barcelona. Grandes nombres ocupan los sillones de los consejeros independientes de las empresas cotizadas en España. Las grandes compañías han sido las primeras en incluir asesores externos en sus empresas pero cada vez más son pymes las que copian las maneras de hacer de las cotizadas y buscan fuera de las cuatro paredes de su empresa alguien que les aporte una visión nueva. "La profesionalización de las empresas familiares ha hecho que crezca el número de compañías que optan por incluir un consejero externo. Buscan alguien que les ayude en el proceso de toma de decisiones", asegura Esther Casademont, socia directora de Caucus, una consultora que desde hace dos años ayuda a las pymes catalanas a buscar consejeros externos. Asegura que la mayoría de ellas se pone las pilas con la profesionalización cuando se produce un cambio generacional. Es curioso que las primeras en dar el paso sean compañías del sector industrial, "siempre se tiene la imagen de que están más anquilosadas. Creo que el hecho de la deslocalización que está sufriendo el sector es uno de los motivos", asegura. Después de pasar el primer año recopilando información sobre 350 perfiles de consejeros de toda España, Caucus tiene en cartera cuatro proyectos de pymes catalanas que desean incluir un consejero externo en su empresa. "Coincide que la mayoría de las pymes que buscan este asesor tienen por gobierno a los hijos o nietos de los fundadores, personas que están entre los 30 y los 45 años, con formación superior y mentalidad aperturista", señala. Cómo funcionan Las empresas familiares catalanas tienen los "ojos cada vez más abiertos a este tema", dice Esther Casademont. Ella forma parte de una de las empresas familiares catalanas con más solera, la cárnica Casademont. Son seis hermanas las que ahora, junto con otros consejeros, se encargan de la marcha de la compañía. Por eso sabe que todavía hoy "las decisiones de la empresa se toman en los lugares más insospechados, como en el coche de camino al trabajo ". Según la socia directora de esta consultora, que depende de la consultoría de recursos humanos Hunivers, uno de los grandes problemas a los que se enfrenta un consejero externo cuando llega a una empresa familiar es no poder absorber la cultura empresarial que arrastra esa pyme. "Suele ser una de las causas más habituales del fracaso de los consejeros, cuando ignoran la cultura de la empresa en la que se meten". La permanencia media de un asesor en un consejo familiar ronda entre los dos y los cinco años, "si supera este periodo puede oxidarse en la empresa y ya no aportar frescura ni destacar por su discurso revulsivo". Cada año dedican unas 100 horas a la empresa para la que ejercen de asesor externo, "depende de las costumbres de las empresas, pero normalmente no son más de cinco consejos al año", explica. Las pymes para las que trabaja Caucus no superan los 150 millones de euros y las 300 personas de plantilla. Entre los factores más valorados por los consejeros externos que gestiona esta consultora, Casademont destaca "la posibilidad que tienen de estar cerca del núcleo de decisión. La incorporación de los consejeros significa la profesionalización pero en realidad hace falta vestir esa profesionalización y dar un paso más". Los fichajes de estas empresas cobran entre 1.500 y 4.000 euros por consejo aunque algunas veces se ven obligados a rechazar a algunas empresas. "Si les genera algún conflicto de intereses o si se juegan el prestigio por entrar o no en esa empresa. Normalmente son gente de renombre y las empresas son conscientes de ello, tener un consejero externo relevante es un producto de lujo y con ello se busca una cierta notoriedad".