Pymes y Emprendedores

Una adecuada gestión del tiempo es la clave para conciliar familia y trabajo



    La consultora 'Optimiza' ayuda a las empresas a ajustar sus horarios con facilidad. "Conciliar no es gastar dinero, es prohibir las reuniones a partir de las cinco de la tarde", entre otras cosas, pero en primer lugar.

    Que la medida más recomendada por Optimiza, consultora especializada en planes de conciliación a empresas, sea restringir la convocatoria de reuniones entre las 10.00 y las 17.00 horas tiene su razón de ser.

    Con ello se evita la competencia desleal entre mujeres y hombres a la hora de promocionarse a puestos de mayor responsabilidad -las oportunidades suelen caer alternando con el jefe de turno por la tarde y ellas suelen estar con sus hijos- y el absentismo laboral propiciado por gestiones tan peregrinas, pero tan ineludibles, como ir al banco, a la peluquería o al médico.

    Gloria Llátser, fundadora de Optimiza, se topa con demasiada frecuencia con empresas que piden a gritos una remodelación de su política de gestión del tiempo.

    El último caso fue el de una compañía farmacéutica donde la plantilla había asimilado -sin saber por qué- la dinámica de salir a las nueve o a las 10 de la noche. Con cuatro reuniones diarias no daban a basto y necesitaban horas extra para cumplir con sus objetivos.

    Pusieron cota a sus asambleas y aplicaron una política de luces apagadas a partir de las siete. A partir de esa hora ya nadie podía quedarse un ratito más. Al principio les costó acostumbrarse al apagón, tan habitual en centroeuropa. "La lucha contra las jornadas eternas es un frente a tres bandas que involucra a las empresas, a los servicios y a las administraciones".

    ENSEÑAR A LOS POLÍTICOS

    Optimiza es una pyme con sede en el barrio de Gràcia de Barcelona, compareció en el Congreso de los Diputados el pasado 23 de noviembre en calidad de asesor experto en conciliación. No es de extrañar que la Comisión de Trabajo y Asuntos Sociales la reclamara para la nueva ordenación del tiempo de trabajo, pues el equipo de Llátser hace tiempo que tiene como cliente habitual al Ayuntamiento de Mataró, de Castedelfells, de Murcia, a la Diputación de Girona e incluso a la Generalitat de Valencia.

    Así como la conciliación abarca todos los ámbitos -tanto el privado como el político -"debe icorporarse en cada uno de los departamentos y no sólo en el de Recursos Humanos" y "llegar a todos, no sólo a los jefes". Gloria se ha encontrado incontable veces con que los becarios no disfrutan de los programas de formación, ni de otros beneficios como los cheques de comida, cuando éstos trabajan a jornada completa. Ahora bien, Optimiza busca medidas equilibradas. Entienden que "las empresas no son una ONG".

    Si recomiendan invertir dinero en formación, lo hacen desde la perspectiva del beneficio futuro para las empresas. Siempre ahorrarán tiempo cuanto más preparados estén sus empleados.

    Otra medida de conciliación es llegar puntual al trabajo y así salir antes. Algo difícil en las grandes ciudades, donde oficinas y sobre todo, el cinturón industrial, obliga a perder como mínimo una hora en el desplazamiento de casa al trabajo.

    Era el caso de una pyme del sector metalúrgico a la que asesoró Optimiza el año pasado. Tenía fijada la entrada a las siete y media de la mañana y no se daban cuenta de que una gran mayoría de sus operarios, inmigrantes dependientes del transporte público, cogían el autobús de las seis de la mañana y luego esperaban una hora y media en la calle. Algo totalmente irracional. Por eso decidieron contratar un autocar de empresa que les hiciera la ruta del domicilio a la fábrica, y vicerversa, más llevadera. Desde entonces "las bajas por enfermedad se han reducido considerablemente".

    CONCILIAR A TRAVÉS DEL IDIOMA

    Además crearon un gabinete jurídico para gestionar todos los papeleos administrativos a los que este colectivo debe enfrentarse, muchas veces con un nivel muy pobre de nuestro idioma. Otra medida acertada con la que disminuyeron el absentismo laboral. Aunque el colectivo inmigrante todavía no sea representativo en el grueso de la población española (2,14% de la población ocupada) algunos sectores concentran su mano de obra. Allí es necesario aplicar medidas extra para economizar tiempo y no alargar las jornadas de trabajo. Por eso pagar por un curso de español no es un derroche. Es más bien sinónimo de eficacia.

    No hace falta ser el grupo Inditex, quien firmó en enero un convenio con el Instituto Cervantes para castellanizar a una plantilla compuesta por más de 27 nacionalidades, para darse cuenta de la importancia de las barreras del idioma. Cuanto antes aprendan español sus asalariados, mejor y más rápido se acoplarán al ritmo de los demás. Ellos también necesitan conciliar y resolver su vida familiar. Incentivarlos mediante una integración cultural y lingüística redundará en beneficio de toda la empresa.