Las expendedurías disuelven La Fontana, la sociedad creada para vender vinos y licoresLos estancos están intentando ahora convertirse en oficinas postales y trabajar para Correosmadrid. Los estancos no podrán volver a vender bebidas alcohólicas. El Ministerio de Economía ha obligado a la Unión de Asociaciones de Estanqueros, la mayor patronal del sector, a disolver La Fontana, la sociedad que había creado a finales del año pasado para poder distribuir vinos y licores. El problema, tal y como adelantó elEconomista el pasado 24 de marzo, es que, para poder vender alcohol, los estancos necesitan la autorización del Comisionado del Mercado de Tabacos, el órgano encargado de regular la industria de los cigarrillos, y la Unión no la tenía. Anett, la otra gran patronal de los estancos, que presentó una queja ante el Comisionado, mostraba ayer su satisfacción por la resolución. "Fuimos los primeros en denunciar esta irregularidad y nos alegramos de que nos hayan dado la razón y se impida a la Unión de Estanqueros vender bebidas alcohólicas", explicó un portavoz.La Unión de Estanqueros se escudó en que la ley antitabaco había provocado una caída de los ingresos de las expendedurías para lanzarse a vender vino bajo la marca Allende La Ermita, de la denominación de origen Ribera del Duero, whisky Shaftoon, vodka Tomkoff y ron dominicano La Fontana. "Lo único que podemos decir es que hemos disuelto la sociedad y hemos dejado de vender alcohol", reconoció ayer la patronal.Sin autorizaciónLa Unión era consciente de que la venta de bebidas sin permiso rozaba la ilegalidad y no lo ocultaba. "No contamos con la autorización del Comisionado para vender estos productos en nuestras expendedurías, por lo que hay que establecer la sede en cualquier otro punto desde donde realizar las labores de intermediarios", llegó a asegurar Manuel Arroyo, responsable del área comercial de la Unión y vicepresidente de La Fontana, en una entrevista en la revista Mundo Estanco, propiedad de la patronal. El problema se agravó además porque los estanqueros firmaron una alianza con Griswold, una empresa que importa y distribuye en España, además de las marcas de bebidas, los cigarrillos Fact. Y la legislación española, muy estricta con las expendedurías, les prohibe tajantemente que tengan cualquier relación comercial con importadores, fabricantes o mayoristas de tabaco. En el sector se llegó a asegurar que algunos estancos habían llegado a vender la marca Fact como si fuera propiedad suya. Sin embargo, tanto la Unión como Griswold negaron siempre este extremo. "Lo único que vendíamos juntos era el alcohol", aseguran desde la distribuidora. Según dicen, "nosotros desconocíamos que hubiera cualquier tipo de problema legal y, de hecho, en cuanto el Comisionado dio un toque de atención, disolvimos inmediatamente la sociedad". Ante la imposibilidad de vender vinos y licores, las expendedurías están buscando ahora nuevas fórmulas para diversificar su negocio. Su última idea es convertirse en oficinas postales y trabajar para Correos. La Unión de Estanqueros ha pedido ya autorización al Ministerio de Economía y ha iniciado las negociaciones con Correos para gestionar el envío de paquetes que superen los diez kilos de peso. Los estancos están convencidos de que como el servicio no incluiría la distribución, no se les podría acusar en ningún caso de competencia desleal con los grandes operadores, como Seur, DHL o MRW, entre otros. Negociación con CorreosSi se alcanza un acuerdo, Correos, que tiene ya 1.987 oficinas postales, daría un impulso definitivo a la consolidación de su red. En España existen alrededor de 16.000 estancos que, al abarcar la totalidad del territorio, facilitarían a la empresa la prestación de lo que se conoce como el Servicio Postal Universal. Correos tiene la obligación de llevar las cartas a cualquier punto del país, aunque, a cambio, mantiene, un área reservada al monopolio: los envíos interurbanos e internacionales de paquetes de menos de 50 gramos. La alianza, sin embargo, no parece nada fácil. En Correos creen que su red es suficientemente amplía y no parecen muy partidarios de buscar ningún tipo de alianza con los estancos. "Por pedir, se puede pedir cualquier cosa, pero no parece muy razonable", explica una portavoz de la compañía.Para las expendedurías, la venta de tabaco sigue siendo un buen negocio -tienen un margen fijo del 8 por ciento-, pero la ley antitabaco y las sucesivas guerras de precios están dañando sus cuentas. En los siete primeros meses, las ventas de cigarrillos se han reducido un 3,49 por ciento y la intención del Gobierno es lograr que caigan hasta un 5 por ciento al cierre del año. De momento, la facturación del sector ha caído un 4,3 por ciento, hasta 5.633 millones de euros y la situación se agrava cada día que pasa. Cada vez son menos los españoles dispuestos a encender un cigarrillo.