madrid. A la hora de resolver un conflicto relacionado con las nuevas tecnologías, el arbitraje es una alternativa eficaz a la lentitud de la justicia ordinaria que las empresas tienen a su alcance. Además, el árbitro designado para dictar un laudo siempre será un especialista en la materia, algo que en demasiadas ocasiones no sucede con un juez.Según Ignacio San Juan, vocal de la corte privada Arbitralia, en caso de que haya dudas sobre la independencia del árbitro "siempre se le puede recusar", como pasa con los jueces. Pero si en algo gana el arbitraje es en la "formación y especialización". José Luis de Castro, consejero de Bird & Bird, estima que el juez necesita tiempo para trabajar en un asunto que no domina. Tiempo del que, en la mayoría de los casos, no dispone por la acumulación de asuntos que sufre la judicatura en España.El magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Madrid José Manuel Suárez Robledano, entiende que el mal funcionamiento de la justicia ordinaria anima a muchas empresas a optar por el arbitraje como forma de solucionar sus litigios. "Si funciona bien la justicia bajan los costes de la empresa. Sin embargo, en España no hay forma de convencer de éso al Gobierno. Es algo que no da votos de forma inmediata, la gente no se queja y todo esto un día explotará", afirma.Para despejar las dudas sobre la imparcialidad de un árbitro, sobre todo si es de una corte privada, Suárez Robledano considera que es vital que haya "control y publicidad" sobre la persona designada, al igual que pasa con el juez. Y es que, según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, un árbitro es un juez y sus pronunciamientos tienen los efectos de cosa juzgada que no admite recurso. "El arbitraje es una institución magnífica que puede solucionar los problemas del colapso de la justicia", dice el magistrado.