Chips implantados en el cuerpo de los enfermos crónicos controlarán la salud en tiempo realmadrid. La aplicación de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones a la salud es "la revolución más importante" en el área sanitaria "desde la medicina moderna". Así lo creen los autores del estudio E-Salud, presentado ayer en el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI). Y lo es porque dará paso a un modelo integrado que funcionará "por y para un ciudadano más informado" y se orientará más a la prevención y menos al tratamiento y curación de enfermedades. Nos referimos a fármacos "a medida" de la enfermedad y el perfil genético del paciente, etiquetas de identificación por radiofrecuencia que informan de las constantes vitales, biosensores no invasivos implantados en el cuerpo o en la ropa que detectan, analizan y transmiten en tiempo real datos sobre el estado de la salud de una persona o imágenes en tres dimensiones que permiten operar a distancia. Todas estas son promesas hechas realidad por la ingeniería genética, la telemedicina o la robótica.A juicio de los 150 expertos sanitarios encuestados por la Fundación OPTI (Observatorio de Prospectiva Tecnológica Industrial) y la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (FENIN), invertir en tecnología es hacerlo en prevención y contribuir a la sostenibilidad económica. Los expertos creen que el gasto en e-salud permitirá ahorrar costes y calculan que alcanzará el cinco por ciento del presupuesto sanitario de la Europa de los 25 en 2010.El paciente es el catalizador de esta revolución tecnológica, según los encuestados, al adoptar una posición más activa y exigir la aplicación de las nuevas técnicas de diagnóstico y curación. El ritmo del cambio también ha sido abordado. Entre 2006 y 2010 se extenderá el diagnóstico por imagen en 3D y la receta electrónica. Posteriormente, entre 2011 y 2015, se dará paso a una mayor interoperabilidad a través de centros sanitarios virtuales. Esta revolución continuará hasta 2020, con la introducción de la farmacogenómica o los biochips y, finalmente, en 2020 es previsible que la telemedicina permita a los pacientes dependientes o crónicos utilizar biosensores implantados en el cuerpo, capaces de detectar, analizar y transmitir datos de su estado de salud en tiempo real.