tabouk. Es la estación de muda para las aves en el Reino de Arabia Saudí y el cambio está en el aire. "La manera en la que un hombre maneja un halcón nos dice mucho de su pasión y carácter". Son palabras del maestro real de cetrería Hadi al-Aimi, mientras está rodeado de 35 aves peregrinas entrenadas para la caza que emiten chillidos y pierden plumas sobre un oasis de palmeras datileras a las afueras de la ciudad noroccidental de Tabouk.Situada en la frontera de un desierto de 161 kilómetros cuadrados, casi tres veces el tamaño de la isla de Manhattan, al-Aimi toca el cañón de una pluma desprendida para buscar pistas de cómo le fue al ave depredadora durante la cacería.Es en Tabouk donde el dueño de los halcones, el Príncipe Fahd bin Sultan y gobernador de la región, comenzará este año la construcción de lo que se planea sea un escaparate de la nueva Arabia Saudí: una metrópolis multicultural de 300.000 millones de dólares diseñada para atraer a 700.000 habitantes de todo el globo.La construcción de ésta y de otras cinco megaciudades está prevista que se complete en 2020 y será financiada con los ingresos del petróleo. Cinco extensas familias de Oriente Medio poseen alrededor del 60 por ciento de todo el petróleo mundial, y la Casa de los Saud controla más de un tercio de esa cantidad, según Robert Baer, un ex oficial de la CIA destacado en Oriente Medio.Fuerza financieraAdemás de representar una fuerza financiera importantísima en el mundo moderno, todas esas familias tienen halcones y a menudo practican este antiguo deporte -cuyos orígenes se remontan miles de años atrás-, cazando en amistosa rivalidad, combinando los negocios y el ocio como tantos otros magnates."La cetrería es nuestro golf, una actividad para relajarnos y hacer negocios", afirma el Príncipe Fahd. Al-Aimi añade que los halcones del príncipe son veloces y despiadados. "El Príncipe Fahd es el más grande de todos los cetreros vivos", dice al-Aimi mientras guarda la pluma en una bolsa de cuero. Éste no es un honor cualquiera en el mundo islámico, donde el rey Abdul Aziz, el creador de la Arabia Saudí moderna y Custodio de las dos Sagradas Mezquitas, fue nombrado Al Saqr al Jazira, "el Halcón de la Península". Este título, otorgado al abuelo del Príncipe Fahd por los jefes árabes, honra lo que ellos aprecian como su divina habilidad para cazar y saber manejar a los halcones, que pueden volar a una velocidad de hasta 483 kilómetros por hora con el fin de conseguir alimento para sus súbditos.En un testimonio ante la Comisión 9/11, el ex analista de contraterrorismo Richard Clarke dijo que durante los años 90 Estados Unidos planeaba bombardear un campo de cetrería en Pakistán donde se encontraba Osama bin Laden. El ataque fue cancelado porque un ministro de los Emiratos Árabes Unidos estaba participando en la cacería.Aunque algunas especies de halcones pueden costar hasta 100.000 dólares, cada vez más jóvenes saudíes practican este deporte y utilizan su legado para iniciar controvertidos proyectos en un reino teocrático regido espiritualmente por el purista movimiento islámico wahabí.Uno de los polluelos del Príncipe es Fahd al-Rasheed, de 30 años, vicegobernador de las ciudades económicas del GIA -siglas en inglés de General Investment Authority de Arabia Saudí-, la organización que está detrás del proyecto de la Nueva Tabouk y las otras cinco grandes ciudades.Críticas"Hay muchas críticas contra nosotros", dice al-Rasheed a 30.000 pies por encima del desierto. Sentado a su lado, en un avión privado y camino de una reunión con el Príncipe Fahd, está Bahaa Hariri, el magnate libanés de la construcción, arquitecto de la Nueva Tabouk e hijo del asesinado primer ministro de Líbano Rafiq Hariri."Tienen celos de nuestro éxito'', afirma al-Rasheed, que tiene un máster en Administración de Empresas por la Universidad de Stanford. "La nueva Tabouk no puede explicarse con una hoja de cálculo. El aspecto más crítico es conseguir que la gente entienda nuestra alma y cultura participando en la nueva ciudad". Los planes de Hariri proponen que la megaciudad que está surgiendo a orillas del Mar Rojo utilice energía solar y eólica. Se planea construir un campo de golf y un puerto deportivo, así como propiedades residenciales y villas de vacaciones. Además, petróleo saudí barato suministrará a los polígonos industriales que, según lo previsto, se construirán en el ahora inhóspito desierto.