El próximo lunes se presenta un libro en el que se involucra a los jesuitas barcelona. Los ex gestores de Intervida, Eduardo Castellón y Rafael Puertas, han sido víctimas de una conspiración urdida "por Intermón" para eliminar del mapa de las organizaciones no gubernamentales (ONG) a un importante competidor. Intermón, "una ONG controlada por la Iglesia a través de la orden de los jesuitas", aprovechó la denuncia de un ex empleado de Intervida "para poner en marcha una campaña de despresitigio" contra Castellón y Puertas y ayudar a la Fiscalía General del Estado a presentar una querella con escasos fundamentos jurídicos. Al menos estas son las tesis que defienden el periodista de Interviú, Javier Chicote, y el abogado y detective de Método 3, Francisco Marco, en un libro que se presentará el próximo lunes en Madrid bajo el título Objetivo Intervida: el complot contra la ONG. Los dos autores desgranan en 125 páginas la teoría de que el ala progresista de la Iglesia católica, que controla Intermón, aprovechó la denuncia de un ex empleado corrupto de Intervida, Sebastián Juan Álvarez, para poner en marcha una campaña de descrédito de la ONG fundada por Eduardo Castellón. Además, según el texto, Intermón también presionó al Gobierno y a la Fiscalía General del Estado para que ésta presentara un querella contra los gestores de Intervida y que éstos fueran apartados de la dirección de una ONG no religiosa que había conseguido 300.000 padrinos y unos 90 millones de euros anuales de ingresos. Chicote y Marco, que había trabajado para Intervida, relatan que Sebastián Juan Álvarez era un empleado corrupto y sancionado por el Banco de España que en 2003 creó un agujero de 600.000 euros a la organización. Cuando fue descubierto y expulsado de la ONG, Intervida se querelló contra él y como respuesta Álvarez denunció a Castellón y Puertas. Siempre según la teoría de los autores, el ala progresista de la Iglesia, que controla Intermón, vió la oportunidad de librarse de un competidor y urdió una estrategia para controlar una organización que dispone en sus cuentas de 200 millones de euros. Entre las acciones que se atribuyen a Intermón, se denuncia que la empresaValores & Marketing (controlada por la propia Intermón) compró una revista a punto de cerrar, OeMeGé, para sacar un solo número más con una investigación central: Intervida. A partir de las denuncias que en esa revista se hacen, "se pone en marcha la apisonadora de comunicacón y se contrata a un lobbysta", explican los autores. Las presiones van dirigidas al Gobierno para que obligue a la Fiscalía a presentar una querella en un asunto en que la Interpol y la justicia del Perú no han encontrado ningún delito. Tras cuatro años de investigación, la querella se presenta, "con el voto en contra del fiscal jefe de Cataluña". Sea cual sea la sentencia, el daño a Intervida ya está hecho, concluyen los autores.