Nació como un humilde local de barrio para la comunidad china de Madrid, pero pronto encandiló al público español en general. Muchos aficionados a la gastronomía recordarán el viejo Don Lay de Paseo de Extremadura, regentado por el carismático señor Ye, donde no era raro ver a renombrados chefs nacionales, como Abraham García (Viridiana) o Daviz Muñoz (DiverXo), acudir hasta allí para degustar en sus mesas auténtica comida cantonesa tradicional. Un verdadero templo de peregrinación que, desde 2002 a 2015, disfrutó de un merecido éxito. Sin embargo, unos problemas estructurales del edificio obligaron a cerrar el establecimiento.Cuatro años después, Nieves Ye, hija del dueño (recientemente fallecido, por desgracia) reabre este icónico restaurante en un nuevo emplazamiento y con unos estándares más ambiciosos (se nota la ayuda de varios socios, con notable experiencia en negocios gastronómicos), aunque manteniendo la misma filosofía en lo más importante, el sabor y la autenticidad de la comida. Ubicado en el barrio de Salamanca, en la esquina que forma la calle Castelló con María de Molina, el local, con grandes ventanales al exterior y una superficie de 400 metros cuadrados, está configurado en dos espacios: una barra informal para dim sums y un restaurante de decoración tradicional y elegante con un toque moderno.Como siempre, las afamadas em-panadillas cantonesas, los denominados dim sums, son la gran estrella de la carta. Excelentes los canelones de char siu (esto es, carne de cerdo marinada en salsa dulce), junto a los rollitos fritos y los hakao de bogavante. Capítulo aparte merece el pato laqueado, especialidad de la casa, que se despieza en una mesa de apoyo a la vista del comensal (existe también la misma versión en cochinillo crujiente por en-cargo). Ambiente desenfadado los fines de semana y muchas comidas de negocios (posee un reservado) a diario. Interesante carta de vinos, con más de veinte referencias distintas por copas. También destaca su apuesta por una variada coctelería de autor, unos tragos que maridan especialmente bien con los poderosos sabores orientales. Los múltiples incondicionales del viejo Don Lay han recibido esta nueva versión con los brazos abiertos, así que no es fácil, por no decir casi imposible, conseguir una mesa sin previa reserva. Advertidos quedan.