barcelona. ¿Imagina tener al alcance en sus vacaciones todo tipo de lujos y disfrutar de actividades de invierno, de verano, de playa y de montaña sin bajarse de un barco que recorre el mar Caribe? Todo ello es posible en el Liberty of the Seas, un crucero que la compañía Royal Caribbean botó el pasado 24 de abril en Southampton y que poco tiene que envidiar a cualquier cadena hotelera de cinco estrellas. Bajo bandera de Bahamas, el nuevo crucero de la compañía norteamericana iniciará sus viajes el próximo 19 de mayo por el Caribe, con salida desde Miami (EEUU). Los datos de construcción del barco llaman la atención de turistas y armadores: la manga (distancia entre los costados de estribor y babor) suma 56 metros, cinco más que la longitud de la Casa Blanca, y la altura del barco, desde la línea del agua hasta lo alto de la chimenea, alcanza los 63 metros, que equivale a dos estatuas de la Libertad una encima de la otra. Medidas que le convierten en el crucero más grande del mundo. Después de pasar 18 meses en los astilleros finlandeses Aker, el Liberty of the Seas ha nacido dispuesto a competir con su hermano gemelo, el Freedom of the Seas, de la misma compañía y que funciona desde mayo del pasado año. Ambos comparten medidas, lujo, actividades a bordo y cifras. Más de 1.800 camarotes, de los que 32 están habilitados para minusválidos, salón de belleza, boutiques, rocódromo, varias piscinas que suman 530 toneladas de agua, un gimnasio, pista de hielo, galería de arte, simulador de surf, además de más de una veintena de bares y restaurantes temáticos y una capilla para celebrar bodas con capacidad para 60 personas. Los cálculos para atender a los pasajeros están hechos. Un crucero de una semana necesita, entre otros productos, 2.900 botellas de vino, 30.000 litros de leche, 86.000 huevos y 18.000 porciones de pizza. Todas las comodidades parecen pocas para un barco que albergará durante una travesía de siete noches a 5.728 pasajeros, incluidos las 1.400 personas de hasta 60 nacionalidades que conforman la tripulación. Los precios por disfrutar de estas vacaciones de lujo oscilan entre los 980 euros que cuesta un camarote interior a los 12.550 que cuestan las siete noches en una suite, de 116 metros cuadrados. El director regional para el Sur de Europa de la compañía, Magnus Wrahme, ha explicado que marcan un hito en la historia, porque ahora no se habla del barco más grande del mundo, en referencia al Freedom of the Seas, sino que se habla de "los barcos más grandes del mundo". Además de los gemelos Freedom y Liberty, la compañía de cruceros ya prepara la tercera parte de la entrega de los más grandes del mundo. En 2008 inaugurarán el Independence of the Seas, que al contrario que sus hermanos gemelos, sí hará escala en algún puerto español de momento sin confirmar. Este último, todavía en construcción, será una réplica de los gemelos que ya cruzan el Caribe pero no entran en el Mediterráneo.Además de las instalaciones que se reparten entre las quince cubiertas del barco, la compañía ha diseñado paquetes para que turistas con diferentes gustos puedan disfrutar del viaje y que los cruceros dejen de asociarse exclusivamente a un turismo de tumbona y relax. Fanáticos del bienestar y las terapias naturales, niños y adolescentes y familias son los nuevos target de la compañía para llenar este barco de 339 metros de eslora.Crecer en todos los sentidosSi el primer crucero que inauguró la compañía en el año 1988, Sovereign of the Seas, pesaba 73.000 toneladas, esta vez ha apostado por los barcos a partir de 150.000 toneladas. Para el Liberty, Royal Caribbean ha invertido 800 millones de dólares para armar los más de 340 kilómetros cuadrados de chapa de acero que conforman el barco. Durante 2006, el beneficio neto de la compañía, que se oferta en la Bolsa de Nueva York y en la de Oslo, ascendió a 633 millones de dólares. En total Royal Caribbean, presidida por Richard D. Fain, cuenta con una flota de 21 barcos. La compañía norteamericana, segunda del sector por detrás de Carnival, compró a finales del pasado año la española Pullmantur, entonces propiedad de Marsans.