Pymes y Emprendedores

Madrid al Cubo o los otros 'souvenirs'

  • Una pequeña tienda de recuerdos de la capital resiste a la crisis recurriendo a la imaginación.
Gloria y Javier Rodríguez, fundadores de Madrid al Cubo. Autor: Elisa Senra.


El oso y el madroño en versión mini, el traje de chulapa, la postal de la Puerta de Alcalá, la réplica en cobre de La Cibeles. Éstos son algunos de los souvenirs que no se venden en Madrid al Cubo, una tienda que quiere salirse de lo de siempre.

Entre sus productos estrella: los felpudos que replican las placas del alcantarillado público madrileño, cuadros en los que un gigantesco Mazinger Z (el popular dibujo manga japonés) siembra el pánico en la Gran Vía y postales que, en lugar de mostrar un monumento a la luz del atardecer, sólo ponen "¡Guapo!". También hay libros sobre Madrid, tazas, camisetas... muchas de ellas, diseñadas por Gloria Rodríguez, cofundadora de este pequeño negocio junto con su hermano Javier. Él explica que se le ocurrió montarlo porque le daba rabia que los turistas se llevasen una muñeca vestida de flamenca "como recuerdo de una ciudad como Madrid".

El precio de la crisis

Hace dos años que este emprendedor dejó aparcada su carrera de periodista para montar su negocio. Y no le ha ido mal pese a la crisis. Madrid al Cubo tiene un resultado positivo y su facturación crece un 10 por ciento cada mes. Lo que sí han notado es que la gente se aprieta el cinturón: "Cuando abrimos, en 2008, el gasto medio por cliente era de 26 euros; ahora es de 14 euros".

La solución: lanzar nuevos productos más baratos. El relevo de los cuadros -cuyo precio puede alcanzar varios cientos de euros- lo han tomado unas láminas con la misma temática (la ciudad de Madrid), pero diez veces más baratas.

La crisis económica, dice Rodríguez, "es mala para la facturación, pero buena para la imaginación. Si sobrevives, sales muy fortalecido".

La característica principal de Madrid al Cubo es su innovador modelo: es una tienda temática, centrada en su ciudad, pero que huye de los tópicos.

Y sus clientes no son sólo turistas, aunque esté ubicada entre la Puerta del Sol y la plaza de Jacinto Benavente, una de las zonas más transitadas por los visitantes. "Uno de los colectivos que más compra aquí son los extranjeros residentes en Madrid. Les entusiasma la tienda. También les gusta a los turistas, por supuesto, y a los madrileños de toda la vida, que incluso nos dan ideas para nuevos productos. A los que somos de aquí nos encanta esta ciudad". Su mejor campaña de marketing ha sido, no lo duda, el boca a boca.

¿De dónde sacó el modelo Javier Rodríguez? "No había visto nada parecido. Conocía varias tiendas de este estilo en Londres, San Francisco y Barcelona, pero no estaban centradas exclusivamente en la ciudad".

A Rodríguez, que escapó de un trabajo rutinario para embarcarse en esta aventura, le encanta lo que hace y habla de ello con pasión: "Lo mejor es hacer algo para divertirte. Disfruto mucho de mi libertad: puedo hacer lo que quiera sin dar explicaciones a nadie. Y aquí no hay reuniones absurdas que sólo sirven para perder tiempo; todo se decide rápidamente".

Salto internacional

Son pequeños, pero quieren crecer. No tienen miedo a exportar su modelo a otros países. "Podemos hacerlo de dos formas: a través de franquicias o de tiendas propias. Lo estamos estudiando". Por el momento, su segunda tienda propia estará en España y prevén abrirla en el primer trimestre de 2011. Estará, previsiblemente, en un punto de encuentro de modernos y turistas: entre la calle Fuencarral y el barrio de Chueca.

La tercera esperan abrirla en Lisboa, "un mercado muy interesante para nosotros. Es una ciudad con alquileres asequibles y tirón turístico". En la capital lusa replicarían lo que han hecho en Madrid, sin perder su característico look.