien estos datos son conservadores para algunas de las mejores galerías norteamericanas, como la Richard Gray. Su director, Paul Gray, estima que para llegar a esas cifras solamente hay que sacar una media de 6 millones de euros para las 3.000 galerías de su país, y eso sin contar que hoy son muchas las que superan los 65 millones de ventas anuales. La suya es una de ellas.
Parace que la crisis no afecta al mercado del arte. Al menos a las subastas de nombres consagrados. Esta temporada se han alcanzado nuevos records para artistas como Monet, Bacon, Koons, Goya o Antonio López. Los compradores no se asustan ante las obras que se cotizan por encima del millón de euros, pues las consideran una inversión segura.
Un negocio de 12.000 millones
Sin embargo, los trabajos que se mueven por debajo de esa cifra cuentan con menos coleccionistas que hace un lustro, aunque la salud del mercado secundario (las subastas) parece no ofrecer dudas. Sólo entre Christie's y Sotheby's sumaron en el último año un volumen de negocio de más de 12.000 millones de euros.
Entre los artistas más buscados en la última década por los coleccionistas de todo el mundo, tanto en galerías como en salas de subastas, destaca el irlandés Francis Bacon, que ha triplicado sus cotizaciones en este tiempo.
Hasta el 14 de mayo de 2008, en que instaura un nuevo récord para los artistas de postguerra, al adjudicarse su Tríptico 1976 por 55,8 millones de euros, la etapa de mayores revalorizaciones del artista se sitúa entre febrero y diciembre de 2007, cuando las ventas de sus obras superaron los 200 millones de dólares.
El creciente interés por Bacon es manifiesto: entre 1997 y 2006 solamente se ofrecieron entre dos y siete obras suyas cada año, mientras que el pasado año se adjudicaron 13 firmadas por él.
Un capricho de Abramovich
El Tríptico 1976, al que los subastadores habían puesto un precio máximo de 44 millones de euros y que se llevó a su casa el magnate ruso y propietario del Chelsea, Román Abramovich, sirvió para pulverizar el anterior mejor registro del artista, que lo conseguió el otoño de 2007 con Estudio de Inocencio X, una pintura de 1962. En ella, Bacon reiteraba la perpetua obsesión del irlandés por el retrato del Papa pintado por Velázquez y que se adjudicó en 33,7 millones de euros.
El 13 de mayo no fue un día de mal augurio para la venta de arte moderno, pues se entronizó un nuevo récord para un artista vivo al pagarse 14,9 millones de euros por Benefits supervisor sleeping, cuadro de 1995 de Lucien Freud que retrataba a una voluminosa mujer desnuda, Sue Tilley, supervisora de subsidios sociales en Londres y modelo ocasional del artista. Y unos días antes se supo del fraude que hubo tras la venta de una calavera forrada de diamantes firmada por el británico Damien Hirst.
Hace cerca de un año, la pieza alcanzó en subasta la astronómica cifra de 63,5 millones de euros, pero se averiguó que este genio del marketing artístico pujó por ella, con lo que el récord dejó de serlo por descalificación.
Para demostrar que la desaceleración económica no afecta a las grandes obras del mercado del arte, el mismo día de la subasta del cuadro de Freud, se remató por 32,5 millones de euros Número 15, de Rothko, una pintura de 1952 que se convertía en el segundo precio más caro pagado por un cuadro del artista norteamericano.
La flor de Koons
Sin embargo, poco iba a durar el récord de artista vivo en manos del octogenario Freud. Tan sólo un mes y medio más tarde, también en la sede londinense de Christie's, una flor de Jeff Koons se adjudicó en 16,3 millones de euros. La escultura Balloon Flower (Magenta) era una de las piezas emblemáticas de la colección suiza Rachofsky, que se ampliará con este dinero.
La obra de Koons destaca por su escala monumental, la superficie cristalina y el exuberante cromatismo. También está considerada como una de las piezas fundamentales de su serie Celebrations, en la que Koons invirtió cerca de una década.