Hace unas semanas, Alejandro Fernández Luengo, consejero delegado de Marco Aldany, declaraba en elEconomista que si bien un corte de pelo puede costar 400 euros, "y la peluquería de autor es lícita, es un formato que está condenado a no crecer y a servir sólo como fórmula de autoempleo".Así que hemos hablado con varios negocios de autor para que nos cuenten cómo gestionan una empresa que no tiene como objetivo ser el Inditex de su sector y estar presentes en los cinco continentes. Y los hay. Una editorial de libros exquisitos de artistas, un restaurante con estrella Michelin que ofrece veladas privadas por 1.300 euros, una perfumería que hace perfumes a medida y algunos sólo por encargo, un diseñador de trajes de novia que siempre superan los 5.000 euros y una tienda de vinos que distribuye caldos de bodegas pequeñas y exclusivas con más de 1.400 referencias, con precios que pueden llegar a los 600 euros. Veamos si funcionan: Elena Ochoa "Parece que fue ayer, pero Ivory Press lleva funcionando desde 1996", matiza en una entrevista telefónica con elEconomista. Comenzó, dice, como casi todas las empresas cuando nacen. "Yo sola en mi casa, hacía de todo", bromea. El espíritu de esta editorial era y es recuperar y promover libros de artistas. "Coleccionaba libros de artistas y un amigo nuestro, Bob Sainsbury, me animó a montar la empresa. Le dije que no tenía ni idea de cómo funcionaba un negocio. Me dijo: ya aprenderás", cuenta. Los inicios, recuerda, fueron complicados. Su primer hijo en forma de libro fue uno de Eduardo Chillida; un proyecto para el que tuvo que vender su casa de Madrid. Fue un "riesgo brutal", pero asumido con confianza y con ese gusto por el riesgo que dice tener de siempre. "O se lleva o no se lleva", dice. Reconoce que la parte del negocio que tiene que ver con proveedores, con facturas, con nóminas, es algo aburrida, pero "inherente" en cualquier empresa. Lo compensa con su pasión por un sector "durísimo" en el que comenta que hay que estar constantemente creando y manteniendo la calidad. Pero lo que empezó como negocio unipersonal es hoy un grupo que engloba distintas áreas: comisariado, exposiciones, editorial, venta de libros e incluso una división de asesoramiento a librerías privadas e institucionales. Entre las próximas noticias, una cátedra de Oxford y patrocinada por Ivory Press con la que parece especialmente ilusionada, a juzgar por su voz. Para terminar, toda una declaración de intenciones: "Nadie me ha animado a tirar la toalla. Al contrario, me animan a seguir adelante. Las cosas grandes se hacen en los momentos difíciles". Jorge Vázquez Tras su paso por Inditex y Loewe, entre otras compañías, Jorge Vázquez es hoy un artesano de la moda. De lujo, pero artesano. Diez años después de montar su empresa, lejos quedan esas colaboraciones con otras empresas, aunque no reniega de ellas. Además de capital, dice, le dieron experiencia. Hoy gestiona, crea y dirige su propio destino. Y su voz denota felicidad, aunque también cansancio. "La cartera de clientes creció el año pasado un 30%, cuando ya estábamos en crisis", comenta. Con 15 personas trabajando para él, no puede parar, señala. Aunque compatibilizar empresa y creatividad le horroriza. "Temo las reuniones con el gerente -bromea-, pero me he vuelto bastante desconfiado porque tuve una muy mala experiencia con unos socios. Me da pereza pero tengo que hacerlo". Anda estos días de temporada alta de trabajo: "Tengo 120 trajes de novia encargados hasta hoy". Para que se hagan una idea, un traje de novia cuesta a partir de 5.000 euros y un vestido hecho a medida entre 2.000 y 3.000 euros. "Es cierto que a nuestro público no le afecta tanto la crisis. Son familias de clase alta que no van a esperar a que pase la crisis para celebrar una boda. Y desde luego en el traje no escatiman. Se supone que es uno para toda la vida ¿no?", bromea. ¿Proyectos de futuro? Pide que durante los próximos cinco años se quede como está: "No quiero crecer, pero tampoco decrecer. Aunque si todo va bien me gustaría tener mi propia tienda en Madrid". La Tintorería En noviembre del año pasado, tres ex empleados de Lavinia montaron su propio negocio de vinos: Flequi Berruti, Nacho Jiménez y César Ruiz. Este último es el que lleva la voz cantante de la conversación y el que cuenta la vocación de "tenderos" de los tres, o más bien de farmacéuticos. "Cada vino tiene una historia detrás y nos gusta recetar a nuestros clientes. Evitamos trabajar con grandes casas y grandes marcas", dice. Nacho Jiménez cuenta que la filosofía del negocio -que cuenta con unas 1.400 referencias- es la de rodar poco a poco, sobre todo en tiempos como los de hoy, "en los que los finales de mes duran dos semanas". Coinciden en el escaso valor que le damos a nuestros vinos a pesar de ser el país con más superficie de viñedo. "Las dos denominaciones de origen que más se conocen fuera son Rioja y Miguel Torres", bromean. Ellos no quieren llegar al mercado con cosas "normales", y tienen una relación con los proveedores que va más allá de lo profesional. "Vendemos vinos de amigos e incluso los viajes que hacemos a Borgoña varias veces al año comemos con los bodegueros", cuentan. Recuerdan que no ayuda demasiado que los cocineros no sepan de vino y que en este país falte profesión. "Lo que nos gusta del mundo del vino es que cada día sabemos menos. Quien manda a veces no tiene ni formación", dicen. No descartan abrir más tiendas, aunque con matices. "No nos gusta el modelo de franquicia, pero es que además es muy difícil de replicar", señalan. Jesús Sánchez Trabajaba como cocinero y al llegar a Cantabria, en concreto a Villaverde de Pontones, le surgió la oportunidad de conocer la casona que después se convirtió en su negocio, El Cenador de Amós, con una estrella Michelin. "No la perseguíamos, pero una vez conseguida luchamos con una actitud de dos estrellas para mantener una", cuenta. Lo de emprender, cuenta, era algo que siempre quiso. Sánchez -que recuerda que no está solo, sino que su mujer Marián Martínez es parte fundamental en el funcionamiento de la empresa- habla de la evolución de su negocio: "Hemos creado un aula de cocina para estar en contacto directo con el cliente. Ahora es muy importante envolverlo todo con las emociones", dice. Pero el súmmum de la personalización son las cenas privadas, fijadas en mesas con un máximo de ocho comensales pero que pueden servir de escenario para una velada en pareja. Eso sí, el coste no baja de los 1.300 euros. "Es el propio chef el que emplata y todos interactuamos, así que requiere mucho más tiempo que una comida normal. ¿Caro? Tampoco lo considero en exceso teniendo en cuenta la exclusividad", dice. Almudena Barbero Ya conocía el sector del perfume antes de montar BoMonde. Desde finales de 2003 distribuía marcas que en España no había, pero llegó un momento en que lo convirtió en negocio: "El mundo del perfume le apasiona a todo el mundo, incluso al que no lleva. Pero me di cuenta de que no había una manera de venderlos más allá de la habitual". Y hace un año, nació BoMonde. Un lugar en el que no sólo se venden perfumes distintos a los de cualquier droguería y grandes almacenes. Hay algo más: talleres olfativos, una pequeña biblioteca temática, perfumes a medida e incluso talleres de iniciación para niños. El balance en este año de andadura es positivo, pero Barbero prefiere ir despacio. "De momento me centro en que el negocio funcione, pero prefiero tener un crecimiento inteligente y convertirnos en marca", cuenta. Y además, lo de expandirse no lo ve fácil, al menos de momento. "Replicar los muebles que hay en la tienda y los perfumes es más o menos fácil, pero no el servicio", señala. Los productos no sólo son diferentes a los habituales, también tienen precios algo superiores. Lo más caro, dice la propietaria de BoMonde, son los perfumes de The different company, una empresa francesa de productos naturales. "Es el Ferrari de los perfumes", dice Barbero. Esta marca tiene, por ejemplo, el perfume Osmanthus, un envase de 250 ml con funda de piel y en caja de laca negra por 250 euros y sólo por encargo. Apto para unos pocos. Lorena Morlote Su salón de peluquería y estética aparece entre los 20 mejores del mundo. Y ha peinado a algunas de las cabezas más famosas del planeta. "Llevaba desde los 15 años dedicada a este maravilloso oficio hasta que la gente empezó a animarme y yo le di muchas vueltas", dice. El lujo y el servicio son los ejes de su modelo de negocio: "Tratar al cliente como alguien especial, hacerlo sentir único, ofreciéndole la profesionalidad de un equipo que cuida hasta el más mínimo detalle". Entre los planes de futuro, abrir un salón más amplio del habitual. "No somos partidarios de la franquicia y de los negocios de masas", cuenta.