Fútbol

La herencia recibida amenaza a Zinedine Zidane en el Real Madrid

    Zinedine Zidane, en la rueda de prensa de hoy. <i>Imagen: EFE</i>.

    EcoDiario.es

    Zinedine Zidane afronta la oportunidad que todo entrenador desea: hacerse cargo de un equipo de primer nivel. Al galo le llega con el conjunto con el que se retiró y que le ha permitido desarrollarse en los banquillos. Un Real Madrid que pretende con él cambiar la dinámica de juego y resultados y que tiene ante sí un reto: olvidar un problema estructural que le sigue mermando.

    Sea cuál sea el técnico, el problema persiste, ya que no se trata de un aspecto que se haya intentado solucionar como hándicap número uno o prioritario. Desde el curso pasado, se observa cómo el Real Madrid se parte por la mitad, no domina los partidos territorialmente, ve cómo se le infiltran los jugadores rivales por la zona de su centro del campo. Algo que no se ha solucionado desde la salida de Di María (acompañada de la de Xabi Alonso) y que parece no tener un remedio claro para este curso.

    Al menos eso se desprende de las declaraciones de Zidane, que ha mantenido a la 'BBC', y del libreto que estiló el técnico en su paso por el Real Madrid Castilla. De Segunda B no heredará el esquema (jugaba con un 4-2-3-1, aunque podría hacer un híbrido que en la práctica fuese un 4-3-3), pero sí el gusto por no jugar con un mediocentro puro, con un pivote de libro. Preferencia que en las circunstancias en las que se ha encontrado en el Real Madrid, podrá prolongar.

    Con Kroos y Modric por delante, se acabó el papel importante que se llevó Casemiro en ciertos partidos de la temporada. Las claves del galo serán la apuesta por el juego combinativo (hoy en rueda de prensa se ha declarado partidario de defender teniendo el balón) y la imposición de tareas a la 'BBC'. Que los tres atacantes defiendan (el mismísimo Sergio Ramos se lo llegó a pedir a Cristiano en pleno partido ante el Valencia) será un encargo difícil, pero Zidane ya ha mandando el mensaje ante los medios.

    El reto es vital, puesto que por la zona central se ha desangrado el Real Madrid en los partidos importantes, con el agravante de este año de las pérdidas de concentración. Un cóctel que trajo consigo momentos de pérdida de dominio, aliñados, dicho sea de paso, con intenciones de repliegue para fomentar los contraataques.

    A falta de un hombre que sostenga el sistema (hay muy pocos en el mundo, y el Real Madrid no se ha prodigado mucho en su búsqueda) y con un Casemiro que alivia pero no borra todos los problemas defensivos en la medular, el equipo blanco se encomienda al esfuerzo de más en determinados partidos, y a la capacidad de gobernar los encuentros con el balón, alternativa que tiene riesgos debido a la ausencia de un futbolista similar al perfil de Sergio Busquets.

    Es la amenaza que pende sobre un equipo que tiene la suerte de un calendario amable en el que asimilar (o volver a refrescar) conceptos de circulación de balón y habilitación de espacios de cara a los compromisos más exigentes, aquellos en los que el agujero del centro del campo le ha mermado de forma crucial. La herencia recibida, el cuento de nunca acabar.