Antonella Broglia explica el poder del consumidor para 'construir' éxitosMADRID. ¿Cuántas veces ha oído que Amancio Ortega comenzó en una pequeña tienda? ¿Y que Google nació de la idea de dos estudiantes en un garaje? ¿O que el concepto de Starbucks surgió en un café europeo? "Las marcas que triunfan son globales pero están hechas por héroes locales. Queremos saber quién está detrás de lo que compramos", cuenta Antonella Broglia, una mujer que lleva 30 años dedicada al sector de la publicidad y que desde hace poco se ha convertido en consultora de empresas, algo que quizá en el fondo nunca ha dejado de hacer. Está entre las personas más solicitadas para hablar de marcas. Y afirma convencida que "en el espíritu del emprendedor está la genuinidad y la transparencia de la marca". El consumidor es el jefe. Utiliza esta frase, habitual en el mundo de las marcas, para hablar de cómo el cliente se ha rebelado ante lo que considera injusto y cómo exige participar en la creación de las cosas que consume. "Cada vez hay más canales hechos por la audiencia y productos que surgen de las peticiones del consumidor. Si no, ¿qué es Coca-Cola Zero? Lo han sacado para resolver una preocupación de los consumidores", afirma con acento italiano inconfundible. A otras empresas, sin embargo, les ha costado más adaptarse a los nuevos tiempos. "Mc Donald's ha intentado quitarse de encima la imagen asociada de obesidad. Han puesto fruta y ensaladas. ¿Pero la gente va ahí a consumir fruta?", se pregunta.El nuevo lujoEl poder del consumidor es tal que ha creado una categoría: el nuevo lujo. No son marcas como Dior o Louis Vuitton -enfrentadas a las miles de copias de sus productos procedentes de Asia-, sino un segmento intermedio que ofrece mucho al consumidor y a precios a la altura del común de los mortales. "Lee y viaja mucho, por eso sabe que la diferencia de calidad entre una crema de una marca normal y una de lujo es mínima", asegura. "Las tiendas son como un teatro de sueños", dice convertida en poeta. Quiere decir con ello que son la nueva forma de llegar al consumidor, de provocar las sensaciones que quiere transmitirle la marca. "Incluso hay estudios que explican cómo conseguir que la gente se quede en la tienda tres ó cuatro minutos más", señala. Por eso destaca el éxito de la tienda Colette en París o Isolée en Madrid. "Incluyen restaurante, espacio para música, delicatessen para llevar, moda y otros complementos. La gente que acude no quiere sólo una chaqueta, quiere sentir emociones, y en estos sitios ya te han hecho una selección previa".Antonella Broglia no vacila cuando dice que no reniega de las marcas que copian diseños de otros y los adaptan a su público. "En Japón, por ejemplo, copiar no escandaliza a nadie, es tan sólo un método de trabajo. Si una empresa innova, sirve de modelo para que las demás lo hagan igual", comenta.