Los empleados de Unión Fenosa donan un día de sueldo para sufragar ayudas al desarrollo y estudian fundar una ONG madrid. Un grupo de empleados de la multinacional Unión Fenosa andaba por el año 96 recorriendo aquellos países donde la compañía opera, muchos de Latinoamérica, como Guatemala o Panamá, de África y Asia, como Kenia o Filipinas, dándose cuenta de que "mientras nosotros nos alojábamos en buenos hoteles y comíamos en restaurantes de calidad, nos rodeaba la pobreza más absoluta". José Luis Castro, el hoy presidente de la junta gestora del Día Solidario de la empresa, era entonces responsable de marketing internacional, y cuenta que cuando propusieron la idea de establecer un día, en el que cada empleado que quisiera donara su sueldo de esa jornada, para sufragar un proyecto de ayuda al desarrollo, no sólo "la acogieron encantados" sino que el entonces presidente, Victoriano Reinoso, estableció que Fenosa donaría una cantidad equivalente a lo recaudado. Es más, que se pondrían al servicio del proyecto cuantos recursos personales y materiales de la empresa se requiriesen. Gemma Giner, directora de Responsabilidad Social Corporativa, destaca que ésa es la razón por la que los proyectos del Día Solidario se ejecutan sólo en los países en los que la compañía opera, "y no por una cuestión de imagen" para obtener el favor de posibles clientes. Muy por el contrario, "tener cerca de estas actividades a empleados nuestros nos permite controlar que las cosas se hacen bien", explica. Además, dos de los seis miembros que forman la junta son trabajadores de la empresa que viven en el país seleccionado cada año, lo que refuerza el control. No extraña esta necesidad de tenerlo todo atado. Sólo este año van a destinarse más de 400.000 dólares en un proyecto para Panamá, que todavía está en fase de estudio. En 2005, el destino fue Colombia; allí pagaron la formación tecnológica a 220 jóvenes durante tres años. "Un proyecto muy ilusionante fue el de Moldavia", cuenta José Luis Castro. Allí, pagaron la educación secundaria y universitaria a quince niños invidentes. Y es que todos los proyectos que sufraga el Día Solidario están relacionados con la formación. La razón es comprensible: "Es lo único que los gobiernos de esos países no les pueden arrebatar. Si nos ponemos a construir hospitales, sabemos que a partir del segundo año empiezan a no funcionar, lo que resulta muy frustrante". Por eso, en vez de eso, forman a médicos. Lo que además ayuda a que "la población se quede en su país y no tenga que huir", añade Castro. Convertirse en ONGEn estos diez años, los proyectos del Día Solidario han sufragado formación en Kenia, Bolivia, Filipinas, República Dominicana, Guatemala, Nicaragua, Moldavia, Colombia y México. Hasta tal punto el trabajo llevado a cabo por la junta es laborioso que se está estudiando su conversión en ONG. "Cada año se selecciona un proyecto, de los muchísimos que se presentan a concurso (que puede alcanzar el medio centenar en cada país) y viajamos hasta allí para comprobar in situ que el seleccionado cumple con todos los requisitos", explica Castro.