Pymes y Emprendedores

El complicado aterrizaje en el mundo laboral de la 'generación sandwich'

    La 'generación sandwich' aspira a equilibrar vida personal y profesional. <i>Ilustración: LPO</i>


    Tienen entre 30 y 39 años, dominan algún idioma, tienen formación adicional -además de la carrera universitaria-, cierta estabilidad laboral y unos cuantos años de experiencia. Pero no han mamado la cultura laboral de sus padres, basada en el trabajo, porque también son hijos de la cultura del ocio. Y no están dispuestos a renunciar a ese tiempo libre.

    Es la 'generación sandwich', ésa que tiene una vida privada "muy rica y muy intensa pero al mismo tiempo está muy comprometida con su vida profesional. Sufren una contradicción casi esquizofrénica".

    Así los definió Carlos Obeso, director del Instituto de Estudios Laborales (IEL) de Esade, que ayer presentó el VII Informe Randstad: Jóvenes, profesionales y urbanos, un estudio que se enfoca en el perfil de estos treintañeros, en cómo trabajan y cómo les gustaría hacerlo. Es peligroso extrapolarlo porque los que han contestado a la entrevista de este estudio fueron escogidos entre los que obtuvieron resultados académicos por encima de la media y llevan entre siete y 15 años en la jungla laboral de Madrid y Barcelona.

    Prioridades

    Irrumpieron en el mercado laboral en una época en la que casi todos empezaban aceptando prácticamente cualquier cosa con tal de hacerse un hueco, aunque la palabra remuneración no existiera en el vocabulario del que los contrataba.

    Quizá por eso ahora declaran que valoran cierta estabilidad en el trabajo -llevan unos cinco años de media en el mismo sitio-, el buen ambiente laboral -sus compañeros son más amigos que competidores- y las tareas estimulantes -necesitan nuevas responsabilidades para no convertirse en temidos apáticos-. "Ahora tengo claro qué es fundamental. Hasta el punto de condicionar que me quede o no en una empresa", aclara uno de los participantes en el estudio.

    Porque el amor a la empresa pasó a mejor vida. "Siempre digo que lo que peor llevaban los protagonistas de Los lunes al sol no es que se hubieran quedado en el paro, sino que la empresa les había fallado. Eso no lo piensan estos trabajadores, porque saben que la relación con su empresa no es emotiva", aclaró Carlos Obeso.

    Tiempo libre

    Un buen sueldo a final de mes no les basta. También necesitan un horario adecuado a su vida más allá de la oficina, pero entre el deseo y la realidad a veces la distancia es demasiado lejana, casi insalvable.

    Porque pasan una media de 44,4 horas a la semana en el trabajo, y aunque reconocen que crece lentamente el número de compañías que tienen políticas de conciliación, reconocen que "echar horas sigue siendo una práctica habitual y recomendable si se quiere promocionar: es mejor que te vean fuera del horario pactado".

    Jefes indignos

    Tampoco sirve de mucho aliento si se analiza la calidad de sus superiores, a los que muchos definen como "jefes indignos que maltratan y que sólo saben gestionar por el miedo". Lo tiene muy claro una de las personas encuestadas: "...es la cultura del miedo, y eso ya no funciona en gente con dos masters y un doctorado". Lo peor, y al mismo tiempo lo más sorprendente, es que esos seres indignos sólo tienen unos cuantos años más que los hombres y mujeres 'sandwich' que aparecen reflejados en el estudio.

    ¿Pero no habían cambiado los estilos de dirección? Uno de los asistentes afirmó que quizá la respuesta esté en que precisamente los que han llegado a puestos de nivel en la empresa y aún no superan los 45 años no son más que meros reflejos de ese estilo arcaico de jefes anteriores.

    La respuesta de Obeso: "Quizá cuando uno ejerce la jefatura muchas veces no hace más que responder a la cultura de la empresa". Aun así, aclaró que dentro de cinco años publicarán otro estudio con los mismos participantes que éste y sus más que posibles subordinados. "Porque los que vienen sólo quieren dos cosas: tiempo y dinero".