Más de la mitad de los trabajadores tienen problemas con las herramientas más novedosasLos propios empleados cometen cerca del 75 por ciento de los ataques informáticosbarcelona. "El día a día de las pymes dificulta mucho su capacidad de adecuación a las nuevas tecnologías que, por otro lado, facilitarían enormemente su actividad diaria y potenciarían el negocio". Aparentemente una contradicción que ronda la cabeza de muchos pequeños y medianos empresarios. Joseba Andoni Etxebarría, profesor de Comunicación Empresarial e Institucional de la Universidad del País Vasco, ha ayudado a decenas de empresarios de diferentes rincones de España a adecuar la compañía y la plantilla a la llegada de las nuevas tecnologías. "Las pymes trabajan en el mundo de lo práctico y bastante tienen con el quehacer diario. Es muy difícil que dediquen un tiempo a reflexionar", sentenció ayer durante su ponencia en el Internet Global Congress que se celebra hasta el próximo día 1 de junio en Barcelona. La pequeña y mediana empresa española se ha convertido en la entidad llamada a encabezar la adaptación de las nuevas tecnologías pero sin tiempo para ello. Según datos presentados en este congreso, cerca del 80 por ciento de las pymes españolas presentan problemas para que su plantilla se adapte a la nuevas tecnologías, como por ejemplo a la implantación del comercio electrónico. Etxebarría asegura que el "reto humano" es el principal desafío al que se enfrentan las empresas españolas, "conseguir que los empleados crean en el proyecto y se integren en él es el primer paso".El 48,2% de las empresas españolas con conexión a Internet dispone de página web, según el último estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre el uso de las TIC en las empresas. Igualmente el informe refleja que un 3,5% de las empresas realizaron ventas mediante comercio electrónico en el ejercicio pasado y que el volumen de negocio generado por esta clase de transacciones fue de 38.256 millones de euros.El desconocimiento de las nuevas herramientas de negocio "desconcierta a las pymes" que dudan de la fiabilidad y de la durabilidad del sistema que van a implantar. "La duda sobre la rentabilidad del gasto que van a hacer les asalta más que a cualquier otra tipología de empresa ya que no pueden permitirse correr riesgos". La economía de las pequeñas empresas puede verse beneficiada o perjudicada, a partes iguales, por la inversión que realicen en material tecnológico e informático para mejorar su presencia en el mercado. La llegada de las nuevas herramientas abre la puerta a posibles 'infidelidades'. Detectar un delito informáticoA mediados del pasado año, la Unión Europea aprobó una decisión marco en la que se instaba a los estados comunitarios a incluir en sus códigos penales posibles penalizaciones sobre delitos informáticos dentro de las empresas, independientemente de su tamaño, antes de mediados de 2007. A partir de esta fecha, si un directivo de cualquier empresa no pone medios suficientes para evitar los delitos informáticos de sus empleados puede salirle muy caro. Los altos cargos de la compañía tendrán responsabilidades civiles y penales en caso del incumplimiento de la norma. La deslealtad es habitual en las relaciones profesionales (cerca del 75 por ciento de los delitos informáticos se produce dentro de las cuatro paredes de la empresa) y un ordenador es la herramienta más potente para llevar a cabo la traición. Los delitos más habituales cometidos por los trabajadores contra su empresa son: crear una segunda empresa paralela con la propiedad intelectual de la primera (22 por ciento), daños informáticos, como virus o spams (11 por ciento) y acceso con claves no autorizadas y revelación de secretos (10 por ciento) y las injurias y calumnias en foros virtuales.Según el INE , un 96 por ciento de los empresarios españoles utiliza un software de protección y un 56 por ciento prefiere las claves de acceso personalizadas. Las cifras de delitos informáticos continúan aumentando un 12 por ciento anual. Las razones de un trabajador son variadas: el despecho, un ascenso anunciado y no consumado o una discriminación salarial puede ser suficiente para desatar la ira de un 'hacker' en potencia, su empleado. La sospecha razonable es totalmente lícita y puede detectarse de múltiples maneras. Un incremento de consumo o un comportamiento anormal del trabajador cada vez que pasa por delante de su mesa pueden ser sinónimos de que el trabajador anda por suburbios poco recomendables de la red. Es momento de iniciar una investigación. Sin embargo sólo un 13 por ciento de las empresas españolas hace pública su indagación y el 78 por ciento prefiere lavar los trapos sucios en casa y encargar el estudio del delito a Recursos Humanos y Sistemas.