Las sociedades inversoras aportan, de media, 200.000 euros por proyecto, la mitad que en 2009El papel de la familia y los amigos, que suelen aportar los primeros 50.000 euros, es crucial madrid. De los 1.669 millones que las sociedades de capital riesgo españolas invirtieron en 2009, sólo 27 millones -menos del 2 por ciento del total- se destinaron a empresas en fase inicial. La cifra es un 35 por ciento inferior a la de 2008 (ver gráfico). De media, aportaron unos 200.000 euros por proyecto, la mitad que el año anterior. La inversión en pymes en fase semilla, que avanza tímidamente, sigue siendo una asignatura pendiente. Se llama capital semilla al dinero que se inyecta en la fase más temprana de un negocio. La asociación española de entidades de capital riesgo (Ascri) lo define como una "aportación de recursos en una fase anterior al inicio de la producción masiva". Ese capital se utiliza para definir y diseñar el producto, estudiar el mercado, probar prototipos... A continuación viene la fase de start-up o arranque. La financiación en este punto sirve, según Ascri, para "el desarrollo inicial y la primera comercialización del producto o servicio". Según Pablo Martín de Holan, profesor de Gestión Emprendedora de IE Business School, "en España, casi todas las empresas financian su primera fase gracias a las tres f: friends, family and fools (amigos, familia y chalados). "El entorno cercano pone los primeros 50.000 euros", dice Francisco Velázquez, managing director de Axon Capital, firma que invierte en las fases inicial, de start up y expansión. En efecto, la gran mayoría de los proyectos ve la luz gracias a estos inversores informales, ya que los formales prefieren empresas consolidadas. "En otros países, el capital riesgo llega desde el principio, aquí lo hace más tarde", añade el profesor del IE. "El 80 por ciento del capital riesgo invierte en empresas que ya generan beneficios", comenta Francisco Velázquez. Como consecuencia de ello, a menudo el banco acaba siendo la fuente de financiación, cuando en realidad ésa no es su función: "No les interesa correr ese riesgo", dice Martín de Holan. Proyectos poco rentables ¿Por qué no se fía el capital riesgo de las empresas españolas como para darles el capital semilla que necesitan? La burbuja inmobiliaria ha tenido mucho que ver: el ladrillo fue durante muchos años la inversión estrella; ¿para qué invertir en negocios con más riesgo y menos retorno? Según Rodolfo Carpintier, business angel y fundador de la incubadora Dad (especializada en negocios online), "el problema es que ahora hay que reconvertir a esos inversores para que apuesten por otro tipo de empresas, y no es fácil". Otro motivo fundamental es que, en este país y en el resto de Europa, las empresas crecen a un ritmo más lento que en Estados Unidos, según José Martí Pellón, experto en capital riesgo y profesor de la Universidad Complutense de Madrid: "La estancia de un inversor privado ronda los cinco años, un tiempo durante el cual la empresa no crece lo suficiente como para que a alguien le interese comprar su participación". ¿Por qué? "El mercado nacional es más pequeño y, por otro lado, no contamos con un mercado de valores como el que se necesitaría". El MAB (Mercado Alternativo Bursátil, la bolsa para pymes española) ya existe, "pero evoluciona lentamente, porque la gente no tiene la costumbre de comprar títulos de empresas desconocidas; gastan un dineral en la lotería de Navidad, pero no se plantean invertir en pymes". La aportación estatal Los organismos públicos aportaron en 2009 unos 21 millones a proyectos en etapas iniciales. La inversión pública no se ha reducido pese a la crisis, según afirma Martí, que explica que la aportación de las instituciones ronda los 300.000 euros por proyecto. La inversión pública se articula, fundamentalmente, a través del Cdti (centro para el desarrollo tecnológico, del Ministerio de Ciencia e Innovación) y de Enisa (Empresa Nacional de Innovación), además de los organismos autonómicos. Pero, eso sí, sus préstamos sólo van dirigidos a empresas innovadoras o de base tecnológica. El Cdti ofrece préstamos sin interés adecuados, según Martí, para una primera ronda de financiación. En una segunda ronda entraría en juego Enisa, que ofrece préstamos participativos. El problema es que exige que la empresa cuente con un inversor privado que garantice una ampliación de capital por la misma cantidad que la del préstamo (que ascienden a unos 300.000 euros). Este requisito es positivo, dice el experto, porque el capital público no entra si no lo hace el privado, que analiza la viabilidad del proyecto a conciencia. El Cdti está negociando el lanzamiento de un nuevo fondo de capital riesgo, Innvierte. Dotado de 600 millones, contará con la colaboración de empresas. En 2009, se comprometió a apoyar con 7 millones de euros a 19 empresas en fase semilla y con 29 millones la creación de 75 empresas de base tecnológica.