Carlos Jiménez tiene hoy entre sus clientes a la Agencia Tributaria y al CNImadrid. Carlos Jiménez es joven, cuenta 38 años, pero asusta pensar lo que ha hecho ya en la vida. Con veinte años, estudiando para ingenerio de Telecomunicaciones, creó un antivirus de ordenador pionero, cuando sólo el concepto de virus informático se desconocía. El hecho, como era de esperar, tuvo bastante repercusión en los medios de comunicación y el ministerio de Economía y Hacienda de entonces le planteó "queremos utilizarlo, ¿cuánto nos cobras?". En ese momento, cedió gratis su hallazgo, pero un año después, fundaba su propia empresa de I+D+i para seguridad de ordenadores. Aceptaba así la propuesta de un amigo estudiante de Empresariales ("yo entonces no sabía qué era eso de emprender") y rechazaba con ello una beca de Microsoft para irse a Estados Unidos. Actitud positiva¿Qué le falta al empresario español para ser más competitivo: dinero, un marco administrativo más favorable...? Él sólo ve un obstáculo: la actitud. Muy pocos universitarios salen de las aulas dispuestos a crear una empresa. Algo que no sucede en Estados Unidos: "Los americanos se creen siempre los número uno, están convencidos de que han nacido para triunfar y por eso suelen hacerlo". Cuenta que un día le dijo a su responsable en aquel país que nosotros empleábamos mucho una frase, morir de éxito, que se refiere al miedo que existe a que uno le vayan bien las cosas. "No la entendió y me dijo que para ella quería problemas así, que le fueran muy bien las cosas". Por eso no es de extrañar, añade, que de los garajes de ese país hayan nacido empresas como Apple... "Si alguien es bueno y cree en lo que hace puede llegar tan lejos como se proponga". Hay miles de ejemplos: Skype, Google...Por otra parte, Jiménez, que entre otras muchísimas cosas, es miembro de la comisión de expertos del ministerio de Ciencia y Tecnología, ha colaborado con organismos como la OTAN y en la decodificación del Genoma Humano, ejemplifica a la perfección las grandes dosis de perseverancia que todo buen empresario que se preste debe tener.Su primera empresa, Anyware, la vendió al completo, diez años después de constituirla a la multinacional americana McAffee, porque se dio cuenta de que ya no se podía seguir luchando contra los virus de la misma manera: "Cuando diseñé el antivirus operaban unos 30, cuando vendí la empresa ya eran 80.000, hoy en día hay más de 150.000". Por eso empezó de cero, empleó los 11 millones de euros de la venta para fundar Secuware y hoy no fabrica antivirus, sino software de seguridad que protegen grandes sistemas. Entre sus clientes figuran organismos públicos y empresas como Telefónica, Iberdrola o Warner Bros. Pero hablamos de una pyme. Jiménez tiene todo una teoría al respecto: "Cuando uno crece mucho entra en una dinámica en la que la gente cuenta menos". No en vano, para él las personas constituyen uno de los activos más importantes de una empresa, y tener un entorno de gente motivada es clave, "en una pyme, lo que hace cada persona cuenta". En Secuware se puede seguir a rajatabla ese principio: son sólo cuarenta empleados. "Creo más en la cooperación que en el crecimiento. No creo en un modelo de competencia feroz en el que dos se pelean por el mismo pastel. Es duplicar esfuerzos para repartir. Se trata de crear cosas nuevas". Ante un empresario nacido en la universidad, es obligatorio indagar porqué no hay vínculo entre un ámbito y otro en nuestro país. Su diagnóstico coincide con el de la mayoría de los expertos: "falta investigación aplicada, a nuestras universidades que son muy buenas, ninguna empresa le pide investigación".