Pymes y Emprendedores

Busco detective: tengo un espía en la empresa



    "Los detectives somos como los de las películas, pero sin deportivo y sin rubia", dice siempre Javier Iglesias, hasta hace unos días presidente de la Asociación de Detectives Privados de España (APDE). Un colectivo formado por 2.100 profesionales y que genera al año unos 100 millones de euros.

    Una profesión que se tiende a relacionar sólo con infidelidades o todo tipo de asuntos turbios con pistolas de por medio. Pero los fraudes laborales centran casi el 60 por ciento de sus servicios.

    Entre el 10 y el 15 por ciento procede de temas personales y el resto pertenece a la piratería y la falsificación de marcas, una actividad que "no deja de crecer", según Julio Gutiéz, responsable de la agencia M;ra y actual presidente de la APDE.

    El rey de los fraudes son las bajas fingidas. Cada vez más pymes -la mitad de los clientes para Julio Gutiéz- acuden a los servicios de un detective privado para que verifique el estado real de los empleados en situación de baja transitoria por enfermedad o accidente, con el fin de aportar pruebas sobre su falsedad o supuesta enfermedad.

    "Se suele aprovechar para hacer otros trabajos puntuales", comenta este sabueso, que recuerda casos como el de un empleado que se daba de baja cada tres fines de semana "para servir copas en un bar por las que se sacaba un buen dinero".

    Espías en las pymes
    No sólo hay espías en las grandes corporaciones y en los puestos más altos de las empresas. En las pymes también los hay. Pero no recurra una vez más a las películas, que pueden estar sentados a su lado. Los espías industriales del siglo XXI son más bien personajes grises que a veces ni siquiera saben que ejercen como tales. Desde un documentalista hasta una secretaria pasando por un comercial con acceso a determinados datos sensibles.

    "A veces somos nosotros los traicionados. Nos encargan que investiguemos una empresa porque van a comprarla y la realidad es que lo hacen para robarles clientes", dice. Los seguimientos se suelen cobrar por horas, una cantidad que oscila entre los 70 y los 100 euros. Los trabajos cerrados (por ejemplo los casos de fraude laboral o espionaje) pueden costar hasta 3.000 euros. Una de las técnicas más comunes consiste en introducir un detective como parte de la plantilla para pillar al ladrón con las manos en la masa.