El proyecto 'Biorenew' se inspira en procesos naturales para separar la celulosamadrid. Biotecnología suena a laboratorio, genes, cultivos modificados y células madre. Pero también puede sonar a fábrica: una de sus ramas, la biotecnología blanca se encarga de buscar sustitutos naturales a los procesos químicos que se utilizan en la industria. Esta semana se han reunido por primera vez en Madrid los participantes de Biorenew, un proyecto europeo coordinado por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que, con un presupuesto de 15 millones de euros (de los que 9,5 son aportados directamente por la Comisión Europea), buscará hasta 2010 nuevos biocatalizadores industriales menos agresivos con el medio ambiente que los utilizados en la actualidad por los sectores papelero y químico. Encuadrado dentro del VI Programa Marco, en este gran proyecto europeo trabajarán juntos 26 organismos (entre empresas biotecnológicas y papeleras, universidades y centros de investigación- más significativos del sector). Por la parte española, además del CSIC, participan las universidades de Santiago, la Técnica de Cataluña y las papeleras ENCE y Celulosas de Levante. Naturales y no químicos"Producir una reacción química requiere mucha energía y esfuerzo. Sin embargo, en los seres vivos se suceden constantemente de una forma mucho más fácil y natural, a través de unas proteínas llamadas enzimas, cuya función es acelerar estos procesos. Con Biorenew trataremos de aplicar en la industria procesos que la naturaleza realiza de manera sencilla, de sustituir procesos químicos por naturales", explica el investigador del CSIC Ángel Tomás Martínez, coordinador del proyecto. La madera está compuesta en un 50 por ciento por la celulosa que se utiliza para la producción de papel. Pero también existe un 20 o un 30 por ciento de un polímero, la lignina, cuyo fin natural es proteger la madera, pero que actualmente se desecha, quemándolo. El problema consiste en que para separar estos dos compuestos se utilizan reactivos químicos derivados del cloro, que son contaminantes. El nuevo proyecto europeo se inspira en el proceso de degradación de la madera que ocurre en la naturaleza y lo que se hace es imitar, es decir, se producirán enzimas a la carta capaces de sustituir al temido cloro. Las ventajas de este método, explica Martínez, son varias. Sobre todo, se favorecerá un desarrollo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente de varias industrias, consolidando un sector europeo (la biotecnología industrial), que ya es líder mundial. También será más fácil la adaptación empresarial a las normas legislativas para la protección de la naturaleza. Nuevos productos ecológicos "Además -apunta el investigador- esa lignina que ahora se desecha es un material muy interesante para la industria química, ya que es un dispersante natural que puede sustituir a los utilizados hoy en día, que no son renovables ya que proceden del petróleo". Estos dispersantes se usan para mezclar materiales aparentemente incompatibles, y forman parte de la fabricación de miles de productos, desde el hormigón hasta la pintura. "La idea es hacer un uso integral de toda la biomasa vegetal, aprovechando todos los compuestos de la madera para producir papel, productos químicos o incluso etanol. El concepto se llama biorefinería, y trata de imitar en las materias primas naturales el proceso que se sigue con el petróleo, en el que cada fracción tiene su uso", dice Martínez. Así, la industria papelera encontraría nuevos usos a sus materiales, transformando los desechos de la madera en nuevos productos que comercializar. Las enzimas también podrían usarse para añadir nuevas funciones a los productos, concluye el científico. Por ejemplo, podrían unirse a las fibras de papel para modificar sus características y que unas sean repelentes al agua y otras no.