Bruselas asegura que el dominio '.eu' es el tercero más utilizado en Europa y el séptimo del mundobruselas. Cuando una empresa o un autónomo entra en el mundo del comercio electrónico, una de las primeras decisiones que debe adoptar es la denominación de origen virtual que desea atribuirse. Si quiere vender su imagen de español, optará por que la dirección de su web y de su correo electrónico termine por .es. Si quiere marcar su imagen comercial, optará por el .com. Si se trata de una organización si ánimo de lucro, posiblemente se acoja al .org. Pero si lo que quiere destacar es su identidad europea o su voluntad de prestar sus servicios o vender sus productos en todo el mercado único de la UE, hasta el año pasado era un ciberhuérfano. Por ejemplo, las instituciones comunitarias optaron hasta esa fecha por el más confuso y largo .eu.int. Pero las cosas han cambiado y la Comisión Europea celebró ayer el primer cumpleaños del dominio .eu (European Union). Las empresas han podido registrar sus direcciones virtuales en este dominio desde diciembre de 2005, y los particulares han podido hacer lo propio desde abril de 2006."Transcurrido apenas un año, .eu es muy conocido en el ciberespacio europeo", se felicitó ayer la luxemburguesa Viviane Reding, comisaria europea de Sociedad de la Información y Medios de Comunicación. Bruselas asegura que ya han sido registrados 2,5 millones de nombres terminados en .eu. En Europa, este dominio sólo se ve superado por el alemán .de y por el británico .uk. En el mundo, está por detrás de .com, .net, .org, e .info.España, desapercibida La mayor demanda de direcciones virtuales a la europea proviene de Alemania (31 por ciento, casi 800.000), seguida por Reino Unido (17 por ciento, cerca de medio millón), Holanda (12 por ciento, 320.000 demandas), Francia e Italia (6 por ciento y alrededor de 150.000 demandas cada uno de estos dos países).España (quinto país más poblado de la UE) sólo es décima con poco más de 53.000 demandas, seguida de cerca por la República Checa (52.000), y superada por un país tan mínimo como Chipre (90.000 demandas). Si bien Chipre es, por su relajada legislación, un imán para implantar empresas que, por ejemplo, se encargan de acaparar nombres en Internet para su reventa posterior o de gestionar petroleros tan precarios y peligrosos como el tristemente conocido en la costa gallega Prestige.