madrid/barcelona. El código de barras, ése símbolo que vale más por lo que calla que por lo que habla, cumple hoy 30 años en España. Y aunque exento de glamour, no sería justo obviar que fue un estropajo el producto que tuvo el honor de lucir, por primera vez, uno de ellos en nuestro país. Un paseíllo que tuvo lugar en uno de los súper de la compañía valenciana Mercadona. Alcanzados los 30, el código de barras hace un breve repaso de su vida. Pero antes de nada, una reivindicación: "Mis barras no son sólo en blanco y negro". En realidad, a diferencia de lo que se piensa, admiten muchas otras combinaciones de colores, siempre y cuando no se usen el rojo, el amarillo y el blanco. Pero volviendo a su biografía, ésta cuenta con algún que otro mérito. Para empezar, se trata de uno de los signos más universales. Allá donde vaya podrá encontrarlo, ya que se pasea por 150 países y está sobreimpresionado en 130 millones de artículos. De hecho, más de 1,3 millones de empresas de todo el mundo utilizan este sistema de identificación. El 55 por ciento de los códigos está sobre productos del sector de la alimentación y el 45 restante en profesionales. ¿Y quién no ha escuchado su sonido? Dicen de él que nunca duerme: el pitido que acompaña la lectura del código de barras se oye en el planeta unas 100.000 veces por segundo. Aunque sin los medios apropiados es imposible conocer los secretos que esconden las líneas y los números que componen este signo, su invención supuso una auténtica revolución. Sus orígenes se remontan a 1948, cuando el dueño de una tienda de comestibles buscó entre los estudiantes de la Facultad de Tecnología de Drexel (Filadelfia, Estados Unidos) una solución para gestionar su almacén de forma automática. Un nacimiento redondoDos jóvenes norteamericanos dieron vida y forma al código de barras que, en su primera etapa, era redondo. Lo patentaron en 1952 y su uso se fue implantando paulatinamente. Dos décadas más tarde se inauguraba el primer supermercado del mundo equipado con un lector de código de barras. Fue en Troy, Ohio. Cinco años después, en 1977, Mercadona emulaba el sistema y se convertía en el primer distribuidor que lo utilizaba en España. En la actualidad, más de 24.000 empresas lo usan para sus productos en nuestro país. Cataluña es la comunidad autónoma con más compañías usuarias del código -más de 6.000-, y ya son pocos los productos que se resisten a implantar uno de estos símbolos de identificación. Y es que su ayuda se ha convertido en fundamental. Con el código de barras las empresas y los usuarios pueden estar al tanto de la vida de un producto. En la parte interior permite automatizar toda una serie de procesos que, hasta su invención, se llevaban de manera manual, como ordenar los productos por fechas de caducidad. El código también ha permitido saber a las compañías no sólo el precio de los productos que ponen a la venta, también conocer con precisión cuánto y qué venden, cuáles son los artículos más solicitados y cuál es el stock. Y a los curiosos... ¿quieren saber qué hay detrás de los números colocados bajo las barras? Los dos primeros dígitos no indican, como mucha gente cree, el país en el que se ha fabricado el artículo. Significan que la empresa propietaria del producto ha obtenido el código de barras a través de una determinada asociación nacional. En España, es Aecoc la que lo gestiona. El serial de números que le sigue, y que está compuesto por entre cinco y ocho dígitos, es el código de la compañía en cuestión, y el siguiente, formado por un máximo de cinco y un mínimo de dos dígitos, identifica al producto. El último número es el de control y la compañía lo obtiene a partir de un determinado proceso de cálculo. La llegada del código de barras significó, por tanto, un punto de inflexión en las relaciones entre las empresas de fabricación y de distribución: supuso el inicio de un trabajo conjunto por parte de todos los operadores que participan en la vida de un producto. Las primeras empresas que se apuntaron a la moda de emplear el código de barras fueron las de 3M, Mercadona, Caprabo, Ecovol y Nestlé.