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La innovación a través de la tecnología
Al hablar de innovación y tecnología, no puedo dejar de citar las palabras del poeta uruguayo Mario Benedetti, que afirmaba: "cuando sabíamos las respuestas nos cambiaron las preguntas". Esa es la sensación que tengo, y que seguro que todos compartimos, ante el ritmo imparable de la transformación tecnológica de nuestra Era, y el caudal de cambios estructurales que está produciendo en nuestra sociedad.
Y esa idea de velocidad en el cambio, hace que la misma expresión "nuevas tecnologías" se haya quedado antigua, aunque parezca un contrasentido. Millones de habitantes de nuestro país no tienen la percepción de que su actividad diaria esté condicionada por elementos "nuevos". Han nacido en una sociedad que asimila a la perfección lo que para la anterior generación eran revoluciones digitales o adelantos tecnológicos sin paragón.
Hoy, y es una experiencia propia, produce una extraña sensación ver como un niño que no supera los tres años se acerca a la televisión y utiliza - lo intenta, al menos - su dedo para mover los elementos que en ella aparecen. La tecnología táctil, innovación para los que pertenecemos a los inmigrantes digitales, es algo que ya se encuentra impreso en el ADN de los nativos. Hace pocos meses tuvimos la oportunidad de recibir en la Universidad Camilo José Cela a Nicholas Negroponte y Bernardo Hernández, con motivo de su investidura como Doctores Honoris Causa. Estas dos personalidades encarnan como nadie el espíritu que debe presidir a una organización cuyo objetivo sea mantener una innovación permanente. Si lo que se pretende es mantener al alumno en el eje, como centro de todo el proceso educativo, la asimilación natural de la tecnología para aplicarla a cuantas iniciativas se tomen en esta materia, es una obligación moral para con nuestra labor, y un compromiso público que la institución que dirijo asumió desde su creación.
Un camino similar recorren los medios de comunicación. La llegada de la web 2.0, que abrió la generación de contenidos a todas las personas conectadas, supuso un cambio radical en la orientación que la prensa debería darle a su actividad en la Red. Los usuarios ansiaban participar, aportar su punto de vista sobre una noticia e incluso poder hablar con el periodista que había redactado la información.
Durante años, la única ventana a la participación que los medios de comunicación dejaban a sus lectores eran las cartas al director, generalmente relegadas a un plano residual dentro de la maquetación general del periódico. En la actualidad, las opiniones de los usuarios forman parte de la noticia publicada, y canales como las redes sociales se han convertido en elementos de difusión para las cabeceras, aunque en ocasiones herramientas como Twitter y la actividad de sus usuarios van incluso por delante de la información tradicional.
Todo cambia, y elEconomista ha sabido hacerlo recurriendo a la innovación para convertirse en el portal de Internet líder en información económica. Ese reconocimiento por parte de las personas que a diario hacen uso de nuestros servicios es el momento más gratificante de nuestro trabajo. Las frías métricas que salen de los programas de medición de audiencias reflejan la confianza de cientos de miles de personas. En la Universidad Camilo José Cela podemos decir con orgullo que las visitas a nuestra página web crecieron un 43% en la comparación del mes de enero de 2010 con los primeros treinta días de este año. Son números, pero también son la demostración empírica de que nos encontramos en el buen camino.
Cualquier organización que pretenda adentrarse en el mundo de la web 2.0, abriendo sus ventanas a la sociedad para escuchar y transmitir el conocimiento que atesora, debe hacerlo sabiendo que no se trata de una mera cuestión de marketing. Poner una coletilla tecnológica a cualquier marca es una tarea relativamente sencilla, pero puede ser efímera en el tiempo gracias al control de los usuarios. Los canales de venta no deben interferir en los que están destinados a fines más altos. Se equivoca todo aquel que pretende hacer de su presencia en la web social sólo un cauce más para tratar de colocar su producto. Si esto ocurre, no se ha entendido nada.
Desde la UCJC, en primer lugar tomamos la decisión de escuchar. Habilitar los canales necesarios, que crecen cada día, en la esperanza de poder mejorar y crecer gracias a las aportaciones de los que son nuestra prioridad. Siempre desde una condición de humildad, sabiendo que escuchar implica tener el suficiente valor para mantener una actitud abierta a la crítica de forma pública. Sólo de esta manera uno puede llevarse la grata sorpresa de recibir muchos más mensajes de felicitación y aliento.
También en el ámbito de la reflexión y el debate sobre la nueva Internet hemos querido tener una presencia destacada, dando voz a grandes profesionales que desarrollan su actividad basándose en la web 2.0, y en diferentes ámbitos. El Foro de Debate 2.0 acerca a la universidad a personas cuyo trabajo no es objeto de atención en las concepciones más ortodoxas de lo que debe ser la educación superior. Muchos profesionales de los medios de comunicación y otros tantos que dedican su actividad al desarrollo de la información y la comunicación a través de las redes han pasado por la universidad para mostrar una visión diferente, actual, en diversos campos.
Nuestras investigaciones en el uso de las redes sociales han ayudado a derribar mitos instaurados desde hace tiempo, como el que aseguraba que los adolescentes más conectados cosechaban peores resultados en sus estudios. Hoy sabemos que eso es falso gracias al trabajo de nuestros investigadores, al igual que somos conscientes de que los universitarios se interesan por la política, aunque no sea la política tal y como la conocemos lo que más les interese.
Nuestros docentes ya usan y se forman de forma continua en el uso de la tecnología para crear canales de banda ancha por los que el conocimiento fluya en todas direcciones. Lo hacen a través de blogs, redes sociales como Facebook o Tuenti, plataformas de última generación que nos permiten traspasar las paredes del aula, o aparatos de un uso tan cotidiano como los teléfonos móviles. La utilización de estas herramientas es vital, siendo conscientes de que no son el fin, sino parte del camino. No es momento de refugiarse en la ortodoxia esperando que pase el temporal.
Es precisamente éste uno de los males que aqueja a la universidad española. La nula capacidad para asumir el cambio, dejando a un lado la actitud innovadora en la esperanza de que todo sean modas pasajeras. Esa actitud ciega al que la practica, impidiéndole ver que no se quedan atrás las evoluciones de la tecnología, sino la propia universidad y su nexo con la sociedad. En ese trance se pierde la tercera misión universitaria. Esa transferencia de conocimiento hacia el mundo en el que nos toca vivir encalla en la resistencia diaria, terca, para no asumir la innovación como el verdadero motor de la universidad española.
De nada servirán nuestros esfuerzos en la investigación, en ampliar el horizonte de conocimientos que legar a los que nos seguirán en la tarea, si estos se convierten en un tesoro escondido entre los muros de las facultades. ¿En qué se convierte la universidad si vive de espaldas a la sociedad? Nos encontramos en un momento crítico que la sociedad no puede afrontar sin el concurso del mundo universitario. Es en las coyunturas como la actual cuando todos los activos de un país necesitan converger en un objetivo común. Por eso hoy, más que nunca, la universidad no puede vivir de espaldas a su tiempo, y mucho menos a los adelantos que éste le brinda.
Vivimos en un mundo en cambio constante. La inversión en personal y tecnología para poder ofrecer a nuestros alumnos los últimos avances que facilitan la transmisión del conocimiento es, más que una obligación, un compromiso. Innovar en todos aquellos aspectos que afectan a la misión de la universidad, incluida esa tercera en la que compartir con la sociedad todo lo que se genera en los campus es vital para el desarrollo, se ha convertido en la garantía de futuro para las comunidades universitarias. Siglos de historia contemplan y avalan nuestra aportación a los cambios que cada época vivió. Internet, la red de redes, nació en una universidad, y a ella debe volver para provocar ese movimiento innovador que contagié a todas las capas de la sociedad.
De la docencia, la investigación y la gestión diaria deben emerger las nuevas ideas, el capital humano y tecnológico que nos ayude a superar los retos actuales, sentando las bases de nuestro crecimiento como sociedad en el futuro. No sólo debemos incorporar la tecnología a nuestro quehacer diario, sino que debemos mejorarla, estrujarla hasta sus límites haciendo de su potencial innovador una marca de agua que impregne a las nuevas generaciones que formamos.
Los periodistas que trabajarán en un futuro no muy lejano en este mismo periódico saldrán de la universidad con unos niveles de preparación muy superiores a sus predecesores. Llegarán a las redacciones cargados de conocimiento, sobrados de nuevas ideas que les hagan crecer, ya como profesionales, y de esa manera aporten ese empuje a la organización que les ha contratado. Es lo que esperamos de ellos. Ese impulso necesario para obligarnos a ser mejores. Así lo haremos. Porque además de investigar, innovar y formar... estamos escuchando.
Esta es la visión que quiero aportar sobre lo que ya es un cambio imparable de nuestra sociedad impulsado por la transformación tecnológica. Por delante quedan desafíos que nos animan a trabajar con ilusión y confianza en el futuro, y en ese trascendental trayecto hacia el progreso, con toda seguridad estaremos juntos la Universidad Camilo José Cela y elEconomista.