madrid. "No sabes lo enfadada que está mi hija conmigo. Todos los fines de semana sale de compras con sus amigas. Yo le doy 30 euros para que se los gaste en ropa, que es lo que más le gusta, pero es que las otras salen con 200 euros en el monedero. ¡Si sólo tienen 14 años!". Son declaraciones de una empresaria con una más que solvente posición económica. Le aterra la posibilidad de que su hija se haga adicta a las compras, una enfermedad típica de países ricos que también ha llegado a España. Los datos son bastante estremecedores. Un estudio impulsado desde nuestro país por la Dirección General de Consumo de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha revela que un tercio de la población adulta (32 por ciento de los hombres y 34 por ciento de las mujeres) tiene problemas de adicción a las compras y de falta de control de gasto; un 15 por ciento presenta un nivel importante de adicción y un 3 por ciento llega a niveles que pueden considerarse patológicos.Las cifras de la población joven dan aún más escalofríos. El porcentaje de adictos asciende hasta el 46 por ciento (53 por ciento para ellas y 39 por ciento para ellos), con un 8 por ciento de enfermos patológicos aún en plena adolescencia. Comprar ha pasado de ser una necesidad a un acto relacionado con el ocio, a un pasatiempo. Fíjese si no, lo contentos que han anunciado los portavoces de la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (Anged) los buenos resultados de la campaña de rebajas en las grandes superficies, que prevén aumentar el volumen de sus ventas un 6 por ciento en relación con el año pasado. Incapacitados para el ahorro"Lo notas en las aperturas de domingo. Los centros comerciales están siempre llenos, como si durante el resto de los días no hubiera horas suficientes para hacer compras, porque la gente se va a pasar la tarde allí en vez de irse a un parque, por ejemplo. Pero ahora se ve todo de otra manera. ¿Que estás triste? Te vas de compras. Estamos incapacitados para el ahorro y es un problema". Así de claro habla Ana Herce, secretaria general de la Unión de Consumidores de la Comunidad Valenciana, que editó hace unos años un CD que incluía un test para detectar algún grado de adicción a las compras. La compra compulsiva parece ser un moderno trastorno típico de países occidentales y desarrollados. Fue descrita hace casi un siglo por el psiquiatra alemán Emil Kraepelin, que escribió sobre "compradores maníacos". El suizo Eugen Bleuer también habló del tema: "No pueden evitarlo. A veces incluso se manifiesta en el hecho de que a pesar de tratarse de personas inteligentes, los pacientes son absolutamente incapaces de pensar diferencialmente ni de predecir las insensatas consecuencias de sus actos".La historia nos ha dado enfermos ilustres, como Jackie Onassis. Se dijo de ella que gastó 50.000 dólares en ropa durante 16 meses. Y aunque Imelda Marcos pasará a la historia por su obsesión por los zapatos (tuvo hasta 1.060 pares), lo cierto es que en su armario guardaba 65 sombrillas, 15 abrigos de visón, 508 vestidos largos, 71 gafas de sol y cinco estanterías con bolsos Gucci sin utilizar y litros de perfume sin abrir. Noemí Fernández es psicóloga de ISEP Granada y tuvo hace tiempo a una paciente de este tipo. Una mujer de mediana edad, con un negocio muy próspero en León y con una envidiable situación económica que estaba a punto de cargarse. "Necesitaba la admiración y el afecto de los demás. Compraba cosas carísimas que luego regalaba incluso a gente que casi no conocía. Incluso lo intentó conmigo en consulta", recuerda. Lo peor, añade, es que la familia intentó que las tiendas en las que pulía la tarjeta se negaran a venderla. Nunca lo consiguieron". Unas consecuencias que afectan directamente a la autoestima, y también al bolsillo. Los compradores compulsivos usan más el dinero de plástico que los compradores normales, tienden a tener más tarjetas, pero al mismo tiempo es menos probable que las paguen mensualmente. Y hay estudios que aseguran que los compradores normales dedican el 22 por ciento de sus ingresos para pagar deudas (sin contar con la vivienda y el coche), mientras que en el caso de los compradores compulsivos este porcentaje aumenta hasta el 46 por ciento. Amas de casa y profesionales Al principio se decía que era cosa de mujeres, sobre todo amas de casa con hijos mayores. Pero los expertos también han detectado un aumento del número de profesionales con una vida personal pobre que intentan compensar a golpe de tarjeta de crédito. Aunque la mayoría de las compras compulsivas son objetos que no sirven para nada, ni tampoco duran mucho tiempo. "Es una urgencia irresistible de adquirir masivamente objetos superfluos", lo define el Instituto Superior de Estudios Psicológicos. Son prisas que suelen presentarse por término medio unas tres o cuatro veces por semana, con una media de duración de los episodios que oscila entre una y cinco horas. Los expertos no se deciden en cuanto a la cantidad que suelen gastarse estos adictos a las compras. Pero sí coinciden en asegurar que recurren a gastar para saciar una cuota de poder que no tienen o que aspiran a tener. "Paris Hilton es el referente actual, sobre todo para los jóvenes, y eso dice muchas cosas", aclara Ana Herce. Por eso los productos más adquiridos por estos enfermos están asociados a la apariencia física: ropa, zapatos, joyería y maquillaje. Pero una vez adquiridos apenas son usados y el destino suele ser la devolución, el almacenado o el regalo. "Este tipo de enfermos no van buscando atención; simplemente quieren sentirse bien y comprando creen que lo consiguen", aclara rotunda Noemí Fernández.