Esta es la historia de un emprendedor nato que un día, contra todo pronóstico y provocando un gran disgusto familiar decidió dedicarse a la gastronomía. Se llama Victor Enrich y es el propietario del restaurante del mismo nombre en la Moraleja, una de las urbanizaciones más lujosas de Madrid.Enrich es conocido hoy por sus apuestas gastronómicas, pero antes trabajó en Deloitte y KPMG, en el primer caso en el departamento de auditoría contable y, en el segundo, en la sección de fusiones y adquisiciones. "Cuando dije que me quería dedicar a esto, todo el mundo pensó que me había vuelto loco, pero es algo que llevaba dentro desde siempre". Sin embargo, nada de lo realizado con anterioridad resultó baldío, porque esos conocimientos de contabilidad le llevaron a montar un negocio sólido y con un plan estratégico razonable... Así que se despidió de KPMG -con posibilidad de volver si las cosas se torcían- y pasó por varios restaurantes desde Larai -donde incluso llegó a fregar platos-, pasando por Illumbe, donde aprendió los secretos de la parrilla hasta llegar a la escuela Cordon Bleu, de París, donde se especializó en cocina y pastelería. De ahí, y ya de vuelta a Madrid, entra a forma parte de Neo y luego pasó por El Eneldo donde se dedicó a diseñar eventos. Este fue el restaurante que estuvo a punto de comprar, pero, finalmente, se trasladó a la Moraleja en donde montó su Victor Enrich gastronómico. Plaza maldita "Era una plaza maldita -se refiere a la plaza de la fuente de la Moraleja donde está ubicado el restaurante-, pero ya hace cinco años que estamos allí y hemos empezado a obtener beneficios, aunque empezamos fatal", recuerda Enrich. "Tenía unas pérdidas económicas importantes y entonces hice lo peor: bajar de precio el cubierto medio, con lo cual no me diferenciaba de los locales que estaban al lado". Por suerte, su tesón -trabaja muchos días hasta 15 horas diarias- le hizo reaccionar y decidió crecer hacia los lados. Así fue cómo, esperando que bajaran los precios a consecuencia de la crisis, consiguió los traspasos de los locales adyacentes por cero euros. "Lo siguiente fue montar una supercocina", señala, "y la idea que nos salvó: el Atelier (taller en francés) d'Enrich". Fue en este espacio en el que se rinde culto a las tapas de calidad, en el que el negocio empezó a despegar. Con un horario ininterrumpido de 8 de la mañana a las 3 de la madrugada, se sirven desayunos, comidas, meriendas, cenas... vinos por copas y cócteles de ensueño en un ambiente cuidado hasta el más mínimo detalle. "Pensar en el concepto de lujo asequible", como reconoce su propietario, "es lo que nos salvó, y hoy podemos decir que no sólo hemos cubierto el plan de negocio, sino que ganamos un 7% más". Desde servicio de cátering hasta escuela de cocina Pero, claro, la cosa no se ha quedado aquí, y teniendo en cuenta que ya había organizado eventos con anterioridad no le fue difícil atraer clientes a esta nueva idea de negocio. "Se corrió la voz, cuenta Enrich, "y de la noche a la mañana nos vimos obligados poner en marcha el servicio de cátering". Ahora desarrollan proyectos a la medida de los clientes y realizan lo que llaman bodas gastronómicas. "Somos capaces de llevarnos todo lo necesario hasta una finca en, digamos, Segovia y organizar allí el banquete completo". Nuevamente, la idea es genial no sólo porque aporta negocio a medio plazo -tienen banquetes contratados a dos años vista-, sino porque con lo que ingresa en concepto de señal puede acometer otros proyectos sin tener que acudir a la financiación ajena. Y si le faltaba algo en esta estrategia empresarial, ya lo tiene. Nos referimos a la escuela de cocina, que se ha convertido en una atracción más de este espacio multiusos en que se ha transformado el restaurante. Enrich pensó que, aprovechando el boom de la gastronomía, seguro que había personas que querían recibir clases de cocina. Los cursos duran dos horas y media, los imparte él mismo y cuestan 50 euros. "Ahora tambien los promocionamos como incentivos para empresas, para hacer coaching, y lo cierto es que funcionan". Éxito y conciliación familiar ¿Cómo lo lleva la familia? "Mi mujer se enfada conmigo, pero estamos en un momento difícil y hay que estar muy pendiente del negocio. Nunca estoy más de cinco días seguidos fuera de aquí". Dicen que si usted no estuviera en la Moraleja ya tendría una estrella Michelin..."Me alegro que se piense así", contesta, "pero lo que yo busco es la excelencia gastronómica y, si consigo la estrella, mejor".