Trate de reunir la mayor cantidad de recursos propios que le sea posible, le darán estabilidad Bancos y cajas se atreven cada vez más a invertir en proyectos de riesgo de emprendedoresmadrid. La financiación para poner en marcha un proyecto de empresa sigue siendo para muchos emprendedores el mayor de los obstáculos. El dinero es finito y llega hasta donde llega. En concreto, es especialmente delicado el momento de arranque, es decir desde que se quiere iniciar el proyecto hasta que la empresa funciona sin perder dinero. Pero, que nadie se desanime: "El dinero pasa a ser cuestión número dos frente otra más prioritaria: capacidad del emprendedor para ofrecer un producto maduro al mercado", asegura Jaime Domeneq, consultor de la Fundación Incyde, de Cámaras de Comercio. Él ofrece dos consejos básicos de cara a afrontar tan delicado tema. En primer lugar, y si el proyecto es de cierta envergadura, es bueno que las operaciones se basen en la medida de los posible en los activos que se tienen que financiar. Por ejemplo, si se necesitan vehículos, es fácil que éstos sirvan como garantía de la propia operación. Lo cierto es cada vez más la oferta de la banca camina en esa dirección: ofreciendo productos más especializados y en función del activo a financiar. Hablamos del renting para vehículos o el leasing para equipamiento informático, entre otras cosas. Instrumentos en los que la inversión se sostiene a sí misma.En segundo lugar, hay que intentar en la medida de lo posible, reunir la mayor cantidad de recursos propios. ¿Lo ideal? "Que cubran un tercio de la inversión para dar estabilidad al proyecto, aunque sea rebañando las finanzas familiares", dice Domeneq. A partir de ahí, hay que revisar qué alternativas ofrece el mercado, tanto privado (bancas, cajas, inversores individuales o capital riesgo) como público (préstamos blandos de las administraciones públicas, sociedades de garantía recíproca y otras entidades). Banca comercial. Los bancos y, en general las entidades privadas (cajas de ahorros, entidades de financiación, etcétera) buscan minimizar su riesgo -ahí está su negocio- y ese mínimo, cubrirlo con garantías. Por eso, cuando se acude a ellos en busca de dinero, siempre conviene presentar esas garantías (en forma de patrimonio, es lo más habitual). Pese a todo, la creciente competencia en el sector está impulsando a las entidades a atender más a la viabilidad de los proyectos y a asumir más riesgos. Entre los productos más solicitados figuran los de crédito, ese dinero que se pide normalmente a corto plazo para cubrir deudas, hacer frente a pagos extraordinarios o desfases de tesorería, comprar mercancía o cubrir el circulante (deudas, pago a proveedores). La entidad se compromete a poner a disposición del solicitante fondos hasta un límite determinado, bajo unas condiciones y durante un plazo. Los intereses se pagan por las cantidades dispuestas, puesto que el cliente no está obligado a utilizar todo el dinero. Por lo tanto, el resto del capital sigue disponible en la cuenta de crédito sin devengar intereses hasta que no sea utilizado. El préstamo supone la entrega al cliente de una cantidad fija de dinero, obligándole a devolver ese capital más los intereses pactados según un calendario. Además de estas dos modalidades clásicas, existen hoy en el mercado, como ya se apuntaba, otras más flexibles: leasing, confirming, forfaiting... Es cuestión de estudiar lo que se ajusta a cada necesidad. Apoyo público. Donde no llega la banca comercial puede hacerlo el sector público. Todas las administraciones públicas impulsan iniciativas orientadas a dar tan necesario respiro a quienes se embarcan en un proyecto empresarial. La propia Fundación Incyde tiene programas de creación de empresas que vehicula a través de las corporaciones locales, más próximas a los emprendedores. Uno de los organismos con más recursos para empresas es el Instituto de Crédito Oficial (ICO). Su línea más importante, la ICO Pyme, la emite todos los años con cuantías tan notables como los 7.000 millones de este ejercicio que ya se han agotado (atención a los fondos para 2007). Todavía no se ha gastado el dinero de otras líneas que, además son novedosas: ICO Emprendedores, que financia hasta el 90 por ciento del proyecto con un máximo de 100.000 euros de préstamo; Crecimiento empresarial, que cubre el 70 por ciento, hasta un máximo de seis millones de euros; y otras de carácter sectorial, como la ICO Textil, Calzado, Mueble y Juguetes, que financia el 70 por ciento de la inversión, hasta 2,3 millones de euros, o la de Medio ambiente, para sostener el 80 por ciento, hasta 500.000 euros.A medio camino entre lo público y lo privado, se sitúan las Sociedades de Garantía Recíproca, que son entidades, normalmente participadas por las administraciones públicas que estudian los proyectos de los emprendedores para después, comprobado que tienen una cierta viabilidad, avalarlos. De esta manera, facilitan la concesión de un crédito. Muchas de ellas están vinculadas a las CCAA.Inversores privados. Se trata de un modalidad menos accesible para muchos emprendedores pero ahí está. Es el capital privado dispuesto a invertir en proyectos. Adoptan múltiples formas: inversores individuales (o business angels), fortunas familiares (o family offices) o sociedades de capital riesgo, por poner tres ejemplos. Son de especial interés los primeros, que están experimentando un gran crecimiento. Tienen capacidad financiera para asumir operaciones entre 25.000 y 250.000 euros y no suelen adquirir más del 50% de la participación en la empresa, con lo cual no llegan a asumir del todo el control, dejando margen al emprendedor. Otro aspecto positivo de los business angels es que están interesados en proyectos que arrancan aportando capital semilla, es decir ese dinero tan necesario para hacer frente a los primeros, e ingentes gastos.