Políticos y sindicatos piden la dimisión de los directivos de la empresa galaparís. La serie de muertes ocurridas en France Télécom, 24 en apenas año y medio, ha puesto de actualidad un tema que ha sido tabú durante años: el suicidio de los trabajadores. El último, ocurrido el pasado lunes, ha propiciado tal conmoción social y política que nadie sabe qué va a ocurrir ni qué medidas van a tomarse en los próximos días para evitar que se produzca otra víctima. El miércoles, sin ir más lejos, el director general de la compañía, Didier Lombard, anunció la suspensión del plan de movilidad interna que habían iniciado en la empresa; sin embargo, los sindicatos ya han advertido de que les parece insufiente y reclaman la dimisión de los dos principales directivos de la compañía y, sobre todo, de Louis-Pierre Wenes, responsable de diseñar el plan de reducción de costes. De hecho, la exposición de los hechos de Lombard ante la comisión de asuntos sociales del Senado francés esta misma semana no ha calmado los ánimos y muchos diputados han exigido la salida de la compañía de ambos dirigentes o al cambio radical en los métodos de gestión y política social de la empresa. Epidemia Los políticos franceses temen que la epidemia se extienda. De hecho, antes que France Télécom, Renault, PSA y EDF tuvieron que encontrar soluciones. Por ejemplo, a finales de marzo pasado, un director de Barclays Patrimoine intentó suicidarse en su oficina parisina. Quince días más tarde, un empleado de una de las oficinas se quitó la vida. Además, Airbus sufrió cuatro suicidios en 2008. Y hace unos años, EDF perdió a cuatro de sus asalariados. Sin olvidar a las empresas del sector del automóvil, que también fueron víctimas de una serie de muertes. Entre 2006 y 2007, el Tecnocentro de Guyancourt de Renault fue escenario de tres suicidios, dos de ellos en el propio centro. Y seis asalariados de PSA en la planta de Mulhouse fallecieron por su propia mano en 2007, dos de ellos en las instalaciones de la empresa. Según los científicos, la oleada podría intensificarse con la crisis. Un estudio publicado en el mes de julio por la revista británica The Lancet calcula que un 1 por ciento de la subida en el desempleo se traduce en un 0,8 por ciento de aumento en los suicidios de la población de menos de 65 años. Cifras que hay que manejar con mucha cautela, porque la mecánica de un suicidio es compleja. "Casi siempre son actos multifactoriales. Hay que ser muy prudentes a la hora de definir las causas antes de asignar públicamente las culpas", recuerdan desde PSA. No es casualidad que en Francia no haya estadísticas oficiales que sigan la evolución de los suicidios profesionales. Pero la Cnamts - un organismo francés que garantiza las prestaciones de enfermedad, maternidad y accidente laboral a los trabajadores asalariados- acaba de recoger las primeras cifras a nivel nacional. Este organismo recoge, para 2008, 49 demandas de particulares para que una muerte por suicidio se reconozca como accidente de trabajo. Para el primer trimestre de 2009, la cifra es de 21. El año pasado, más de la mitad de las víctimas se quitaron la vida en la empresa en la que trabajan y cinco de ellos en un viaje de negocios. Cómo actuar ¿Cómo enfrentarse al suicidio? Lo único que es seguro es que la empresa tiene que actuar. "La negación no es la solución," explica Jean-Claude Delgenes, director general de la consultoría Technologia. "Cuando se da un suceso tan trágico, los miembros de una organización pueden quedarse anclados en él. Y esto puede perjudicar muchísimo a una empresa." El directivo de una multinacional que dirige un equipo de siete comerciales, uno de los cuales se ahorcó el pasado mes de mayo, dice: "Nadie vino a ayudarme, ni los sindicatos ni la dirección. No puedo imaginarme cómo hemos podido llegar a esta situación. Los técnicos de recursos humanos no integran este tipo de cosas." "El coste en términos de imagen, motivación de los equipos, absentismo, calidad del trabajo, rotación de empleados y productividad puede ser gigantesco", estima Monique Boutrand, secretaria nacional del sindicato de directivos CFDT-cadres. France Télécom está en estado de shock. "Ante el suicidio, nuestro primer sentimiento es de impotencia, pero hay que superarlo rápidamente", declara Laurent Zylberberg, director de relaciones sociales. "Porque ahora lo urgente es evitar más dramas y detener el contagio." Cuando surge el drama, la empresa se enfrenta a múltiples interlocutores y tiene que reaccionar en escalas de tiempo diferentes, ya que tiene que curar las heridas de los trabajadores y, al mismo tiempo, construir su futuro. Las primeras reacciones, los "primeros auxilios", son las que quedan grabadas en la memoria. Hay que romper el silencio muy rápidamente. "La primera medida es reunir a todos los trabajadores, sin sus superiores jerárquicos, para que puedan hablar con libertad, liberar sus emociones y dar un sentido a su trabajo," dice Jean-Claude Delgenes. "Paralelamente, también puede ser muy beneficioso que la dirección general elabore un comunicado sobrio, apelando a una reflexión colectiva, en la que se impliquen los sindicatos, médicos del trabajo, psicólogos y dirigentes. Y mostrando que el deceso no la ha dejado indiferente." Los trabajadores esperan un mensaje de su empresa ya que, según aseguran los expertos, el duelo también es colectivo.