A ras de suelo, el Taipei 101 es una mole imponente de 508 metros de altura y 101 pisos en medio de la capital de Taiwán. Los habitantes de la isla y los propietarios del rascacielos más alto del mundo, la compañía Taipei Financial Center Corporation (TFCC), insisten orgullosos en que el edificio insinúa las bondades de un tronco de bambú: hueco por dentro y flexible por fuera. Esas características que la filosofía china concede al bambú las reúne el rascacielos desde una óptica estrictamente arquitectónica, ya que fue diseñado para soportar las frecuentes embestidas de terremotos y tifones. Ahora bien, la comparación con el bambú tiene sobre todo connotaciones metafóricas: es el icono taiwanés frente a China, su principal rival económico al otro lado del Estrecho de Taiwán.Como hicieron otras ciudades asiáticas, como Kuala Lumpur (Malasia) y sus Torres Gemelas Petronas, o Dubai (Emiratos Árabes Unidos) con su Torre Burj de 800 metros de altura que Samsung está actualmente levantando, Taiwán quiso lanzar un mensaje al mundo. "Atraer Taiwán al mundo, ése es el lema del Taipei 101", explica Cathy Yang, vicepresidenta de TFCC. Símbolo de poderHasta que concluyeron las obras del rascacielos hace tres años, afirma Yang, Taiwán seguía teniendo poco reconocimiento internacional pese a los formidables avances de su economía durante las últimas cuatro décadas. El Taipei 101 es ahora todo un símbolo del poderío taiwanés. "Queríamos que el mundo nos divisara. Ahora, al levantar un edificio así, mucha más gente ubica Taipei", remata. Diana Chen, presidenta de TFCC, coincide: "Con un rascacielos así llamas la atención, pero más importante es que logras que te recuerden", asegura.A ese anzuelo de grandeza y fastuosidad se apuntaron las empresas que hoy habitan el rascacielos hasta el punto de cambiar por completo el proyecto original, que preveía "una torre más alta y dos más pequeñas. Pero las firmas querían estar ubicadas en el edificio más alto así que decidimos prescindir de los dos rascacielos adicionales y hacer uno más grande de lo previsto inicialmente", declara Cathy Yang. Ahora bien, más allá de los dividendos intangibles, ¿cómo hacer rentable un proyecto de semejante envergadura? ¿Cómo ganarle dinero a un proyecto que requirió una inversión total de 1.800 millones de dólares? De entrada, involucrando al Ayuntamiento de Taipei, que cedió gratuitamente el suelo del Taipei 101 a cambio de que, al cabo de 70 años, todo el complejo pase a control del Gobierno municipal. Ese es el plazo de TFCC para hacer rentable su inversión. ¿Cuáles son sus ingresos? Principalmente, los provenientes del alquiler de su espacio interior. El rascacielos cuenta con 198.000 metros cuadrados de oficinas y 77.000 metros cuadrados más de área comercial, que se alquilan a una media de 3.000 dólares taiwaneses (90 dólares estadounidenses) por cada 3,3 metros cuadrados. Actualmente, "el edificio está a más del 70 por ciento de su capacidad, superando las 8.000 personas empleadas en él de los 12.000 de máxima ocupación", asegura la vicepresidenta de TFCC.Además de la Bolsa taiwanesa, el 70 por ciento de las empresas inquilinas provienen del sector de los servicios financieros. A medida que alcancen la plena ocupación, la rentabilidad será una meta cada vez más factible. "Actualmente ingresamos unos 2.000 millones de dólares taiwaneses (60,2 millones de dólares) al año. De este modo, esperamos ver el retorno a nuestra inversión a partir del año 18. Si se cumplen nuestras previsiones, TFCC disfrutará de 50 años de beneficio" antes de que concluya el contrato con la municipalidad de Taipei.Mientras TFCC, que tiene a la prestigiosa Chunghwa Telecom entre sus principales accionistas, hace sus cábalas, el Taipei 101 se ha convertido en menos de tres años en uno de los destinos turísticos más visitados del país. Su observatorio, que se alcanza en 37 segundos a bordo de los ascensores -Toshiba- más rápidos del mundo, recibió más de un millón de visitantes el pasado añdo.