Abusar de los negocios entre fogones puede disminuir la capacidad cognitivaMADRID. Se oye casi en cualquier pasillo de empresa. El ejecutivo, carne de cañón de viajes y comidas de negocios, no puede más. El estrés y las dos horas y media de rigor en cada restaurante le han pasado factura a su salud. Y el último chequeo médico no ha podido ser más claro: exceso de colesterol y riesgo serio de enfermedades cardiovasculares si sigue con ese ritmo de trabajo. "Si el ejecutivo es inteligente, un crack en su profesión, ¿por qué no utiliza algo de materia gris para cuidar su salud? Comer siete días a la semana fuera de casa no es incompatible con una dieta sana", comenta Javier Aranceta, secretario general de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria. Pero la culpa no debe recaer sólo en las comidas de negocio. La responsabilidad empieza desde que uno se levanta. "Desayunar no es tomarse un café", declara convencida Ana Isabel Vallejo, directora de la Unidad de Nutrición de la Clínica Euroespes. "Tampoco basta con cumplir las normas sólo en los hoteles", añade. Su menú consiste en una pieza de fruta e hidratos de carbono en forma de cereales o tostadas; y no rechaza incluir el huevo y el queso. Sus prohibiciones incluyen la bollería ("sobre todo la industrial") y el exceso de mermelada. Llega la reunión de la mañana. Quizá no esté de más que presida la mesa una bandeja de frutas, galletas o frutos secos. "La fruta es mejor entre horas que después de la comida -dice Ana Isabel Vallejo- porque no suele facilitar la digestión". De todos modos, la manzana, la piña y la pera son las más recomendables si decide pedir postre. Los médicos llevan tiempo repitiendo que hay que comer cinco veces al día; una recomendación que incluye a los directivos. Llega la tercera toma del día, un peligro para los ejecutivos que nunca pasan por casa entre las dos y las cuatro de la tarde. Comer demasiado implica dos cosas: digestión complicada y menos capacidad cognitiva. Javier Aranceta revela el menú ideal a modo de telegrama: "Verdura o ensalada de primero, carne o pescado de segundo y siempre sin salsa. Y de postre, evitar los hipercalóricos. ¿Lo mejor? Una bola de helado de limón". De bebida conviene evitar las gaseosas y apostar por el vino. "Una copa, no media botella", dice Vallejo. "Mi truco personal es que sea rosado, porque se toma siempre frío y así no provoca somnolencia", añade Aranceta. Sabrá si le ha funcionado si al volver a la oficina tiene "silencio visceral" y no le duele nada. A media tarde, con la reunión de turno, se recomienda acabar la bandeja de frutas que se inauguró por la mañana. La cena también es importante, el mejor momento para desterrar los alimentos que pueden provocar intolerancia. Uno de los más habituales es el glutamato sódico, un aditivo potenciador del sabor. E-621 es el nombre artístico que utiliza en la etiqueta, por si decide revisar su despensa.