Un libro de instrucciones o una página web mal traducida puede empeorar la imagen de marcaLas compañías españolas recurren cada vez más a la subcontratación para sus negocios en el exteriormadrid. "Las empresas aún no son conscientes de las consecuencias que tiene en el consumidor si el envoltorio, la web o la documentación que acompaña a su producto están mal traducidos". Celia Ríos es profesora titular de la Universidad Europea de Madrid y una firme defensora de la profesión de traductor, un trabajo que ella prefiere renombrar como "comunicador multilingüe". Una tarea que hasta ahora se ha relacionado más con negocios como las editoriales pero que puede ampliarse a distintos sectores. "Muchas veces no se vende porque los manuales de usuario están mal traducidos, y si se venden y son una chapuza, la imagen de marca se resiente", añade la profesora Ríos. Sus declaraciones las apoya un colega de profesión. Para Ramón Garrido, director del departamento de Traducción e Interpretación de la Facultad de Ciencias Humanas y Jurídicas de la Universidad de Comillas, España es un mercado complicado para la profesión. "Hay que educar a los clientes, que son los que consumen productos traducidos, y no deben aceptar subproductos", cuenta. También a las empresas, matiza, porque son los organismos internacionales los más sensibles a la tarea de estos diccionarios andantes. Departamentos propiosSon las grandes multinacionales las que cuentan con equipos propios de traducción, como la consultora KPMG, IBM y el fabricante LG. En esta última trabajó como becaria Marta Alonso. Alumna del último curso de la carrera de Traducción e Interpretación, su labor en el departamento de GSM consistió en traducir y revisar los manuales de usuario, así como validar los terminales antes de que se pusieran en el mercado. "Muchas veces no se valora lo que se hace al traducir. No se trata de ir palabra por palabra, es darle sentido; por eso hay que estar especializado", aclara. En KPMG, un servicio destacado y que va más allá de la mera traducción es la localización entre países. "Se trata de adaptar un texto lingüística y culturalmente al país de destino según el público al que se dirige (directivos, representantes del Gobierno), el registro del documento (carta formal, artículo de prensa, documento de divulgación)", aclara Sarah Currey, jefe del departamento de traducción de la firma en España. Textos científicos, técnicos, financieros, jurídicos... una documentación que manejan casi todas las empresas -también las españolas- en su día a día y que en algún momento necesitarán traducir si se deciden a salir al exterior.Las marcas españolas suelen subcontratar estos servicios, ya que en los últimos años han proliferado las agencias de traducción. Empresas como el Banco Santander y Air Nostrum recurren a los acuerdos que mantienen con distintas universidades para que uno de sus alumnos haga prácticas en sus sedes. A las agencias suelen acudir con cierta asiduidad distintos departamentos de NH Hoteles. La compañía las utiliza sobre todo para sus informes técnicos y jurídicos, como los contratos de apertura de nuevos hoteles. La web cuenta con servicio propio de traducción. También hay muchas intituciones que recurren a este tipo de servicios, como las ONG Manos Unidas y Aldeas Infantiles. Esta última, presente en 132 países, recurre a temas puntuales de traducción, sobre todo en inglés, pero también flirtean con el alemán y el francés. También tienen acuerdos con la Universidad Rey Juan Carlos, la Carlos III, la Complutense, y la Fundación Universidad y Empresa. Pero en esta profesión no basta con saber idiomas. También son necesarios conocimientos de protocolo y de todo tipo de comunicación no verbal. Así sabrían muchos que, por ejemplo, en Francia son muy escrupulosos con las faltas de ortografía y el estilo. "Las empresas deberían contar con algún traductor incluso en países de Sudamérica, allí también hay diferencias y puede provocar equivocaciones", aclara Celia Ríos.