La reducción de los gases de 'efecto invernadero' se revela como una oportunidad de negocio para asesores y técnicosmadrid. "El Protocolo de Kyoto es una oportunidad de negocio para muchas empresas españolas, desde consultoras especializadas en Medio Ambiente hasta empresas de ingeniería". Estas palabras del director general de Promoción del Instituto de Comercio Exterior (ICEX), Pedro Moriyón, ponen sobre la pista de una realidad: luchar contra el cambio climático puede ser un negocio, tanto dentro de España como en el exterior.De hecho, la proliferación de consultoras y auditoras expertas en asesorar a empresas sobre cómo disminuir sus emisiones de gases de efecto invernadero ya es una realidad desde hace varios años, incluso antes de la firma del Protocolo. Algunas de las auditoras más importantes de España, como PriceWaterhouseCoopers o Deloitte, fueron capaces de prever hace tiempo que la conservación del medio ambiente y la apuesta por energías renovables sería uno de los factores estratégicos y competitivos más importantes de este siglo. Por este motivo crearon dentro de sus estructuras divisiones especializadas en asesorar sobre sistemas de ahorro de energía.Factor estratégico ¿El motivo? Estas mismas auditoras coinciden en señalar que uno de los principales es que cumplir con los acuerdos de Kyoto empiezan a ser un aspecto importante en la estrategia de las empresas. Pero no sólo las grandes firmas se han preocupado por advertir a las empresas sobre el cuidado del medio ambiente. En el mercado de la consultoría se ha abierto un pequeño nicho de mercado, donde empiezan a proliferar equipos que asesoran sobre cómo ahorrar o reconvertir energía. Atecma y Taxus Medioambiente son dos ejemplos de este tipo de consultoras surgidas recientemente, que se encargan de asesorar sobre prácticas y proyectos medioambientales que, sin disminuir su producción, reduzcan las emisiones de CO2.Un informe elaborado en 2004 por el ex director general de Industria y Comercio de la Generalitat Valenciana José Monzones Salvia, pronosticó que el desarrollo de tecnologías medioambientales de aplicación a los sectores industriales era "una oportunidad de negocio excelente", sobre todo para las empresas de I+D en nuevas tecnologías energéticas y renovables.De hecho, el presidente de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), José María González Vélez, está firmemente convencido de que la firma del Protocolo ha sensibilizado al tejido industrial de que es posible producir sin contaminar. "Ha contribuido a hacer que la sociedad civil tome conciencia del problema de las emisiones de este tipo de gases", añade González.El futuro es solarLas asociaciones ecológicas por su parte lo tienen muy claro desde hace ya un tiempo, y apuestan por el sol. Un estudio elaborado por la Universidad Pontificia de Comillas para Greenpeace afirma que los recursos renovables más abundantes son los asociados a la energía solar, llegando a afirmar incluso que entre todos los tipos de tecnologías solares se podría obtener energía equivalente a 8,32 veces la demanda total de la Península Ibérica en el año 2050.El Ejecutivo también ha hecho sus cuentas: el 12,1 por ciento del consumo de energía primaria en 2010 tiene que ser abastecido por energías no contaminantes, según el Plan de Energías Renovables 2005-2010.Mientras tanto, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) ha pedido apoyo al Gobierno para la diversificación de cultivos hacia nuevos biocombustibles. En Barcelona, la empresa Cerámica Piera ha desarrollado un proyecto de utilización de biogás como combustible alternativo, lo que le permitirá dejar de emitir más de 200.000 toneladas de CO2 durante los próximos 15 años, además de lograr un ahorro de 500.000 euros.