Sólo el 35 por ciento de las empresas en las que se decide no desinvertir consigue remontar el vueloEl orgullo y el miedo a perder su posición son algunos motivos para no abandonar la sociedadbarcelona. Después de algunos años metido en una empresa, bien al frente, bien como inversor o directivo externo, se toma la decisión de salir de la misma. La pregunta clave es cuándo ha llegado el momento idóneo para abandonar el barco y cómo hacerlo de la manera más rentable para el bolsillo. La tendencia es pensar que el negocio remontará pero no siempre los deseos se hacen realidad.La consultora McKinsey, multinacional especializada en estrategias, organización y tecnología, asegura en un estudio que cuanto más envejece un negocio, el retorno total de la inversión tiende a descender. Los consultores llevaron a cabo un análisis entre empresas estadounidenses durante nueve años para llegar a una conclusión: sólo el 35 por ciento de las empresas analizadas levantaron la cabeza cuando parecía que ya estaban acabadas. Son, pues, el 65 por ciento de ellas las que acaban por desaparecer y en las que sus directivos debieron buscar otras alternativas laborales. "Cuando te pones al frente de una empresa lo haces en unas condiciones iniciales. Es muy difícil que estas condiciones, que al principio hacen que ese negocio sea una oportunidad, se mantengan en el tiempo y la idea acabe siendo un éxito", explica Joan Roure, experto en empresa familiar de la Escuela de Negocios IESE. Permanecer demasiado tiempo atado a un negocio que no "tiene buena pinta" es uno de los errores más repetidos por los directivos. Y según el informe de la consultora, la mayoría de las desinversiones que realizaron los directivos en las empresas analizadas durante este período, hubieran sumado más ceros si se hubieran llevado a cabo antes. Según McKinsey es el "orgullo" lo que les lleva a atarse hasta que no queda más remedio que reconocer el final de la aventura. Pero al orgullo también se unen el temor a perder el puesto de trabajo e incluso hacer la vista gorda financiando unidades del negocio que, a la vista de sus resultados, son ineficientes.Para Roure hay dos tipos de directivos, el emprendedor "que tiene un apego emocional superior", y el directivo que es "más racional a la hora de descontinuar su presencia sin excesivos problemas y tiene una visión más fría y realista". Deshacerse de los lazos emocionales y económicos es un primer paso para abandonar el barco pero los síntomas son visibles tiempo atrás, aseguran los expertos. No cumplir el business plan en un período de tres a cinco años, no disponer de la capacidad financiera, pensar que "ya llegarán los fondos cuando vayamos teniendo resultados" y no contar con un Consejo de Administración fuerte son más síntomas inequívocos de que la empresa tiene muchas posibilidades de no levantar cabeza en un plazo de tres años.El director de estudios del Instituto de la Empresa Familiar, Javier Quintana, liga sin embargo las salidas de los directivos a la situación económica del momento y ve las fugas no como un problema sino como una "realidad que empuja la economía". La media de edad de las empresas españolas está en 70 años, "tiempo suficiente para que haya buenos y malos momentos", indica Quintana. Para el director de finanzas del Instituto de Directivos de Empresa, José Ramón Moscoso, el momento de la venta no debe retrasarse más cuando "llegas al máximo y te encuentras en el momento cúspide". Esta oportunidad idónea de venta tiene muy poco que ver con los resultados económicos. "Depende del directivo. Cuando ves que falta tecnología, capital y fuerza en el mercado y tú no lo puedes aportar es la ocasión. Lo más difícil es darse cuenta de esa ocasión y aceptarlo", subraya Moscoso.